Un Diucón se aproxima


en un vuelo como de parpadeo
hasta una rama de Creteus
que sobresale 
de la compacta maraña
como una flecha
que apuntara al cielo.

Al posarse sobre ella
la rama se queda cimbrando
en una especie de adaptación
y ajuste entre el peso del ave
y la resistencia de la rama
hasta que esta última 
alacanza su posición de equilbrio
y se queda nuevamente quieta.

Se trata de 
un hábil cazamoscas,
que suele buscar
desde sitios despejados
o privilegiados,
como tutores, cercos,
ramas altas o desnudas,
desde donde avistar
su alimento
que se encuentra
generalmente
en el suelo,
entre las hojas
de algún arbusto
o incluso en el aire.

Claro, porque
este hábil papamoscas
es capaz de capturar
insectos voladores
que pasan relativamente cerca,
capturándolos en el aire
y volviendo a la rama
que ocupaba y que le
sirvió de especie de trampolín
para sus eventuales capturas.

El Diucón destaca también
por su elegante plumaje:
su garganta blanquecina
y su cabeza, cuello
y dorso gris,
pero sobre todo
por su encendido 
iris color escarlata,
el Fire eyed Diucon
como se le conoce en inglés
a estos ejemplares
de la especie Xolmis pyrope.

Antes que concluya la descripción,
el Diucón emprende su vuelo
y deja a la rama de Creteus,
nuevamente cimbrándose,
esta vez sin un viajero en tránsito,
como despidiéndose hasta
una nueva oportunidad
de servirle de atalaya.

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