Valparaíso

por R. Rigoter
Diario El Mercurio, Día a Día, Domingo 29 de Mayo de 2011
http://blogs.elmercurio.com/editorial/dia-a-dia/valparaiso.asp

Este año decidí pasar en Valparaíso las celebraciones del 21 de Mayo. Me alojé en uno de los tantos hoteles que han poblado los cerros y me sumergí en el ambiente fascinante del puerto. ¿En qué consiste su embrujo que subyuga? Es una mezcla entre una geografía desconcertante, un mar de un insolente azul que reemplaza a la cordillera como trasfondo, una arquitectura distinta, de viejas casas revestidas de planchas de zinc que se equilibran con singular osadía sobre los abismos, unos laberintos de estrechos callejones empedrados y escaleras que serpentean entre viviendas de donde se asoman furtivamente gatos y se exhibe, sin pudor alguno, la ropa tendida. Ciertamente no es de una belleza perfecta. Hay grafitis por doquier, desperdicios y mucha ruina en espera de mejor destino. Pero es esa misma imperfección la que le da un toque profundamente humano.
Valparaíso produce una cierta tristeza vaga, profunda y sosegada, quizás por la añoranza de un modo de vida que ya se fue. La del viejo puerto pleno de actividad comercial y de progreso, donde pululaban numerosos inmigrantes que aún conservaban su lengua y sus costumbres. La de una ciudad que una vez equilibró la hegemonía de la capital.
Por supuesto que su embrujo no alcanzó a los manifestantes vandálicos, quienes, en su impaciencia destructora, ni siquiera se dieron tiempo para contemplar la bahía desde el Paseo Gervasoni. Quizás se hubieran pacificado sus espíritus.

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