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La bancarrota de los ricos y la ingenuidad de los pobres


por Jorge Quiroz, Economista
Diario El Mercurio, Economía y Negocios,
Sábado 21 de Mayo de 2011http://diario.elmercurio.com/2011/05/20/economia_y_negocios/opinion/noticias/6D83A1F6-14E3-4CA6-A879-234B9E7258C9.htm?id={6D83A1F6-14E3-4CA6-A879-234B9E7258C9}
 
"Nuestro dinero, la corona austríaca, circulaba en forma de
resplandecientes monedas de oro, y aseguraba así su inmutabilidad"
(Stefan Zweig, "El Mundo de Ayer").
 
Así era en Austria en 1914. Seis años después, el oro era papel y la
inflación superaba el 100% mensual. La debacle tuvo la causa de
siempre: déficit fiscal descontrolado como resultado de la falta de
acuerdo político; la consecuencia fue emisión y, al final del día, la
dislocación del sistema de pagos.
 
Hoy las cosas en Europa son sólo ligeramente distintas: bajo un aura
de pretendida normalidad, la tormenta nuevamente se avizora. La
emisión, si bien está fuertemente controlada por el Banco Central
Europeo, ha sido sustituida por deuda creciente que ahora el mercado
comienza a descontar fuertemente.
 
Países como Grecia y Portugal, y en buena medida también España e
Italia, enfrentan la combinación clásica que precede al desastre:
deuda pública insostenible, en torno al 100% del PIB o más; déficit
fiscal superior al 5% del PIB; elevado déficit en cuenta corriente;
recesión o crecimiento cercano a cero; y desempleo de más de dos
dígitos.
 
El elevado desempleo sugeriría hacer política fiscal activa, pero ello
es imposible dado los niveles de la deuda pública y el déficit en
cuenta corriente. Inversamente, la solución de ajuste fiscal es
políticamente impensable por el alto desempleo. Si no se hace nada, el
asunto empeora cada día como resultado de la ausencia de crecimiento.
 
Por ahora la respuesta han sido paquetes de ayuda y "programas de
ajuste" que no se cumplen. Los que financian la ayuda, Alemania en
particular, ya pierden la paciencia. Esa forma de solución, que es más
bien una forma de negación, tendrá su fin.
 
La receta sería devaluar. La devaluación resuelve los problemas de
fondo porque lejos de la negación reconoce lo obvio: que se es más
pobre de lo que se pretende.
 
Pero como esos países abandonaron su moneda local, les es imposible
devaluar, y China no les va a facilitar el camino revaluando.
 
¿Dónde termina el asunto entonces? Indefectiblemente, en el abandono
del Euro por parte de algunas de esas economías y la reestructuración
forzosa de deuda.
 
Eso se llama debacle.
 
¿Quién pierde en ese desenlace? Entre otros, los que hayan decidido
comprar y seguir manteniendo bonos de deuda pública de esos estados,
lo que incluye a las principales economías europeas. Por efecto
contagio, parte de la pérdida la terminarán haciendo los países más
pobres que a través de fondos soberanos, fondos de pensiones y otros
vehículos están expuestos a Europa.
 
Paradójicamente, son los países "ricos" los que están en bancarrota y
los "pobres" los que tienen parte de la exposición al riesgo.
 
En ese contexto, la supervisión financiera en Chile debiera
redoblarse. Parece increíble que en Chile, mientras la nieve que
anuncia el alud se acumula, toda la discusión financiera esté centrada
en otros temas, como si la solvencia bancaria fuese un dato, tan
inmutable como alguna vez creyeron los austríacos que era su dinero.
 
Bancos extranjeros con licencia en Chile emiten bonos en dólares en el
exterior con el emisor definido como el banco en Chile, no la casa
matriz, porque a fin de cuentas, mentiras de clasificadores de riesgo
aparte, el riesgo de Chile es sustancialmente menor que el de
Portugal, el de Italia o el de España.
 
¿Sabemos cuál es la exposición de nuestro sistema financiero y de
pensiones a una debacle en Europa? ¿Estamos haciendo el trabajo que
realmente se requiere en esta hora?

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