Eslabones de metal de mala ley


por Gonzalo Rojas
 
Diario El Mercurio, Miércoles 21 de Marzo de 2012     

http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/03/21/eslabones-de-mal-metal.asp 


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¿Cuándo comienza un país a irse por el despeñadero? ¿Por qué se va extendiendo por Chile esa sensación ingrata de que algunas fuerzas misteriosas nos tiran para abajo y de que estamos cayendo perceptiblemente?
Si una nación es un conjunto de eslabones expresados en criterios, decisiones y comportamientos, aquel desastre comienza a suceder cuando las personas escogemos metal de mala clase para colocar la próxima pieza con que nos toca aportar.
O, dicho de otra forma, cuando rompemos el sentido de los límites.
Un buen amigo lo explica de manera clara: hay líneas que no se deben cruzar; hay aros por los que no se debe pasar; a otro perro con esos huesos.
Es justamente con aquellas decisiones que rebasan los límites que se perjudica a la cadena social, al construirla con metal deleznable. Y los eslabones que vienen después, obvio, siguen la regla de la intrínseca debilidad ya injertada en el sistema.
Es lo que sucede con la Democracia Cristiana cuando negocia con los comunistas. Se abre la DC como eslabón para integrar al PC a un sistema que los marxistas desprecian, al que combatirán con entusiasmo y en el que terminará directamente perjudicado el mismísimo centro cristiano, al quedar acorralado y desprestigiado.
Pasa también cuando un defensor de la vida sostiene que hay casos tan dramáticos en que conviene hacer una excepción a favor del aborto, olvidando que esa ruptura del límite traerá la reacción en cadena por la cual se legislarán más adelante los abortos de supuestos extraordinarios, el aborto por sola voluntad dentro de ciertas semanas y, finalmente, el infanticidio.
Sucede cuando algunos dirigentes estudiantiles quieren dar el paso de la participación al cogobierno, negando que los mueva un afán circunstancial de figuración, de poder o de servicio a sus partidos. Del eslabón demagógico que les pudiese permitir, por ejemplo, elegir decanos y rectores o determinar contenidos de mallas curriculares, la universidad no se lograría recuperar en décadas. Y ellos, tan felices, dedicándose a la política por otros lados una vez egresados.
Es también la situación de quien rompe el límite usando la palabra escrita o hablada para descalificar; y aunque lo haga amparado en su posición de supuesto comunicador independiente, lo que logra es que miles de chilenos que lo ven en la pantalla, lo leen en papel o lo oyen por la radio, crean que está bien insultar, ridiculizar, etiquetar. Entonces, métale odio masificado.
Y hay quienes, incluso, hacen acopio de mal metal para proponer que sea la tolerancia el criterio básico en la formación de los niños, exponiéndolos quizás a qué atentados contra su propia dignidad por parte de quienes se amparen en esa ingenuidad para abusar de ellos. Porque una vez que la cadena se construye sólo sobre la tolerancia absoluta y no sobre la distinción del bien y del mal, ¿quién podría sorprenderse de que un niño haya sido corrompido por otro apenas mayor?
Así, los ejemplos podrían multiplicarse en el confuso Chile de hoy.
Pero, ¿cuándo comienza un país a recuperar la senda de su verdadera humanización y se extiende por sus ambientes el optimismo de una vida mejor? Cuando unas pocas personas, valientes y consecuentes, tienen la racionalidad y la voluntad de proponer ideales, máximos, exigencias y virtudes.
Esos eslabones de buen metal, sólidos, firmes, reconstructores, existen todavía en Chile. Los hay en la política y en la familia, en las comunicaciones y en la educación. Pero si no se abren rápido en la búsqueda de sus colaboradores, serán arrojados a la fundición, serán devastados. Se los convertirá, como ya ha sucedido con algunas personas, en metal de mala ley.
Queda poco tiempo.

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