Periodismo de investigación - versión 2.0‏ con comentario de RRA

Opinión
Periodismo de primera necesidad
Cecilia García Huidobro, McA
Diario El Mercurio, Lunes 20 de Junio de 2011
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2011/06/20/periodismo-de-primera-necesida.asp

Décadas atrás, el periodismo de investigación era visto en Chile como
una excentricidad gringa, propia de colegas que, entre hamburguesas y
pizzas recalentadas, se ocupaban durante años de desentrañar una
oscura madeja de relaciones e intereses velados.
Es cierto que en las escuelas de periodismo se estudiaban libros tipo
"La orquesta roja", de Perrault, como modelo de narración de hechos
reales. Pero no eran historias que denunciaran verdades ocultas. En
rigor, ese libro es una sobresaliente expresión de periodismo
narrativo más que de periodismo de investigación, lo que demuestra que
esta última praxis no estaba en el horizonte formativo.

Una de las pioneras en el género fue Florencia Varas, cuya obra se
abrió paso en medio de las adversidades comunicacionales de la época.
Años después, Ascanio Cavallo, Manuel Salazar, Patricia Verdugo y
María Olivia Monckeberg, entre otros, hicieron lo suyo. Recientemente,
nuevas generaciones han fortalecido la cultura democrática, iluminando
realidades que de otro modo permanecerían en la sombra. Pensemos en
publicaciones de Alejandra Matus, Andrea Insunza, Javier Ortega,
Cristóbal Peña, para mencionar algunas. Mónica González y el equipo de
Ciper son el referente más articulado por estos días.

Pero los avances tecnológicos han propiciado la instantaneidad más que
la observación detenida. Mucho consumo chatarra de comida, de
entretención e información. Poca investigación periodística, con
distinguidas excepciones que van desde la prensa escrita a la
televisión. Su desarrollo dista mucho de alcanzar la relevancia que
tiene en Estados Unidos y Europa. En Alemania, por ejemplo, el
periodismo de Günter Wallraff dio origen incluso a un verbo.
"Wallraffear" ( wallraffen en alemán) se utiliza para referirse a
investigaciones en profundidad, hechas con identidad ficticia. Gracias
a sus reportajes encubiertos, Wallraff ha dado a conocer condiciones
de vida que harían palidecer de envidia al mismísimo Charles Dickens.
Lo atractivo es que sus reportajes no apuntan tanto a los vicios
políticos como a situaciones de convivencia y calidad de vida,
cuestión que el caso de La Polar, sin ir más lejos, ha puesto en
evidencia en nuestro país.

Hoy, la magnitud de información -que, paradójicamente, hace más
desinformadas a las audiencias-, aconseja apostar por un periodismo de
investigación. De otro modo, en medio de la progresiva uniformidad en
que vivimos, habrá que darle la razón a Huxley: estamos en un mundo
feliz en el que jamás hubiéramos querido vivir.

Comentario (RRA)

Con el periodismo de investigación
tengo sentimientos encontrados.

Por una parte, reconozco, agradezco
y celebro su aporte, que contribuye
a revelar a la opinión pública
situaciones (relevantes y graves
en muchos casos) que, probablemente
de otra forma nunca habrían salido a la luz.

El problema es que en el intrincado
ensamblaje de nuestra sociedad contemporánea,
se produce el fenómeno que apuntaba Wilde:
'La verdad rara vez es pura, y nunca simple'.

Muchas veces uno lee o ve
-y me refiero al caso chileno-
incluso en el periodismo
de investigación de mayor prestigio,
conclusiones taxativas a partir de la edición
de una mezcla de fuentes de diversa calidad
que configuran o pueden configurar,
por dar un ejemplo, un asesinato de imagen
de un personaje ya fallecido
que no está en condiciones de defenderse
y que pondría a sus seres queridos
en la necesidad de hacerse cargo
de algo que el periodista no ha
configurado como una instancia
como para iniciar,  una acción
en los tribunales de estar el sujeto
cuestionado con vida.

¿Cómo reaccionar?
¿Darle al periodista el crédito
de un interlocutor válido,
sobre hechos que el o la periodista
ha construido con más voluntarismo
y animosidad que con pruebas?

El poder de una cuidada edición  periodística
puede dar la impresión a las audiencias,
que suficiente investigación seria,
reunida por los profesionales de la información
basta para cerrar los temas
en cuanto  a conocer la verdad.

Igual, hay que perseverar, buscar y decir la verdad,
ya que volviendo a Wilde: Si uno dice la verdad,
tarde o temprano será descubierto.

Ah, algo más.

El conocimiento es importante,
porque descubre patrones,
regularidades (o irregularidades)
a partir de un conjunto de datos
que selecciona o que obtiene
tras arduo trabajo.

Si hay honestidad, coraje
y metodologías adecuadas,
éstas pueden convertirse
en verdadero conocimiento.

El desafío es que de dicho
corpus de conocimiento acumulado
-que ya es un gran logro-
seamos capaces de destilar
algunas gotas de sabiduría
que junto con abrirnos
a la posibilidad de aproximarnos
a la verdad, podamos convertirnos
a la vez en personas más sabias,
honestas, íntegras, justas
y a la vez cada vez
más compasivas y misericordiosas,
sobre todo con el débil, el pobre,
la víctima, sin olvidar al victimario.

Conmueve al respecto
el testimonio del padre Mariano Puga.

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