Lo que está enterrado debajo de los escombros de la memoria...‏

Aquí se construye
por Francisco Mouat
Diario El Mercurio, Revista Sábado, 15 de Enero de 2011http://blogs.elmercurio.com/revistasabado/2011/01/15/aqui-se-construye.asp
 
 
Anoche nos reunimos un grupo de ciudadanos
a ver la película documental Aquí se construye, de Ignacio Agüero.
Para hacerla completa, invitamos a la sesión al propio realizador,
que aceptó encantado y nos acompañó antes y después de la exhibición.
 
El documental dura 75 minutos, pero pareciera que pasan tres horas de
comienzo a fin:
el espesor de sus imágenes, el valor de lo hallado en los casi tres
años de filmación, entre 1997 y 2000,
la calidad del montaje y la banda sonora expresan con elocuencia la
paciencia de un artista
que batalló con un cerro de materiales para darle forma definitiva
a lo mirado durante todo el tiempo en que la película vivió dentro suyo.
 
Le preguntamos por el germen de Aquí se construye,
y la respuesta fue doméstica, hablaba de estar atento
a lo que se cruza frente a nuestros ojos
y solemos desatender por cotidiano:
el autor bajaba diariamente desde El Arrayán hasta Providencia en auto
a dejar a un hijo al colegio, y advertía en el camino que la ciudad,
su ciudad, las fachadas, las calles, las casas y los edificios
cambiaban a una velocidad impresionante,
la mutación era tan veloz que no se alcanzaba
a retener imágenes de lo anterior, de lo antiguo,
porque esas imágenes remotas
que ya no se podían recordar
eran barridas por una maquinaria de demolición
y de construcción que levantaba una nueva ciudad,
de otros colores y formas, simplemente distinta.
 
De tanto ver en el camino, a Ignacio Agüero
le pareció que había una película posible,
y así fue como comenzó Aquí se construye:
registrando con una cámara
decenas de demoliciones
a barrios residenciales completos,
cuyas casas añosas eran echadas abajo
y reemplazadas por edificios y condominios.
 
Me detengo en la paciencia del realizador.
Me detengo en la virtud de la paciencia
para sostener la mirada
todo el tiempo que sea necesario.
 
Inevitablemente, si nuestra disposición es a mirar,
y cuando se mira también se escucha,
y cuando se escucha se oye dos veces,
lo que suena frente a nosotros
y lo que resuena dentro nuestro;
decía entonces que si nuestra disposición es a mirar,
tendremos la oportunidad cierta de realizar hallazgos en el camino,
perlitas en bruto que domesticadas en parte por la emoción y la razón
formarán parte de nuestro nuevo equipaje.
Es con ese equipaje que se hacen las películas,
que se escriben los libros,
que se enseña a unos niños
en una escuela apartada
por el gusto del profesor
de permanecer en contacto
con otros planetas vivos.
 
Agüero cultiva la paciencia y va encontrando:
un muro que divide a una casa tradicional de Providencia
de un nuevo modo de habitar la comuna,
una familia de descendientes de alemanes
que resiste en una casa isla
en medio de nuevas torres en construcción,
rodeados de bichos y animales y plantas y árboles
y musgo y humedad de verdad,
no como la madera de mentira que parece húmeda
y que piensan los arquitectos y constructores
colocar en el edificio que construyen en el sitio de al lado.
 
El tiempo transcurre y pasan cosas:
el profesor de ciencias que habita esta casa isla
en venta es operado con éxito del corazón,
su madre enferma de cáncer y muere,
la reja de toda la vida no resiste en pie
y debe ser reemplazada,
nace una camada de perros salchicha.
La cámara omnipresente no juzga, mira.
No pierde tiempo en discursos preconcebidos.
Dibuja un nuevo discurso,
inesperado incluso para el propio realizador.
 
Me detengo en la disposición de Agüero
para dejarse sorprender durante la realización.
Agüero nos dice que quiere mucho a esta película
y que una de las cosas que más le gusta de ella
es que, durante todo el tiempo en que la estuvo pensando,
sintió que Aquí se construye era su primera película
y que no debía obedecer a fórmula alguna.
 
En rigor, Aquí se construye era como su quinta o sexta película,
pero él la trataba del único modo en que se hace con el arte:
como la única que cuenta y la más importante.
¿Hay una película más importante
que aquella en la que estás metido
con el agua al cogote y el barro en los pies
en el mismo momento en que la estás realizando?
Agüero se siente satisfecho de lo que hizo,
pero entiende que aquella película
está terminada al menos de su parte
y que el trabajo con ella
le corresponde ahora a sus espectadores.
No le quita el sueño que sean muchos o pocos.
No lo dice, pero probablemente
lo que más le gustaría
es que esos espectadores
se conmovieran viendo
 
Aquí se construye
y pensaran en sus propias demoliciones.
Es lo que nos ocurre viéndola.
Casi todos los que vivimos en esta ciudad
llevamos a cuestas alguna demolición:
la casa que habitamos cuando niños,
el patio de nuestros abuelos,
la calle en que jugamos a la pelota,
el almacén de la esquina
donde íbamos a comprar helados,
el colegio al que fuimos,
los amigos y amores y familiares
que están enterrados debajo
de los escombros de la memoria.

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