¿Todos con (o contra) Velasco?


¿Todos con (o contra) Velasco?

Velasco: tiene el pragmatismo de Aylwin, 
el perfil técnico de Frei y la soberbia de Lagos...
si tuviera la simpatía de Bachelet...

por Francisco José Covarrubias 
Diario El Mercurio, sábado 8 de Octubre de 2011

El propio Bacon, en el siglo XVII, decía que escoger el propio tiempo es ganar tiempo. En efecto, el escenario puede cambiar y la racionalidad puede volver a la política chilena. En cierta medida ello es factible. En cierta medida ello es deseable. Hoy sólo resta por ver si ello es posible.
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"Si Velasco va, voto por él", es la frase que más he escuchado en los últimos días entre diversas personas que apoyaron a Piñera en 2010.

¿Cómo es eso posible? La respuesta parece encontrarse en tres cosas: en los méritos del ex ministro, en una cierta desazón de lo que ha sido hasta ahora el gobierno de Piñera y, finalmente, en el viejo gatopardismo de la derecha, de apostar las fichas por quien pueda asegurar que las cosas se mantendrán más o menos igual.

Andrés Velasco es un exponente de la "vieja Concertación", la que creyó en el modelo económico, la que le dio un cierto matiz más social, la que buscó acuerdos y la que gobernó bajo el lema aylwiniano de "la medida de lo posible". La "vieja Concertación", que le dio gobernabilidad al país, que enfrentó adecuadamente las demandas sociales y que gobernó con pragmatismo y moderación.

Pero Velasco no sólo es un exponente de la "vieja Concertación", sino además de la "buena Concertación", aquella parte de la coalición que no cayó en el populismo, que no cayó en la demagogia y que basó su actuación en criterios técnicos. Al no tener partido, encarna por derecho propio a esa parte de la coalición que no bailó al ritmo de los operadores políticos, que no cayó en la corrupción ni gozó de los compadrazgos.

Curiosamente, Velasco es en cierta medida un buen resumen de los ex presidentes que tuvo la coalición: tiene el pragmatismo de Aylwin, el perfil técnico de Frei y la soberbia de Lagos. Si tuviera la simpatía de Bachelet habría sido la combinación perfecta.

Necesariamente hay dos reflexiones sobre la "irrupción" de Velasco de los últimos días.

La primera es por el lado de la Concertación. ¿Qué tiene que hacer hoy un exponente de "la vieja" y "la buena" Concertación en una coalición que ha perdido el rumbo, que se ha izquierdizado profundamente, que ha sido intransigente con el Gobierno y que se ha tratado de subir por la ventana a todas las micros de demandas sociales?

Velasco, por el contrario, ha sido de los pocos que ha criticado la eliminación del 7% de la cotización en salud de los jubilados, la extensión del posnatal; que ha defendido el impuesto específico a las bencinas y que ha señalado que la gratuidad total en la educación no es posible.

Hace pocos días un diputado socialista -refiriéndose a Andrés Velasco, Pérez Yoma y Tokman - los tildó de "esos conservadores que lastraron a nuestro país por mucho tiempo". ¿Qué tiene que ver Velasco con los Andrade, con los Girardi, con los Vidal o con los Pizarro? ¿Representa lo contrario? No. Definitivamente no puede terminar siendo el candidato de la "nueva Concertación".

La segunda reflexión es por el lado de la Alianza. ¿Y si Velasco fuera finalmente el candidato? La respuesta, sería escalofriante. Podría terminar repitiéndose el libreto completo del gobierno de Jorge Alessandri. Ya no sólo el ninguneo inicial a los partidos, ni el fracaso de los "gerentes", sino que también el apoyo al contrincante para salvar los "principios básicos".

Sin embargo, no es fácil que Velasco termine siendo el candidato. No sólo porque el peregrinaje a Nueva York se iniciará pronto para tratar de convencer a Bachelet. Sino porque parecen ser pocos los que quedan en la "vieja" y en la "buena" Concertación. La cancha parece estar más dada para la "nueva" Concertación.

Ahora, la estrategia puede no ser tan mala. El propio Bacon, en el siglo XVII, decía que escoger el propio tiempo es ganar tiempo. En efecto, el escenario puede cambiar y la racionalidad puede volver a la política chilena. En cierta medida ello es factible. En cierta medida ello es deseable. Hoy sólo resta por ver si ello es posible.

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