Preámbulo
Recuerdo la lectura en los años noventa
de publicaciones basadas en conversaciones
con poetas chilenos:
Conversaciones con Enrique Lihn
Pedro Lastra
Conversaciones con Nicanor Parra
Leonidas Morales
Conversaciones con Jorge Teillier
Carlos Olivárez
Conversaciones con la Poesía Chilena
Juan Andrés Piña
Más recientemente, la notable
Give Me a Break
Conversaciones con Diego Maquieira
Patricio Hidalgo & Daniel Hopenhayn
Sé que el año pasado se publicó
Oxímoron. Conversaciones
de Erick Pohlhammer con Dino Samoiedo
(que no he leído).
«Conversaciones
que incursionan en las peripecias
de una poesía desde el punto de vista
de la autocomprensión del autor.
Conversaciones
que por más que se lean
como una transcripción
más o menos fiel y espontánea
de intercambios orales,
son un género literario
de ardua composición textual
que implica una puesta en escena».
Dos rescates literarios
Conversaciones con escritores notables
La reedición simultánea de los libros de conversaciones entre Pedro Lastra y Enrique Lihn y de Leonidas Morales con Nicanor Parra revive un género con un abolengo literario distinguido.
por Pedro Pablo Guerrero
Diario El Mercurio, Revista de Libros, lunes 7 de julio de 2014
http://diario.elmercurio.com/2014/07/06/al_revista_de_libros/_portada/noticias/94F1263D-3427-4A40-90CD-4CC5CEBC1E7C.htm?id={94F1263D-3427-4A40-90CD-4CC5CEBC1E7C}
"En principio fue el diálogo, o sea, la presencia viva y originaria del Logos ", anota Emilio Lledó en su introducción a losDiálogos de Platón. El filósofo español los define como un discurso que entrecorta la intervención de los interlocutores, tal como sucedía en el ágora ateniense, lugar de encuentro de los ciudadanos y espacio de comunicación privilegiado para el intercambio de ideas. Aunque tales afirmaciones sean hechas a propósito de la filosofía, valen igualmente para la literatura, solo que en este campo se ha impuesto el término "conversaciones".
El antecedente más ilustre es Conversaciones con Goethe en los últimos años de su vida , de Johann Peter Eckermann. "El mejor libro alemán que existe", según Nietzsche. Publicado entre 1836 y 1848, hay una traducción reciente de Rosa Sala Rose en Acantilado (Altamira, $48.719). En su introducción, Eckermann relata sus modestos orígenes campesinos, su breve carrera militar y el deslumbrante hallazgo de la obra de Goethe. Tras abandonar los estudios de Derecho, Eckermann se instaló en una casa de campo cerca de Hanóver. Allí escribió un conjunto de artículos teóricos que tituló Contribuciones a la poesía con referencia especial a Goethe (1824), cuyo manuscrito envió a su "astro infalible" en 1823, tal como dos años antes le había hecho llegar su libro de poemas. El autor de Fausto le había respondido con unas palabras de reconocimiento que lo ilusionaron, aunque en realidad solo eran una circular impersonal que el escritor enviaba a sus admiradores.
Ignorante de esta convención, Eckermann recorrió a pie el largo camino hasta Weimar para conocer personalmente a su ídolo. El 10 de junio de 1823 lo recibió en su casa de líneas sobrias y armoniosas, cuyo interior describe minuciosamente Eckermann. La cordialidad del encuentro borró la impresión inicial: "No pasó mucho tiempo antes de que llegara Goethe, con zapatos y vestido con un sobretodo azul ¡Una figura imponente!". Al día siguiente le llegó una invitación de Goethe. Lo recibió con dos gruesos libros. Quería conocer su opinión de sus trabajos juveniles. Goethe se convirtió en su protector y las visitas continuaron hasta la muerte del genio alemán. La última entrada del diario de Eckermann es del 11 de marzo de 1832, 11 días antes de su fallecimiento.
Conversaciones con Goethe recoge las impresiones del escritor de Weimar sobre los más diversos temas. Los diálogos son vivos, naturales, conducidos hábilmente por Eckermann hacia los asuntos de su interés.
Pero nada surge desde la nada. Ya en la monumental Vida de Samuel Johnson, doctor en Leyes (1791), de James Boswell, hay muchas conversaciones entre los heterogéneos materiales incorporados por el autor. Como anota Frank Brady en el texto que, a modo de prólogo, incluye la edición de Acantilado (Altamira, $82.290), el diario de Boswell es la fuente principal de su biografía y en él se reproducen numerosos diálogos. Boswell registró su trato con Johnson a lo largo de 21 años, aunque se calcula que los días que efectivamente pasó con él no son más de 425. Boswell escribió: "La amplitud del ánimo y la prontitud y diligencia con que se han preservado tantas conversaciones yo mismo las contemplo, a cierta distancia, no sin asombro".
En la Vida , género modélico precursor de la biografía moderna, ya está el germen de las futuras Conversaciones .
Prehistoria de Enrique Lihn
El libro escrito a dos manos entre Pedro Lastra y Enrique Lihn es un hito del género en nuestro país. Publicado por primera vez en Xalapa, el año 1980, Conversaciones con Enrique Lihn fue reeditado en Chile en 1990 y 2009. La nueva versión contiene un breve texto escrito por Adriana Valdés en 1988, actualiza la bibliografía y conserva el valioso apéndice de fotos en las que Lihn aparece junto a prominentes escritores.
