Cuidemos la gobernabilidad

Cartas
Viernes 21 de Octubre de 2011
Cuidemos la gobernabilidad


Señor Director:
En el año 2011 se ha puesto en evidencia un malestar ciudadano cuyo detonante han sido las demandas y manifestaciones estudiantiles.
La magnitud de las manifestaciones públicas y la variedad de los participantes son una señal inequívoca de que hay una insatisfacción, a veces angustiosa, de los sectores medios de nuestra población, cuyo origen es diverso. Aparecen los "indignados" por diferentes razones dispuestos a marchar juntos para expresar sus sentimientos.
Es importante escuchar esos sentimientos legítimos, no así a los vándalos que se aprovechan de estas circunstancias, para examinar las causas y proponer las soluciones. Eso se espera de nuestras instituciones más representativas, como son el Ejecutivo y el Parlamento.
Si bien escuchar y dialogar es necesario, nunca hay que perder de vista que las decisiones no corresponden a los manifestantes, sino a los poderes encargados de legislar, que deben buscar las soluciones en el marco del bien común. Por eso no están cumpliendo con su deber quienes simplemente siguen a los demandantes sin tomar la necesaria responsabilidad de discernir entre lo justo y lo posible. En esta materia existirán distintas apreciaciones, y es preciso hacerlas presentes con transparencia y veracidad.
Es preocupante ver el desprestigio a que han llegado instituciones básicas como el Congreso, el Ejecutivo y los partidos políticos, que son pilares esenciales de la convivencia democrática. No estamos frente a las diferencias naturales que se dan en el ejercicio de la democracia: estamos corriendo el riesgo de debilitar la gobernabilidad, y eso tiene efectos negativos no sólo en lo político, sino también en el desarrollo económico y social del país.
Estamos en un punto de inflexión: podemos alcanzar un nivel de desarrollo aceptable, que es más que un cierto ingreso por persona, o sufrir un grave deterioro en términos de credibilidad y gobernabilidad, lo que significaría un retroceso y una frustración de expectativas, cuyos efectos en nuestra convivencia son difíciles de predecir.
Reflexionemos con libertad y generosidad sobre lo que está pasando en Chile y también en el mundo, para adecuarnos a la nueva realidad que vivimos y así sacar provecho de lo que tiene una apariencia negativa.
Sergio Molina

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