Modo "vacaciones"


"Los que estamos todavía en este estado celestial vemos pasar las horas en cámara lenta, reflexionando sobre las más nimias cotidianidades, sorprendiéndonos por cómo la luz cambia las cosas a cada segundo..."


Son pocos los que pensarán que esta no es la mejor época del año. Una fecha en que el espíritu se aquieta y el alma se esponja. Para los que están trabajando, levantarse ya no se hace una tarea titánica porque se puede dormir unos minutos más, esos que el resto del año hay que dedicar al neurótico tráfico matinal. Navegar por las calles citadinas se hace al son de los propios pensamientos, no de los bocinazos de los que siempre merecen pasar primero. Y no solo las calles parecen más amplias, también las oficinas, donde incluso falta el jefe, y si está, se va temprano.

Todo se siente más holgado: el ánimo, los pensamientos, el día (desgraciadamente no la ropa).

Los que estamos todavía en este estado celestial vemos pasar las horas en cámara lenta, reflexionando sobre las más nimias cotidianidades, sorprendiéndonos por cómo la luz cambia las cosas a cada segundo. Los pasos parecen hundirse más en la tierra y la vista se posa suave, pero profundo, sobre su objetivo.

Siento que los niños ríen más y lloran menos (algunos), e intercalan su caminata con pequeños saltitos, como si se les escaparan del cuerpo unos gramos de regocijo por tener a sus padres para ellos, si es que no son de aquellos adultos adictos al dispositivo electrónico de turno.

Estar en modo "vacaciones" es beneficioso por donde se lo mire. Nos sorprendemos de lo mucho que han crecido los sobrinos, los hijos o los nietos, y de que hablan de corrido con ideas propias y vidas que interesan. Los transeúntes saludan en la calle y los rostros amargados que hacen nata en un día cualquiera de julio escasean.

Hay personas cuyo modelo de fábrica no incluye el modo "vacaciones"; cuentan con otros varios, como los modos "tarea", "rutina" o "descanso". También hay modelos únicos, exclusivos, que vienen con uno solo para todos los momentos de la vida: el modo "yo" o de toque narcisista. Son los que describió Oscar Wilde con la frase "cómo puede ser alguien tan egoísta de pensar en sí mismo, en vez de pensar en mí". Nuestro mundo político tiene un puñado de modelos de este tipo, todos distintos, por supuesto.

Confieso que me agobian los modelos dotados con el modo "turbo", aquellos que se hacen más patentes en vacaciones porque todos los días organizan un asado, son amigos de todos los vecinos, practican todos los deportes, conocen hasta los más ocultos detalles del escándalo de turno y cuentan chistes a destajo. Aquí el modo "mute" se hace imprescindible.

Si hubiera un modelo universal con el modo "vacaciones" por defecto, otro gallo cantaría. La sintonía entre todos sería por un solo canal, sin ruido ni interferencias. Nadie podría argumentar un malentendido entre modelos por culpa de un sistema poco amigable con el del vecino. Habría menos casos Penta, HSBC o "nuera gates" y más conciencia del otro, con o sin señal. Es que la percepción en modo "vacaciones" es clave para el entendimiento, capacidad que se ha ido perdiendo entre tanto modelo con múltiples modos de alta sofisticación, pero en los que falla el sistema operativo más
básico de todos, la humanidad.

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