Tribuna
Desafío: Donemos nuestros órganos
por Dr. Héctor Ducci Budge
Diario El Mercurio, Lunes 03 de Octubre de 2011
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2011/10/03/desafio-donemos-nuestros-organ.asp
En los últimos meses, los chilenos hemos debido enfrentar una serie de
tragedias. Entre otras, un devastador terremoto seguido de un
maremoto; una erupción volcánica cuyas cenizas dieron la vuelta al
mundo, causando daño y alterando no sólo la navegación aérea, sino la
vida de muchos; sequías en partes de nuestro territorio; inundaciones
en otros y recientemente un trágico accidente en el archipiélago de
Juan Fernández, que nos ha conmovido hasta lo más profundo de nuestras
almas. Esos eventos despertaron en muchos la imperiosa necesidad de
hacer algo por los que sufren, y, así, que las muertes ocurridas no
hayan sido en vano. El fruto de sus esfuerzos contribuyó a levantar el
país después de cada una de ellas, y en el caso de los que murieron al
caer el avión en Juan Fernández, su obra no sólo perdurará, sino que
su ejemplo y su sacrificio inspirarán a muchos otros a ayudar, a dar.
Chile vive otra tragedia, la que es silenciosa, y que todos, en el
espíritu de lo que nos enseñaron los que murieron tratando de ayudar a
una isla que sufría, debiéramos contribuir a revertir. Mientras otros
países de Sudamérica logran aumentar el número de donantes cada año,
en nuestro país la donación de órganos para trasplantes ha caído de 10
donantes por millón de habitantes en 2006 a 5,4 en 2010. España tiene
50, Argentina 15. En Chile, el 2004 hubo 152 donantes y el 2010, sólo
92.
Esto ha determinado que no sólo se lleven a cabo menos trasplantes -lo
que determina largas listas de espera, período en que los pacientes
rara vez trabajan, viven con grandes limitaciones y requieren que
miembros de su familia se hagan cargo de su cuidado, muchas veces
ocasionando que una persona más del grupo familiar deje de trabajar
para hacerlo-, sino que muchos chilenos mueran esperando un órgano que
podría retornarlos a una vida normal, contribuyendo a la sociedad. El
50% de los pacientes en la lista de espera por un corazón o por un
hígado mueren antes de poder ser trasplantados. En 2009 había 1.582
pacientes en lista de espera por un riñón; el promedio del tiempo de
espera es hoy de 2,4 años y ya más de 15.500 pacientes están en
hemodiálisis esperando el órgano que cambiaría sus vidas (y su
pronóstico). En 2006 se llevaron a cabo 379 trasplantes y en 2010 sólo
252. Estas deprimentes estadísticas deben hacernos reaccionar.
El donar órganos, "el regalo de vida", es la más noble de las
donaciones. "Cuando yo muera, mis órganos permitirán que tú vivas, que
sigas junto a tu cónyuge y a tus hijos, que llegues a conocer y ver
crecer a tus nietos, que tal vez puedas completar la tarea que te
fijaste como meta. Mi corazón, tal vez mi hígado o mis riñones
aliviarán tus dolores y tus sufrimientos, reducirán tus limitaciones,
te devolverán a tu trabajo, tu nueva condición te permitirá vivir una
vida normal".
Los chilenos hemos dejado de donar nuestros órganos por múltiples
razones. Algunos por motivos "espirituales", otros porque, de hacerlo,
no saben qué destino tendrán sus órganos. Algunos temen que detrás de
las donaciones haya oscuros temas de ganancias para los hospitales y
para los médicos; los menos porque creen que los "ricos" son los
mayores beneficiados con los trasplantes y la mayoría por no saber lo
suficiente del tema.
La nueva ley que rige el tema ha establecido que todos somos "donantes
universales", es decir, al momento de nuestra muerte somos donantes a
menos que especifiquemos lo contrario, lo que cada persona puede hacer
al momento de obtener la cédula de identidad o la licencia de
conducir. Pese a la buena intención de la ley, ésta no ha resultado en
un aumento del número de donaciones, y de hecho el cincuenta por
ciento de la gente establece, al hacer dichos trámites, que no quiere
donar sus órganos, lo que queda estampado en esos documentos. Además,
si una persona que había decidido ser no donante decide cambiar su
estatus a donante, debe seguir un largo y desalentador proceso para
revertirlo antes de que requiera renovar esos documentos, ocasión en
que puede hacerlo con facilidad.
Sabiendo el beneficio de donar, comparto la opinión de algunos que
creen que no tenemos el derecho de llevarnos nuestros órganos a la
tumba, los que sabemos que podrían salvar a pacientes en una situación
desesperada. Respetando el que algunos no están de acuerdo con esta
posición y estando convencido de que la organización detrás de los
trasplantes en el país es transparente y que se rige por estrictas e
inamovibles reglas, pido fervientemente que los no donantes consideren
cambiar de opinión y se conviertan en donantes, lo que contribuiría a
que las listas de espera fueran más cortas, a una menor mortalidad de
los pacientes en esa lista y a una mejor calidad de vida para muchas
personas; realmente es un "regalo de vida" para muchos compatriotas.
Como médico y como chileno, y no siendo parte del equipo médico que
lleva a cabo los trasplantes, lo que establece mi objetividad, no
puedo y creo que nadie puede permanecer indiferente ante esta
situación.
Todos los chilenos hemos sido testigos de cómo dieron sus talentos, su
tiempo y su empeño a causas nobles los compatriotas que murieron en el
accidente de Juan Fernández. Honrémoslos optando por convertirnos,
ojalá todos, en donantes de órganos. Demos el regalo de vida.
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