por Hernán Büchi Diario El Mercurio, domingo 3 de julio de 2011http://diario.elmercurio.com/2011/07/03/economia_y_negocios/enfoques/noticias/5CF35121-21FD-43D2-A2DB-6D441668BE0D.htm?id={5CF35121-21FD-43D2-A2DB-6D441668BE0D} Si bien en las últimas semanas ha imperado la incertidumbre en la economía mundial, los avances recientes sobre financiamiento a Grecia y un horizonte de recuperación de la producción global y de menos inflación en China comienzan a tranquilizar los ánimos. Paradójicamente, en Chile, que muestra buenas cifras de crecimiento y en que las expectativas de inflación se han moderado, el ambiente se ha enrarecido. Hay confusión y desconcierto. A ello ha contribuido el conocimiento de malas prácticas financieras y la organización de diversas manifestaciones que han alterado el orden público, a veces con violencia. La intervención de actores políticos que, aprovechando el foco público, hacen declaraciones de todo tipo no ha hecho más que aumentar la incertidumbre. Fue un duro golpe la revelación de una desinformación grave respecto de los datos contables de La Polar. La empresa habría evitado provisionar sus préstamos de dudosa recuperación renegociando unilateralmente y manteniéndolos vigentes. Con ello, su patrimonio se habría abultado engañando a accionistas y acreedores. Desgraciadamente, son parte de la naturaleza humana el oportunismo y el engaño. Al comienzo de estas líneas hablamos de Grecia; por lo que se conoce, ese país logró endeudarse más y por más tiempo, desinformando sistemáticamente sobre su real situación. Probablemente impedir estos actos no es posible. Pero una buena institucionalidad debiera lograr que sean excepcionales, de efecto limitado y con reglas claras para castigar a los responsables. Afortunadamente, esa es la realidad de Chile. Pero este episodio también tiene otra arista. Se habrían renegociado deudas sin conocimiento de los deudores, y ello no es razonable. Aparentemente, los clientes renegociados serían morosos, y por ello les corresponderían intereses punitarios, y en esa perspectiva debieran mirarse los costos involucrados. Basta ver las multas e intereses que cobra el Fisco ante las demoras en el pago de impuestos. Es de esperar que las decisiones que se adopten no sean precipitadas y rompan el delicado balance que ha permitido a Chile democratizar el crédito haciéndolo accesible a muchos. El recuerdo de las protestas de la era Bachelet, la visión de lo ocurrido en países árabes y recientemente en Europa, más las facilidades que dan los medios modernos de comunicación, han hecho proliferar manifestaciones de todo tipo: en Calama, vecina de Chuqui, para nacionalizar el cobre; estudiantes universitarios de instituciones que reciben aporte fiscal, concertados con sus autoridades, pidiendo dinero aunque siguen consignas ideológicas que propugnan despreciarlo. Tan contradictorios son, que no se inhabilitan al pedir dinero como interesados directos y pretenden impugnar al ministro de Educación por haber creado con éxito una universidad, dentro del marco de una ley restrictiva que le impidió recibir esos aportes. Los estudiantes secundarios, aparentemente buscando libertad, quieren impedir que una mayoría siga eligiendo educación privada, y por la fuerza no dejan a otros estudiar. Lo más curioso es ver a miembros del Parlamento protestar, incomodando a terceros, cuando no les gusta el resultado del funcionamiento institucional. Habría que ver qué argumentan para que los ciudadanos obedezcan las leyes que proponen y dictan cuando a ellos no les gustan. Chile tiene una institucionalidad democrática. Expresarse sin perturbar a otros y sin violencia es parte de ella. Pero hacerlo con fuerza y molestando a terceros la destruye y genera el caos y el imperio del más fuerte. Ayuda a la confusión que quienes fueron elegidos por mayorías pacíficas y con un mandato de progreso y libertad no hayan podido transmitir, que si bien son pacientes, no se dejarán arrastrar amedrentados por los intolerantes. Chile se recupera y el mundo lo acompaña. La oportunidad es única para consolidar el desarrollo y seguir creando mejores mecanismos que igualen oportunidades. Generalmente ello se contradice con las propuestas de los más organizados y vociferantes, y ojalá no nos impongan sus preferencias.
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