Por asociación, al leer el artículo de Joe Black
del domingo pasado en el cuerpo Reportajes
del diario El Mercurio, titulado 'Desuniones de hecho'
me acordé de lo que el físico austriaco Wolfgang Pauli
le dijo una vez a Einstein,
cansado ante la insistencia
del autor de la teoría de la relatividad
en proseguir la infructuosa búsqueda
de una teoría unificada
en las últimas décadas de su vida.
«Lo que no ha unido Dios, que no lo una el hombre»
Pauli era conocido por su crítica corrosiva
y demoledora, aunque no siempre
lo acompañó el buen juicio.
Más de alguien perdió la oportunidad
de descubrir algo importante
desalentado descalificadoramente por Pauli.
Con todo, Pauli, era considerado
un Papa de la física,
alumno del gran Arnold Sommerfeld,
se dio a conocer con una monografía
acerca de la relatividad general
alabada por Einstein
-un clásico hasta el día de hoy-
cuando dicha teoría de gravitación
no tenía más de cinco o seis años de vida
y Pauli rondaba los veinte años.
Tal vez la voz más autorizada en física teórica de su tiempo,
con importantes contribuciones a la mecánica cuántica,
uno de sus pioneros.
Entre sus muchas contribuciones, menciono
solamente dos: el principio de Pauli,
y su postulación acerca de la existencia del neutrino
apelando a la ley de conservación de la energía.
Un gran maestro, sin duda. Era tan exigente
y perfeccionista consigo mismo y con los demás.
Era considerado como la encarnación de la "conciencia de la física".
Para expresar su disgusto
por una nueva proposición física mal formulada
replicó en una seminario en Princeton
diciendo "is utterly wrong, or not even wrong".
Es decir, ni siquiera está bien planteada
como para poder discernir si la propuesta es correcta o no.
Sabía tanto que una vez afirmó:
«Me he convertido en un anciano cuántico»,
aunque no alcanzó a cumplir las seis décadas de vida.
Hay muchas historias entre los físicos
acerca de él. Me acuerdo de una foto
en que aparece escribiendo las ecuaciones
de Maxwell, con un error de signo,
lo que llamó mucho la atención
porque se le consideraba prácticamente infalible.
Los físicos experimentales lo temían
porque circulaba entre ellos
la leyenda del Efecto Pauli,
que consistía en que
los aparatos dejaban de funcionar
o funcionaban mal, cada vez
que Pauli se asomaba a un laboratorio,
razón por la cual le tenían prohibido
acercarse a dichos recintos,
territorio de los físicos experimentales.
Él estaba conciente de su (mala) fama
y gozaba cada vez que se verificaba
el "efecto Pauli".
Hay una historia apócrifa
que dice que en una ocasión,
pretendiendo gastarle una broma,
colocaron un balde con agua
con un dispositivo que haría
derramarse el agua sobre
la persona que abriera la puerta.
Cuando Pauli
cruzó el umbral,
el dispositivo no funcionó.
La leyenda continúa diciendo
que mientras verificaban
posteriormente la causa de la falla,
el líquido se derramó sobre
los que habían gestado la broma.
Probablemente llegaron demasiado lejos
con la imaginación al elaborar esta historia.
Hay también una simpática imagen
en que aparece con el gran Niels Bohr
ambos casi en cuclillas
observando como niños
el girar de un trompo,
objeto de estudio por parte
de los físicos y modelo
para entender interesantes
propiedades desde el nivel atómico,
al juego propiamente tal,
el giro de nuestro planeta,...
Tuvo además encuentros con Carl Jung
con el que colaboró en su teoría de la sincronicidad.
Me parece recordar haber leído por ahí
que se sometió a extensas sesiones
tratando de lidiar con las complejidades
y conflictos de su lúcida y torturada mente.
Obtuvo el Nobel, nominado por Einstein,
premio que llegó más bien tardíamente
a mediados de la década del cuarenta.
Fue el propio Einstein quien pronunció un discurso
en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton,
-lugar en el que Pauli se encontraba trabajando
cuando llegó la llamada desde Estocolmo-
y en el que el más grande físico teórico del siglo XX
lo consideraba un hijo y su sucesor...
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