Rafael Prohens, presidente de los productores de Copiapó



"La solución al problema hídrico hay que tomarla como comunidad"
por Patricia Vildósola Errázuriz 
Diario El Mercurio, Revista del Campo, lunes 19 de diciembre de 2011

El agricultor nortino recalca que la solución a la escasez estructural de agua en la zona pasa porque todos los sectores planteen unidos una solución que se le presente al Gobierno. Insiste que el agro es la forma de detener el avance del desierto y que los mercados internacionales no se imaginan a Chile sin la fruta de Copiapó.   

Desde siempre Copiapó ha vivido con escasez hídrica. Por ello ante la sequía actual los agricultores de la zona no están más angustiados de lo habitual. Lo que sí les preocupa es lo que se viene a futuro. La eventual llegada de una minera que utilizaría del orden de los 500 litros por segundo sí podría significar que el agro de Atacama se vea afectado a niveles no reversibles. Y ello implicaría dar paso para que desierto, el mismo que los valles transversales agrícolas ahora contienen, avance imparable hacia la zona más central del país.

Por ello, Rafael Prohens, presidente de la Asociación de Productores de Copiapó (APECO), agricultor por herencia y por derecho propio, es terminante: "Atacama es la región que para el desierto. Sin agricultura, el desierto va a llegar a Santiago. El país se tiene que preguntar si quiere que el desierto avance o lo paramos. Si no lo detenemos, va a avanzar hacia el centro. Y eso no lo podemos permitir". No se opone a las distintas actividades económicas, pero quiere que todas sean parte de la región y que, en forma conjunta enfrenten los problemas. "La solución al problema hídrico de esta zona tenemos que tomarla como comunidad, involucrando a todos los sectores, y a partir de eso planteárselo al Estado y conseguir que nos escuchen".

-¿La sequía de este año está arriesgando los cultivos?

-Atacama y Copiapó, han vivido en sequía permanente. De hecho el embalse Lautaro estuvo seco por muchos años. Recién en 1987 lo vimos con agua por primera vez. Después en 1997 se volvió a llenar. El mejor manejo de la Junta de Vigilancia y el que los empresarios utilizaran el riego por goteo permitió hacer un uso muy eficiente del recurso y acumular agua.

Este año estamos de vuelta a lo que era antes del 87, donde está seco. Eso está repercutiendo en las zonas más alejadas, donde hay escasez superficial. En la zona de pozo hay zonas complicadas, especialmente de pequeños agricultores. Ellos están muy afectados porque ahí la extracción que hace el sector minero es muy importante.

En el sector 4, es decir, el sector minero y las sanitarias tienen el 84%. Eso corresponde a las comunas de Tierra Amarilla y Copiapó, que es donde está concentrada la mayor parte de la población.

-Es decir, ¿el problema está afectando el consumo humano?

-En el sector de Copiapó el agua escasea, por eso es que la Dirección General de Aguas (DGA) sacó el decreto de escasez hídrica, que permite hacer traslados de derechos de agua para que no le falte a la población. Eso va a significar que se recargarán sectores que hoy no están viviendo esa situación.

-Sí, pero aquí estamos hablando de que es necesario mantener el agua para la gente.

-Absolutamente. Por eso no hemos puesto ningún reparo en la medida que tomó la DGA porque la primera prioridad siempre la tienen las personas. 

Por otro lado, en el sector, sólo se riegan las 24 horas en un período corto del año, especialmente en torno a la cosecha. El problema sobreviene cuando se instalan empresas que bombean las 24 horas del día.

-Usted alude al permanente conflicto con las mineras ¿Se refiere a algún caso en particular?

-Para el 2012 o 2013 hay un proyecto minero que  tiene comprados más de mil litros por segundo, y que según el estudio de impacto ambiental va a tener una extracción de 500 litros por segundo las 24 horas del día. Eso sí que nos tiene muy preocupados como sector. Estamos viendo qué hacer.

