Defensa de la porquería
por Pedro Gandolfo
Diario El Mercurio, Sábado 03 de Septiembre de 2011
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2011/09/03/defensa-de-la-porqueria.asp
Debo decirles que cuando leí las declaraciones del presidente de la
CUT, Antonio Martínez, mi primera reacción fue reírme. No por lo
ridículas, sino porque me imaginé por anticipado las bromas que podría
propinarles a mis amigos filósofos. ¡Meterles porquerías en la cabeza
a los jóvenes! ¡Y que esa inoculación fuera tan eficaz, y tan
rápidamente eficaz! Karl Marx no lo hubiese logrado, los profesores de
filosofía chilenos, sí.
Ahora, en cambio, oscilo entre la perplejidad y ligera indignación.
Claro, confieso que fui tocado en una fibra muy personal: un tío,
Rafael Gandolfo Barón, SS.CC., fue un filósofo y agudo pensador
porteño, formador de importantes filósofos, cofundador del Instituto
de Filosofía de la Universidad Católica de Valparaíso, donde enseñó
por años; profesor en el colegio de los Padres Franceses, uno de los
primeros doctorados honoris causa por aquella universidad, profesor en
el legendario Centro de Estudios Humanísticos, fino escritor
(recomiendo particularmente un libro suyo -que contiene una de las
mejores prosas que he leído-, "Memorias de la otra existencia").
Su figura poderosa -que combinaba al sacerdote ejemplar con el
pensador sabio- ejerció influencia en la familia: mi hermano, José
Gandolfo, se dedicó a la filosofía, y yo, después del Derecho, le hice
una pasada, una suerte de visita de cortesía, que repito de tanto en
tanto. Chile cuenta en su historia con notables filósofos de los
cuales deberíamos sentir orgullo y que, en la universidad y en los
colegios -cada día más arrinconados-, ejercen esta noble actividad y
son ejemplos de dedicación a la enseñanza y al cultivo de este saber
que pregunta y, a la vez, se cuestiona a sí mismo.
Una de las grandes ausencias en todo este conflicto social es,
precisamente, la filosofía, el pensamiento crítico y, en general, las
humanidades. Las preguntas esenciales acerca de la educación no se
hacen. Es ostensible que ni el Presidente de la República ni los
dirigentes estudiantiles (para qué decir los otros) tienen la
necesaria formación en esta área. Hoy, se enfrentan una mentalidad
técnica versus otra ideológica, ambas romas, cerradas, sin fisuras.
¿Hay alguna posibilidad de encuentro? Si en nuestros colegios se
enseñaran mejor las humanidades, si tuvieran un lugar importante en la
sociedad, quizás el diálogo fuese posible y fructífero. La filosofía
adiestra la razón en el intercambio reglamentado de argumentos.
Nuestra civilización es dialógica y la filosofía es maestra del
diálogo. No dar golpes en la mesa, sino intentar la búsqueda de
soluciones mediante la razón es uno de los rasgos más admirables de la
tradición occidental. Las "porquerías" del señor Martínez son las
"noblezas" que faltan.
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