Tatuajes

OSCAR CONTARDO, DIARIO LA TERCERA, DOMINGO 6 DE JULIO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/07/06/OSCAR-CONTARDO/TATUAJES/





Luego de que fuera dado a conocer el estado en el que quedó el Liceo de Aplicación tras la última toma, uno de los alumnos explicó lo que él juzgaba era elverdadero significado de los rayados en los muros interiores del inmueble: “son murales artísticos”, dijo el pupilo. Una interpretación muy en la línea de la batucada y los zancos, instalada en los 90 como simulacro de estallido cultural y libertad expresiva con el espesor, la contundencia y la proyección en el tiempo de una tarde de jarana. Cría cuervos.
La explicación de aquel alumno -insólita, ridícula-, sin embargo, tiene el valor de señalar la destreza retórica para disfrazar la experiencia del fracaso y el error y diluirla en otra cosa, en una excusa que ayude a escapar de la responsabilidad propia. Una habilidad que rima mucho con el quehacer político que hace malabarismo con el lenguaje, el tuit apropiado, la sigla perfecta y la cuña televisiva para lograr el objetivo: seducir a la opinión pública, lograr votos, esconder las contradicciones, minimizar las demandas. Fue lo que trató de hacer el ex Presidente Piñera con su ministro Lavín, cuando presentaron en una memorable cadena nacional un proyecto llamado “Gane”, que prometía un nuevo aire al sistema educacional con un eslogan a la altura de la estética de competencia perpetua del gobierno anterior. También es en parte lo que ha hecho la alcaldesa Carolina Tohá, cuando declara que en la situación actual las tomas de liceos de su comuna no se justifican, porque “se ha hecho un trabajo gigantesco por fortalecer la educación pública con diálogo y participación”. Una cosa es el ruido, otra las nueces.
En los hechos, los alumnos de 2014 estudian en un sistema idéntico a los de 2011, en donde los liceos siguen dependiendo de las municipalidades. El problema para la alcaldesa es cómo deslegitimar hoy un método de presión -el de las tomas- que ayer era considerado el adecuado, sobre todo cuando no hay una ruta clara rumbo a las transformaciones prometidas. Lo que ha cambiado, hasta ahora, han sido las autoridades, pero no mucho más. El anuncio de reforma educacional se ha transformado en un coro desafinado, en el que la primera voz aparece permanentemente desafiada por otras que no se resignan al rol secundario y salpican los proyectos con torpedos retóricos.
Los desmanes en el Liceo de Aplicación son además de vandalismo y franca estupidez, una señal acotada de impaciencia frente a un tic tac que avanza sin compasión y que está encajonado entre las expectativas y la desconfianza. Una impaciencia que tuvo un paréntesis con el Mundial de Fútbol, aquella montaña rusa anímica que terminó como es usual: con las manos vacías, frustración y desaliento.

En ese sentido, los rayados en los muros del Liceo de Aplicación se asemejan a los tatuajes de Mauricio Pinilla. Un lienzo en donde las esperanzas y los fracasos conviven ajenos a un plan maestro, arrojados al caos y a la fatalidad de lo que no se puede borrar y expuestos sin pudor al escrutinio público. También guardan cierto parecido con la discusión que hemos contemplado sobre la reforma educacional entre los partidos de gobierno: un espacio en el que todos quieren dejar sentada su firma, disfrazando intereses, cuidando el bolsillo, la carrera política, simulando que la mezquindad no es otra cosa que la lucha por una causa.

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