-¿Cuál es la solución a un tema como la escasez del agua, entonces?

-Acá se habla mucho de la escasez hídrica. Pero lo que echamos de menos es que pareciera que la única solución son las plantas desaladoras de agua. Sin embargo, el agro y la población no tienen acceso a eso porque implica un costo muy alto. Hoy se habla que el valor de un litro cúbico en el punto de uso es entre US$ 3 y US$ 5. Ese el costo sin tener utilidad ni mantención del tema. Al final, sumando todo, a la comunidad le puede salir a US$ 4 por litro cúbico. Con esos valores, a nosotros los agricultores, tampoco nos dan los números.

-¿Sienten entonces que no se están buscando soluciones al problema?

-Lo que echamos de menos es que no se trabaja en buscar soluciones alternativas. Y hay mucha agua que se está perdiendo. Hay, por ejemplo, ríos en la cordillera que podría rescatarse y devolver el agua al valle, en lugar de dejar que se pierda entre los cerros. También hay lagunas en la cordillera que podrían permitir un abastecimiento en épocas de escasez.

-Pero, ¿qué propuestas concretas han hecho ustedes, como Apeco, a las instancias que correspondan?

-Cuando nosotros como APECO conversamos hemos planteado diferentes cosas. Por ejemplo, trasvasijar agua desde Huasco al Copiapó, lo que beneficiaría a los dos valles, porque el Huasco podría acumular más agua. Esto es algo que se hace en España y en Estados Unidos, y se sabe que funciona. Es efectivo que para Huasco sólo, con el embalse de Santa Juana, no se justifica un nuevo embalse. Pero si se plantea un nuevo embalse aguas arriba del Santa Juana, y que se llenaría después de que éste último esté al tope, eso permitiría trasvasijar hacia Copiapó y también una reserva de agua para Huasco que hoy no tiene.

-¿Han buscado alternativas como las de la infiltración subterránea, que hoy viene promoviendo la Comisión Nacional de Riego?

-En la zona sur es válido lo de la infiltración, porque los volúmenes de agua son muy grandes y podrían infiltrar las napas y dar seguridad de riego. El problema con eso es que para aprovecharlas hay que otorgar derechos de agua de pozo que hoy no están y eso hay que subsanarlo.

Pero esa alternativa en el norte no es viable, porque acá no tenemos agua de río. Y para infiltrar hay que tener un volumen de agua con el que en esta zona no contamos. Acá sólo nos abastecemos de agua a través de lluvia y de la capacidad de acumulación del subsuelo.

-¿Entonces el agro en Copiapó no tiene alternativa de seguir?

-Tenemos dos desafíos. Uno, que ya se está dando y que la autoridad también lo ha planteado, es acotar el hectareaje en cuanto a cultivos. Lo vamos a estudiar cuando sea planteado oficialmente. Está claro que si seguimos creciendo vamos a agotar la cuenca antes, y estamos dispuestos a hacer esfuerzos. Pero lo que pedimos es que las otras actividades también hagan un esfuerzo. Hemos planteado oficialmente que si tomáramos esa opción esperamos que todos los proyectos productivos se hagan con agua de otro lado. Porque sería injusto que nosotros no sigamos creciendo para utilizar mejor el agua y que esa agua sea aprovechada por otros.

Grandes proyectos no están aportando al desarrollo

-Nuevamente se refiere al problema con el sector minero...

-Con el sector minero no tenemos problemas. Sabemos que está llegando el minuto para sentarnos a la mesa, porque si no ponemos los esfuerzos en conjunto para solucionar el problema hídrico se perderá mucho. Las empresas grandes pueden resolver el problema, pero los mineros chicos no pueden; de hecho tienen los mismos problemas que los que tiene un agricultor. En esa economía regional, el aporte del agro y de la minería más chica, es más importante que los grandes proyectos mineros.

-Pero, los grandes proyectos ayudan al desarrollo regional.

