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La genialidad no residiría en las neuronas

Células cerebrales ignoradas hasta hoy harían la diferencia:
por Sebastián Urbina
Diario El Mercurio, domingo 12 de junio de 2011http://diario.elmercurio.com/2011/06/12/ciencia_y_tecnologia/mas/noticias/B25088F2-005E-490A-A192-AC6711184D17.htm?id={B25088F2-005E-490A-A192-AC6711184D17}
 
Científicos investigan un verdadero cerebro paralelo, con su propio
sistema de comunicación, el cual influye en la eficiencia con que
trabajan las redes neuronales.
 
Se trata de un cerebro paralelo. Una especie de poder en la sombra
que tiene la facultad de potenciar o atenuar las capacidades
intelectuales de cada cual.
Una potente red de células que finalmente domina los circuitos neuronales
y cuya importancia se empezó a vislumbrar en la década de 1980.
 
En ese tiempo, la profesora de la Universidad de Berkeley Marian Diamond
se consiguió algunas muestras del cerebro del físico Albert Eisntein,
las que comparó con las de otros 11 hombres corrientes.
 
A esta investigadora le llamó la atención que en el genial Einstein
las llamadas células de la glía -consideradas como un simple cemento
que mantiene unidos los circuitos neuronales-
duplicaban en número a las que tiene una persona promedio.
 
A pesar de las críticas que recibió el estudio de Diamond,
fue el primero que hizo sospechar que la glía,
que representa el 85% de las células nerviosas del cerebro,
era mucho más que un pegamento para mantener unidas a las neuronas,
que son sólo el 15% restante de estas células.
 
Hubo que esperar hasta los años 90 para comprobar
que las células de la glía se comunican
a través del calcio que intercambian entre ellas.
 
De esta forma pueden fortalecer o debilitar
las conexiones sinápticas de las neuronas,
así como controlar la velocidad del impulso nervioso.
 
Y son justamente estos factores los que harían
la diferencia entre una persona promedio y alguien genial,
quien con su mirada particular logra cambiar el mundo, sin vuelta atrás.
 
Para el doctor Francisco Aboitiz, director del Centro Interdisciplinario
de Neurociencia de la Universidad Católica, aunque estamos ante datos
que son "llamativos y de interés, faltan estudios en que participen más genios,
algo que es difícil, porque son casos esporádicos y que duran poco".
 
Este académico destaca, por ejemplo, que
"Einstein publicó toda su teoría en sólo un año
[eso no es verdad; si bien es cierto que tuvo su annus mirabilis
en 1905, con la explicación del efecto fotoeléctrico,
la formulación de la relatividad especial, la equivalencia
entre la masa y la energía y otro par de contribuciones
importantes relacionadas con los calores específicos
y una explicación atómica del movimiento browniano,
la formulación de la relatividad general, su contribución
más importante, la completó diez años después]
y en el caso del matemático John Nash -personificado por Russell Crowe
en la película 'A beautiful mind'- tuvo sólo una idea brillante en su vida".
[Tal vez, la mayoría de los genios califican como tales,
con una sola idea brillante que hayan conseguido
hacerla trascender y cambiar el mundo.
Por otra parte, el efecto del entorno
que prepara la tierra, convirtiéndola en humus fecundo
para que eclosionen las ideas de un "genio".]
 
El otro cerebro
 
Para el investigador de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. (NIH),
Douglas Fields, autor del libro "The other brain", estos hallazgos
"nos han llevado a revisar cómo trabaja el cerebro".
 
En su opinión, las neuronas ganaron protagonismo
porque eran más fáciles de estudiar,
ya que se puede registrar su actividad eléctrica.
 
La glía, en cambio, empezó a estudiarse
con más detalle hace poco más de una década.
 
Pero también hay diferencias estructurales en el cerebro de un genio,
según explica Rex Jung, neurocientista de la Universidad de Nuevo México.
 
En sus estudios ha descubierto que las personas geniales
tienen menos cantidad de tejido cerebral, en especial en la corteza frontal.
 
Se trata de un área ejecutiva
que evalúa las situaciones
y frena las respuestas impulsivas.
 
Al tener menos tejido en esa zona,
se produciría una desinhibición
que le permite a la persona genial
relacionar ideas y conceptos
que parecen completamente desconectados.
 
Esto les sucede en menor escala
a muchas personas en la mañana,
cuando están soñolientas
y con su corteza frontal menos activa.
 
Es el momento de las grandes ideas.
 
Son estas mismas áreas
las afectadas en problemas de salud mental,
como la esquizofrenia o el trastorno bipolar,
algo que confirma la asociación
que existe entre genialidad y enfermedad mental.
 
El psicólogo de la Universidad de California, en Davis,
Dean Keith Simonton, explica a "El Mercurio"
que el ambiente también es esencial
para la expresión de un genio.
 
"Involucra varios niveles, como el respaldo familiar,
la experiencia educacional y las personas
que le han servido de modelo en su vida", dice.
 
Esta es la razón de que los genios sean escasos,
ya que es difícil que todos estos factores
se sintonicen para que la creatividad
de estas personas se exprese al máximo.
 
Simonton llama la atención de que la genialidad
"puede surgir tarde en la vida, como es el caso de algunos filósofos".
 
De hecho, el cerebro no termina de madurar hasta bien entrados los 20 años,
mientras que la sustancia blanca -los cables de las neuronas
que transportan el impulso nervioso- sigue madurando hasta pasados los 40 años.
 
Un estudio publicado en 2009
demostró que cuando a personas mayores
se les enseña malabarismo y se ejercitan a diario,
presentan cambios notorios en la sustancia blanca.
 
Para el doctor Aboitiz no hay recetas mágicas para la genialidad.
 
"Hay que mantener el equilibrio con los niños.
Darles lo que necesitan, para que así ellos
desarrollen el potencial que tienen", concluye.

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