"Lamentablemente, los canales nacionales no lo han entendido así. Detenerse en cualquiera de ellos es una experiencia poco recomendable. No solamente por la frivolidad del contenido, sino también por los niveles de violencia física y verbal..."
La televisión no busca solo entretener. No, en serio. Puede ser difícil de creer, dada la programación de los canales nacionales, pero es cierto: puede informar, educar, modificar comportamientos, todo con importantes consecuencias sociales.
Esto es lo que mi colega de la U. de Maryland Melissa Kearney, junto a Phillip Levine, demuestran en un reciente artículo que examina la reducción en la tasa de embarazo adolescente desde los años 90 en EE.UU. Entre 1991 y 2008, dicha tasa cayó anualmente 2,5%. Entre 2008 y 2012, la reducción se aceleró, alcanzando 7,5%. ¿Qué explica la mayor reducción? Sorprendentemente, un tercio de la caída se asocia a la emisión, desde junio de 2009, del programa de la cadena MTV "16 y embarazada". El popular programa muestra con particular crudeza la difícil realidad de ser madre adolescente. La respuesta entre los jóvenes no se dejó esperar: el programa incentivó una vida sexual más responsable, impactando la tasa de embarazo adolescente. Notable. (Un canal nacional copió la idea, pero al comparar las dos versiones es evidente que la chilena ofrece una visión de la situación más optimista que la original).
Este no es un caso aislado. Las evaluaciones de Plaza Sésamo, por ejemplo, demostraron impactos positivos sobre la capacidad de lectura de los niños. Más recientemente, con un público cautivo estimado en 20 millones de televidentes, la comedia de jóvenes científicos " The Big Bang Theory " ha sido mencionada como uno de los detonantes del mayor interés en las ciencias en los liceos de EE.UU. Así, intencionalmente o no, programas populares pueden tener efectos positivos en la población.
Lamentablemente, los canales nacionales no lo han entendido así. Detenerse en cualquiera de ellos es una experiencia poco recomendable. No solamente por la frivolidad del contenido, sino también por los niveles de violencia física y verbal. La época en que alguien se sonrojaba por una salida de madre en pantalla quedó en el pasado. Ahora la moda es garabatear de lo lindo, gritonear cuando se pueda. A esto se agrega el alto contenido sexual de los programas. En poco tiempo pasamos de ver jóvenes compitiendo por viajes de estudio, a bailarines y bailarinas semidesnudos ventilando sus problemas amorosos a media tarde. Y para qué hablar de las telenovelas. Se han transformado en un reflejo de lo peor del chileno. Da vergüenza ver su emisión en la señal internacional de los canales nacionales. ¿No tendrá todo esto un impacto en el largo plazo?
En países desarrollados la TV también deja que desear, pero la chilena está en otra liga. Lo bueno es que el cambio está cerca. El presente y futuro es internet. La TV tal como la conocemos tiene fecha de expiración. Los canales nacionales aún no se han dado por enterados, lo que demuestra su miopía, coherente con la calidad de la programación que ofrecen.
Esto es lo que mi colega de la U. de Maryland Melissa Kearney, junto a Phillip Levine, demuestran en un reciente artículo que examina la reducción en la tasa de embarazo adolescente desde los años 90 en EE.UU. Entre 1991 y 2008, dicha tasa cayó anualmente 2,5%. Entre 2008 y 2012, la reducción se aceleró, alcanzando 7,5%. ¿Qué explica la mayor reducción? Sorprendentemente, un tercio de la caída se asocia a la emisión, desde junio de 2009, del programa de la cadena MTV "16 y embarazada". El popular programa muestra con particular crudeza la difícil realidad de ser madre adolescente. La respuesta entre los jóvenes no se dejó esperar: el programa incentivó una vida sexual más responsable, impactando la tasa de embarazo adolescente. Notable. (Un canal nacional copió la idea, pero al comparar las dos versiones es evidente que la chilena ofrece una visión de la situación más optimista que la original).
Este no es un caso aislado. Las evaluaciones de Plaza Sésamo, por ejemplo, demostraron impactos positivos sobre la capacidad de lectura de los niños. Más recientemente, con un público cautivo estimado en 20 millones de televidentes, la comedia de jóvenes científicos " The Big Bang Theory " ha sido mencionada como uno de los detonantes del mayor interés en las ciencias en los liceos de EE.UU. Así, intencionalmente o no, programas populares pueden tener efectos positivos en la población.
Lamentablemente, los canales nacionales no lo han entendido así. Detenerse en cualquiera de ellos es una experiencia poco recomendable. No solamente por la frivolidad del contenido, sino también por los niveles de violencia física y verbal. La época en que alguien se sonrojaba por una salida de madre en pantalla quedó en el pasado. Ahora la moda es garabatear de lo lindo, gritonear cuando se pueda. A esto se agrega el alto contenido sexual de los programas. En poco tiempo pasamos de ver jóvenes compitiendo por viajes de estudio, a bailarines y bailarinas semidesnudos ventilando sus problemas amorosos a media tarde. Y para qué hablar de las telenovelas. Se han transformado en un reflejo de lo peor del chileno. Da vergüenza ver su emisión en la señal internacional de los canales nacionales. ¿No tendrá todo esto un impacto en el largo plazo?
En países desarrollados la TV también deja que desear, pero la chilena está en otra liga. Lo bueno es que el cambio está cerca. El presente y futuro es internet. La TV tal como la conocemos tiene fecha de expiración. Los canales nacionales aún no se han dado por enterados, lo que demuestra su miopía, coherente con la calidad de la programación que ofrecen.
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