-Los grandes proyectos mineros ni siquiera están insertos en la región, porque la gente viene por algunos días y se va. Eso atenta contra el desarrollo de las regiones. No queremos ser un campamento minero, como pasa en otros lugares. Queremos una minería con rostro, donde la comunidad pueda visualizarlo. Esto es más que como agricultores, es como atacameños. Hay excepciones, como el caso de La Escondida, pero son muchos los que no están. Lo que queremos es que todas las actividades estén en las mismas condiciones. Hoy, no son un motor de desarrollo al mismo nivel.

Por ejemplo, cuando se construyeron caminos, nosotros, el agro, cedimos los terrenos, llevamos la energía hacia el interior. Y después llegan esas empresas, se instalan, ocupan lo que hicimos y no hay una mejora nueva para el valle.

-Ante ese panorama, ¿tiene alternativas reales el agro de Copiapó?

-El mundo no se percibe sin la fruta de Copiapó. A los mercados internacionales no le cabe en la cabeza que Chile pueda exportar fruta y no esté Copiapó. La primera fruta que llega a todas partes es la de Atacama. Que de la noche a la mañana desaparezca es darles la pasada a los competidores naturales. Al país no le conviene. Nuestro miedo es que si se nos instala una empresa a extraer 500 litros por segundo no sabemos el tiempo que vamos a durar.

-¿Entonces están pidiendo una intervención estatal?

-El Estado así como intervino en una instalación de una planta en Los Choros debería analizar la situación y ver cuáles son las consecuencias de este tema. Hay que buscar soluciones. Aquí nadie ha mirado el impacto de imagen país, la cesantía que esto podría provocar.

A pesar de esos problemas, el agro atacameño sigue firme. Se están haciendo inversiones hay renovación de los pozos secos por pozos nuevos. 

Pero, lo que necesitamos es que los trámites sean más locales, que haya mayor poder resolutivo a nivel local ¿Cómo este país quiere llegar al desarrollo si sigue dependiendo para todo de Santiago?, y ¿qué sabe un funcionario de Santiago de la urgencia que vivimos acá? Tengo documentos sobre el catastro público nacional desde el 2008, de los que todavía no tengo respuesta.

Atacama tiene que estar en el desarrollo del país. Pero el Estado tiene que independizar a las dependencias de regiones.

 A pesar de las nevadas, una partida auspiciosa"La temporada se inició con un poco de retraso a raíz de los factores climáticos del invierno. La merma de la producción, producto de las nevadas va a estar entre el 15 y el 20%. Es que, si bien hubo una buena recuperación aparecieron efectos ocultos, como por ejemplo el calibre en la flame. Pero, en general, la fruta que se está cosechando tiene una muy buena calidad y hay una buena perspectiva de precios hacia adelante. Estamos esperanzados de tener una temporada buena, aunque desgraciadamente hay personas que sufrieron".

El problema laboral

El agua no es el único problema en la zona. Otro importante es la escasez de la mano de obra. El agro es una respuesta laboral para muchos trabajadores que, por su bajo nivel educacional, no acceden a trabajos en otros sectores.

A lo anterior, en el último tiempo, se ha sumado las nuevas exigencias que les imponen las autoridades del trabajo. Específicamente la necesidad de que los tractores cuenten con una bocina de retroceso.

"Estamos de acuerdo con que se requieren normas de seguridad y con que el que no cumpla con la ley pague las infracciones. Pero en el caso de la bocina de retroceso es absolutamente fuera de todo. Los tractores no lo traen de origen, ni aquí ni en ninguna parte. Entonces dependemos de que el operario apriete un botón que, con el ruido de la máquina, ni siquiera puede escuchar. Se lo hemos planteado a la ministra Matthei, al seremi, al director del Trabajo. Ellos también tienen que entender. Nosotros no nos negamos a la fiscalización. Pero hay que separar las distintas actividades. Cada uno tiene su problemática distinta. No puede ser un sólo parámetro".

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