Cine: La vejez de Brad Pitt



Lejos de Troya y esas imágenes infartantes y homoeróticas que lo mostraban desnudo, justificando su papel de un semidiós, el Brad Pitt actual, a los 48 años, parece estar envejeciendo muy bien. Pronto llegará como protagonista de la elogiada El árbol de la vida, el experimento visual/metafísico de Terrence Malick, y ahora lo vemos en El juego de la fortuna, papel por el que estuvo nominado a los Globos de Oro.
Con más arrugas y menos muecas que en Doce monos, este Brad Pitt, a ratos, luce como el clon del mejor Robert Redford. En El juego de la fortuna es Billy Beane, una promesa que no fue, un tipo que no fue a Stanford por dedicarse al béisbol en forma profesional, pero que finalmente fracasó. Su segunda oportunidad llega como gerente de un equipo de béisbol del montón. Al término de una temporada su equipo sufre un saqueo: los equipos grandes los dejan sin sus mejores figuras. Beane entonces decide  contratar como asistente a un cerebrito de las estadísticas (Jonah Hill, el gordo de Superbad), que lo ayudará a armar un equipo con puros perdedores: jugadores que ya fueron desechados por otros clubes, pero que tienen buen rendimiento en ciertos puestos.
Es cierto, El juego de la fortuna es una película que hemos visto muchas veces. Porque la cinta se basa en un caso real, y hasta se escribió un libro con la historia del verdadero Billy Beane. Pero de la mano de su director, Bennett Miller (Capote), y un guión sólido (uno de los guionistas es Aaron Sorkin, el hombre al que le debemos The Social Network), esta película logra hacerle el quite al cliché y construye un relato desde el lado de los perdedores, con matices, y con un Brad Pitt maduro que promete una gran vejez.
"El juego de la fortuna", de Bennett Miller.

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