Piglia: mecanismos de lectura

por Juan Villoro

Leer es confiar en la imaginación, en la autoridad de un orden alterno. Por eso Piglia se ha referido a la lectura como una "utopía particular".  

 
Ricardo Piglia acaba de obtener 
el Premio Rómulo Gallegos 
por su novela Blanco nocturno. 

Así se avala un libro 
de desafiante creatividad 
y una de las trayectorias 
de mayor tensión intelectual del idioma.

El gran tema de Piglia es la lectura. 

En La ciudad ausente 
concibe una máquina para contar historias. 

Este dispositivo depende de una técnica sofisticada. 

En otro texto, la capacidad de narrar 
deriva de un engaño tan sencillo como eficaz: 
dos enfermos que comparten un cuarto; 
ninguno de los dos puede moverse; 
uno de ellos tiene cerca una ventana 
y cuenta lo que observa en la ciudad. 

Así matan el aburrimiento. 

La relación de hechos se vuelve 
progresivamente intrincada, apasionante. 

Luego sobreviene la sorpresa: 
la cama del hombre
que veía por la ventana queda libre 
y el otro puede cambiarse ahí. 

Descubre que la ventana da a un muro. 
El relator no veía el mundo, lo inventaba. 

Una perfecta metáfora del pacto literario: 
uno fabula a condición de que otro crea.

Leer es, precisamente, confiar en la imaginación, 
en la autoridad de un orden alterno. 

Por eso Piglia se ha referido a la lectura como una "utopía particular".

Hay, por supuesto, distintas maneras de leer. 

De niño, Piglia vivía cerca de la estación de trenes de Adrogué. 

Cuando la gente llegaba ahí después de trabajar en Buenos Aires, 
él se sentaba afuera de su casa, con un libro en las manos, para hacerse el interesante. 

Sabía que los libros daban prestigio, pero aún no los consideraba una forma del placer. 

Una tarde, un paseante se interesó por él y le explicó que estaba leyendo el libro al revés. 

La pose había sido descubierta. Desde entonces, Piglia se interesó, no sólo en leer, 
sino en explorar la posibilidad de hacerlo propositivamente de cabeza. 

En Formas breves, Crítica y ficción o El último lector se ocupa de manera obvia de la lectura. 

Pero todas sus historias aluden a esta acción esencial. 

En la trama policiaca de 'Plata quemada' la lectura 
tiene que ver con la interpretación de claves; 
en 'Nombre falso', se asocia 
con la hermenéutica y el análisis textual; 
en 'La loca y el relato del crimen', permite descifrar un enigma 
en la transcripción de un delirio paranoico. 

La indagación de signos prosigue en su novela más reciente. 

'Blanco nocturno' se ubica en la pampa, 
un vacío donde el viento estimula invenciones.

Piglia combina un enigma policial 
-el asesinato de un forastero- 
con la invención de una máquina. 

Dos gemelas que han vivido ahí 
con duplicada belleza, 
se adentran en una trama violenta. 

Mientras tanto, su hermano 
se evade creando un artilugio 
que llama "la fábrica". 

En la soledad del campo, 
trabaja con la obsesión del fanático: 
un personaje de Borges en una trama de Arlt. 

Poco a poco se revela el sentido de su invento: 
es un medio de transporte que no ha sido creado 
para ir lejos sino para que las cosas se acerquen. 

Una máquina para aproximar el mundo. 
¿Hay mejor definición de la lectura?

Una figura inmóvil aparece en una ventana: es La Lectora. 

La madre de las gemelas 
y del inventor lee sin detenimiento, 
bajo una lámpara encendida. 

La imagen confirma que la novela explora la legibilidad de lo real.

También el título alude a la interpretación. 

Durante la guerra de Las Malvinas los ingleses 
contaban con un aparato para ver de noche y "blancos nocturnos". 

Desde el punto de vista óptico, superaban al ejército argentino. 

La metáfora de un país que va ciego a la guerra es clara. 

Pero Piglia no escribe un libro sobre esa contienda sino sobre el acto de entender. 

Con absoluto dominio de los escenarios 
muestra que la literatura es un arte visual 
(el "blanco" descubierto en la noche).

En la pampa la falta de señas de orientación causa vértigo. 
¿Cómo conservar el rumbo en una geografía que se calca a sí misma? 

Los gauchos duermen con la silla de montar 
orientada hacia el sitio al que se dirigen. 
Sólo así al despertar saben a dónde van. 
La montura es la única brújula en una tierra indiferenciada.

El trayecto no se define por la meta sino por el itinerario. 

El paisaje depende de la forma en que es atravesado. 

Ninguna imagen mejor para la singular estrategia narrativa de Ricardo Piglia.
 

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