La refundación de la derecha

CLAUDIO ARQUEROS, 
jaime





Se han convertido en comunes las críticas a la derecha de un tiempo a esta parte. Se critican principalmente dos cosas: primero, su paralización discursiva  y un estancamiento político anclado en la lógica de la guerra fría. 
Sin embargo, como el último gran ideólogo que pensó un proyecto político para el sector a partir de la estructuración de una serie de principios y estrategias fácticas fue Jaime Guzmán,  la otra dimensión de las críticas se ha dirigido hacia una supuesta petrificación de su figura,precisamente por desarrollar un proyecto supuestamente limitado en su propio contexto. De este modo, se viene proponiendo revertir esta situación a partir de una refundación de la derecha.
Partiré por la segunda crítica. 
La “fosilización” de Guzmán supone que su proyecto sólo es posible en un contexto determinado (guerra fría, en este caso). Afirmar aquello es equivocado, porque si bien parte del proyecto político del senador efectivamente reposa en un marco histórico, finalmente su antropología y comprensión de los pilares sociales trascienden dicho marco.
Ciertamente el marxismo fue el adversario coyuntural que le tocó enfrentar desde su juventud hasta su muerte. Sin embargo, el marxismo fue el rostro de época de un problema de fondo que a Guzmán siempre le preocupó; a saber, el peligro que representaba el materialismo, ya sea en su condición colectivista-estatista, como también en su versión individualista que reniega de la espiritualidad y naturaleza humana. 
Por eso, dado  los conflictos y desafíos que enfrenta hoy nuestra sociedad, las ideas de Guzmán cobran plena vigencia y no pueden ser obviadas en el debate.
Respecto de la primera crítica, ciertamente resulta sensato compartir que la derecha vive un agotamiento discursivo, probablemente por una distancia con sus intelectuales y con la realidad ciudadana. Sin embargo, debemos ser honestos: esta tesis no es nueva. El profesor Carlos Frontaura denunciaba, comentaba y analizaba por el 2010 la carencia de relato de  la derecha, y las cosas no han cambiado mucho desde entonces.
Sin embargo,  más allá de los orígenes de la crítica al sector, si la derecha requiere refundarse, la pregunta que válidamente podríamos hacernos es, ¿bajo qué horizonte se piensa dicha refundación? ¿Bajo el horizonte fáctico o de los principios? Las opiniones son variadas.
Existe, por un lado, un cuestionamiento  reduccionista que se mueve en una dimensión teórica que la acusa de aplicar erróneamente, guiada por Guzmán, el principio de subsidiariedad. Una lectura detenida de Guzmán devela, sin embargo, el sentido prudencial y fundamentado en la doctrina social de la iglesia que éste hace de dicho principio.
De otro lado, existen también proposiciones refundacionales que parecen correr por la vía fáctica que sugieren detener reflexivamente al sector porque precisamente estaría agotado el relato. No obstante, no se considera en esta crítica la crisis misma de las humanidades y el déficit de los intelectuales de lograr influir en el debate. 
Pero tampoco se advierte la necesidad de comprender que  los principios, los ethos y el impulso a las vocaciones de servicio público deben potenciarse desde los institutos. En rigor, la acción política no puede paralizar todas las dimensiones que rodean lo político, porque aquella no se agota sólo en sus proyectos y prácticas. De hecho, es precisamente en este quehacer intelectual crítico, ajeno a dicho relato,  que se está tratando de generar un cambio al interior de la esfera política.
Queda pendiente a la derecha intelectual y política hacer frente a los desafíos y amenazas que deberá enfrentar la subsidiariedad en un imaginario de crisis de las hegemonías, de los liderazgos y de la concordia política, incluso dentro de la misma derecha. 
Aquello sería un avance en el horizonte político. Pues hasta ahora hemos estado detenidos principalmente en el diagnóstico

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