Testimonio de un veterano de tres conflictos armados: Guerra del Pacífico, la Pacificación de la Araucanía y la Guerra Civil del 91‏

JUAN MANUEL VIAL, 
guerra

Testigo privilegiado


La gestación de este libro fue curiosa: a mediados de los años 60, Guillermo Parvex recibió de manos de su abuelo una serie de manuscritos que contenían las transcripciones que éste había efectuado tras largas conversaciones con su amigoJosé Miguel Varela, un veterano de los tres conflictos armados que se aluden en el título (Guerra del Pacífico, la Pacificación de la Araucanía y la Guerra Civil de 1891). No fue hasta el año 2004 que Parvex reparó en la importancia del material que tenía a su disposición, un verdadero “tesoro histórico”, según lo dice él mismo en las palabras preliminares del volumen. Luego del hallazgo, Parvex se empeñó en “una difícil transcripción, ya que la mayoría de los apolillados y humedecidos escritos se desintegraba al menor movimiento”. Finalmente, el hombre les dio un orden cronológico apropiado a los textos y se encargó de comprobar que el asunto, que tenía unas 400 carillas de extensión, no fuese “un relato novelesco”, sino que efectivamente se tratara de la biografía de José Miguel Varela.
Un veterano de tres guerras es el recuento de un protagonista, no el de un historiador ni de un intérprete lejano. Consecuentemente, el lenguaje de la narración es sencillo y preciso, y el énfasis corresponde al ámbito de lo anecdótico, aunque en este punto es legítimo insistir en algo relevante:Varela vivió en carne propia varios de los hechos clave que forjaron la situación de Chile durante los últimos y dramáticos 25 años del siglo XIX (combatió en las campañas cruciales de la Guerra del Pacífico, ejerció como jefe de la Comisión Repartidora de Tierras de La Frontera y escapó malherido de la batalla de Placilla, defendiendo hasta el último instante al gobierno constitucional de José Manuel Balmaceda).
De profesión abogado, Varela se enroló en el ejército chileno como tantos otros civiles en 1879. Provinciano, oriundo de Melipilla, miembro de la clase media ilustrada de su época, el protagonista comparte aquí interesantísimos detalles de la vida militar y de las campañas en que participó como miembro de la caballería. Los excesos de la soldadesca chilena tras la batalla de Chorrillos, por ejemplo, están muy bien descritos, ya que a él mismo le correspondió ajusticiar a varios de los insubordinados de aquellas vergonzosas jornadas. La entrada de los escuadrones victoriosos a la ciudad de Lima también es memorable, así como lúgubre y perturbador es el arribo de Varela al pueblo de La Concepción pocas horas después de que los 77 soldados que defendían la plaza en la sierra peruana fueran masacrados por las montoneras enemigas.
Tras ser nombrado por el Presidente Balmaceda a cargo del reparto de tierras en la Araucanía, Varela vislumbró con rapidez cuál era realmente el problema en la zona: los latifundistas se valían de todo tipo de argucias para despojar a los indios de sus territorios ancestrales. Al oponerse a las malas prácticas de los poderosos, nuestro hombre se ganó feroces enemigos que incluso atentaron en contra de su vida. Otra situación poco conocida que le tocó enfrentar fueron las constantes escaramuzas de militares argentinos en los alrededores de Lonquimay, expediciones sumamente sangrientas y bastante cobardes (los uniformados trasandinos mataban a mujeres y niños sin distinción).
El relato de la Guerra Civil de 1891 es notable e inquietante. No tan sólo por la cercanía que Varela tuvo con el presidente mártir, sino también por los espeluznantes reportes del comportamiento de la soldadesca victoriosa y sedienta de sangre (los despedazamientos de los generales Barbosa y Alcérreca, ambos presenciados por Varela, son episodios aterradores). Un veterano de tres guerras es un libro de memorias valioso y original. Así lo han entendido los lectores (el volumen va en su segunda reimpresión), y así también debiera entenderlo la Academia de Historia Militar: nada cuesta corregir las numerosas faltas de ortografía del texto cuando llegue el momento de volver a imprimirlo.

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