Quinta columna
Biip Biip
Beltrán Mena
Diario El Mercurio, Artes & Letras
Domingo 26 de febrero de 2006
Suena un aparatito pegado al parabrisas.
Pago un peso cada 34 metros de carretera.
En horas peak, un peso cada 17 metros.
Sólo pago los metros que uso.
Es lo más justo que hay.
Si alguien queda en pana de bencina, multa.
¿Porqué voy a subvencionar al conductor distraído?
Biiip. Suena la máquinita del empleado municipal
para cobrarme el estacionamiento.
Veinte pesos por cada minuto
en que mi auto ocupa un lugar escaso.
Lo más justo que hay.
Tomo el metro. Biiip.
Se descuentan 460 pesos
de mi tarjeta inteligente.
Todo debiera ser así.
Paseo, cruzo la calle. Biiip.
Se descuenta un peso
de mi chip intradérmico.
Pura justicia.
Sólo pago lo que ocupo.
¿Porqué va a pagar uno
por veredas que ocupa otro?
Tomo una escalera mecánica.
Biiip. 5 pesos.
Si tomo la escalera normal, 2 pesos.
La opción es mía.
El sistema respeta mi libertad.
Me canso.
Hay un banco en la plaza.
Me siento a la sombra de un árbol.
Biiip. Me descuenta 10 pesos
cada 5 minutos de reposo.
Una ganga.
El único pequeño problema
es que si me levanto recién sonado el bip,
pierdo los cuatro minutos que quedan.
Todo se puede mejorar.
Si a un ciudadano imprudente
se le acaban los pesos de su cuenta,
el chip intradérmico suena diferente: bip-bip-bip.
El individuo sabe que no debe dar un paso más.
Será recogido por un camión especial
y trasladado a un módulo
donde recibirá mantención básica
hasta que alguien deposite en su cuenta.
Al salir, le serán descontados los gastos
en que el irresponsable hizo incurrir al fisco.
Despierto.
Mi torcido subconsciente ha transformado
el ring del despertador en un bip.
Todo ha sido un mal sueño.
Aliviado, miro salir el sol sobre mi ciudad modelo.
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