En nombre de la naturaleza
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“¿Quién nos devolverá los viejos árboles perdidos?”, se preguntaba Luis Oyarzún enDefensa de la Tierra (1973), su libro póstumo y que acaba de ser reeditado por Ediciones Biblioteca Nacional, en una iniciativa institucional que tiene por objetivo rescatar el patrimonio bibliográfico del país.
En una nueva y cuidada edición, que incluye materiales inéditos del autor, la última reflexión de Oyarzún se nos presenta con irónica actualidad. El autor realiza una serie de meditaciones de carácter estético y literario sobre la situación contemporánea de la tierra y de los bosques chilenos, históricamente arrasados en función del progreso y de intereses económicos particulares. Oyarzún, que veía en el desinterés político y cultural el comienzo de la destrucción del medioambiente, advertía en la sequía del norte, en los incendios forestales del sur y en el smogsantiaguino, el ocaso definitivo del país. Defensa de la Tierra es una advertencia premonitoria, una alerta de algo catastrófico por venir, y que hoy nos hace sentido por la evidencia de los últimos acontecimientos.
El cambio climático parece irreversible y se ha escrito mucho sobre aquello, pero Oyarzún hace 45 años ya nos advertía sobre las consecuencias de nuestra irresponsable conducta. “La preservación del suelo es un deber sagrado”, sostenía consternado, mientras contemplaba, en su último tiempo de vida, la selva valdiviana. Su “militancia ecologista” -en palabras de Óscar Contardo, autor de su biografía- vuelve a ganar terreno con esta indispensable publicación.
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