Con el reciente descubrimiento en nuestra casa
de un hermoso ejemplar macho de la especie
Chlorostilbon lucidus (Glitter-bellied emerald),
aparentemente, el primer avistamiento
reportado de dicha especie
en la vertiente occidental de los Andes,
son tres las especies de picaflores
que hemos visto en los últimos siete días
libando del sector del jardín donde
crece generosamente el abutilón y la lantana.
Hace unos días fue el picaflor chico
(Sephanoides sephanoides)
y hoy apareció el Picaflor gigante
(Patagona gigas) que suelen
desaparecer de nuestra casa
en los meses estivales.
No está mal este "mini hot spot"
para picaflores, en pleno Santiago.
Lo único que falta es que se nos aparezca
el Picaflor cordillerano (Oreotrochilus leucopleurus),
que hemos visto en el Refugio Lo Valdés
y en otros parajes cordilleranos.
O se le ocurra aparecer también
el Picaflor del norte (Rhodopis vesper),
como lo detectó ese avezado avistador
que es Fabrice Schmitt
hace algunos años, nada menos que
en el humedal de Batuco.
Pero no, no pedimos tanto.
Antes que otro sorprendente avistamiento
deseamos, sobre todo, que los heroicos esfuerzos
por salvar de la extinción al Picaflor de Arica
(Eulidia yarellii) y al Picaflor de Juan Fernández
(Sephanoides fernandensis), tengan éxito
y que la loable labor por rescatar hábitats
y educar a la población, rindan frutos
y no hayan llegado demasiado tarde...
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