"Historia del método", texto que precede a las conversaciones, está firmado por Lastra y Lihn, quienes usan la primera persona del plural para indicar que es el "producto de un trabajo dual" que supera la convencional división de roles entre entrevistador y entrevistado propia de la entrevista periodística.
Iniciados a mediados de los años 50 en Santiago, los diálogos continúan en Estados Unidos como resultado de los viajes de ambos escritores por razones académicas. En 1975, camino a Europa, Lihn se queda un mes en la casa de Lastra en Long Island. En 1978, Lihn permanece un año en Nueva York como becario de la Fundación Guggenheim. Esta vez, su amigo lo espera con una grabadora que registró más de 30 horas de conversaciones. "La transcripción al pie de la letra de estas jornadas resultó pronto una tarea de fogoneros, y en una cierta medida inútil", comprobaron. El lenguaje oral abunda en vacilaciones, repeticiones, asociaciones libres, ruidos difíciles de traspasar al papel. Abandonado ese camino, reanudan el diálogo por escrito o manuscrito, "pertrechados de sendos cuadernos y papeles". Lastra mecanografía este intercambio entre agosto y septiembre de 1978.
"Garantizamos la 'espontaneidad' de estas conversaciones -escriben los autores-. Ellas no responden a un esquema rígido de trabajo sino a los estímulos proporcionados por la grabadora y la memoria". La libertad propia de la conversación tiene una división del trabajo común al género cultivado por Eckermann: Lastra "pregunta, acota y cita", actúa de "apuntador"; Lihn, se extiende en el análisis de textos propios y ajenos.
Este afán crítico queda patente en el libro a partir del segundo apartado o capítulo. En el primero, "Prehistoria de un poeta", predomina el registro autobiográfico, con los recuerdos de niñez y las filiaciones de parentesco entre Enrique Lihn y sus tíos Gustavo Carrasco y Jorge Délano (Coke), dibujantes ambos. Carrasco lo impulsó a ser artista plástico. Abundan anécdotas sobre los alumnos, profesores y habitués de la Escuela de Bellas Artes y el Parque Forestal. Luis Oyarzún, el Chico Molina y Roberto Humeres aparecen en estas páginas del libro despojados de su aura mítica.
"En los alrededores de La pieza oscura " es una especie de crítica a dos voces -Lastra interviene más- de ese volumen que reunió los versos escritos por Lihn entre 1956 y 1962. El poeta desarrolla aquí su importante concepto de "poesía situada", pero el tenor de la conversación es abstracto y, fundamentalmente, de interés académico.
Borges y Gabriela Mistral merecen sendos capítulos. Al primero Lihn lo aprecia solo como narrador, no como poeta. A la segunda la considera una escritora excepcional, "incluso en prosa", aunque no le gusta Desolación ni el culto en torno a su figura de maestra rural.
Nicanor Parra y las máscaras
Publicado en 1991 (Universitaria) y reeditado en 2006 por Tajamar, el libro del profesor Leonidas Morales -autor también de Conversaciones con Diamela Eltit (1998)- contiene un exordio teórico que sitúa las Conversaciones como una realización "singular" de un género dialógico cotidiano: la entrevista, inscrita por Mijaíl Bajtín entre los "géneros discursivos". El relato es muy frecuente en las respuestas de Parra. En su caso, conservar la oralidad en el texto es doblemente necesario porque ella forma parte de su proyecto antipoético.
La primera parte de las Conversaciones fue grabada los días 22 y 26 de mayo de 1970, en Los Angeles, Estados Unidos, donde Morales era profesor visitante de la Universidad de California. La segunda sesión fue muy difícil, pues en el intertanto había estallado la polémica desatada en Cuba por la visita del antipoeta a la Casa Blanca y el té con la señora Nixon. "Parra andaba, como él decía, 'con un ala rota' ", anota Morales.
La infancia, el descubrimiento del sexo, la vida nómada de su familia y su ambivalente relación con el padre se abordan a manera de relato autobiográfico con un timbre sumamente coloquial. A diferencia de Lastra, Morales apenas interviene en este flujo autobiográfico, y cuando lo hace es solo para reencauzarlo por la corriente principal. Participa más en las páginas siguientes.
Resulta interesante comparar las Conversaciones de Parra y las de Lihn en episodios donde ambos coincidieron, como la creación del Quebrantahuesos , un hilarante y absurdo diario mural hecho a partir de recortes de periódicos que se exhibía en una vitrina de calle Ahumada. Parra dice que Jodorowsky era "el alma" del proyecto y lo sitúa como una experiencia pionera ("Yo estoy seguro que en ese tiempo nosotros en Chile inventamos el pop"), que irritó a Braulio Arenas y la Mandrágora.
La segunda parte de las Conversaciones , grabadas en La Reina el 2 y 3 de agosto de 1989, y el 2 de mayo de 1990, supone un gran salto tanto en la biografía de Parra como en la historia del país. Morales se hace cargo: "Aun cuando el mismo Parra, al hablar de los Sermones y prédicas del Cristo de Elqui , toca algunos aspectos de la vida cotidiana en el régimen militar, el entrevistador prefirió no plantear en forma temática el problema. Habría abierto un debate a ratos seguramente áspero, con nudos ciegos, y al final innecesario para el objetivo central de las Conversaciones : incursionar en las peripecias de una poesía desde el punto de vista de la autocomprensión del autor".
El capítulo dedicado a Violeta Parra es de sumo interés para comprender los vínculos que ambos hermanos establecieron con las expresiones musicales de la cultura popular. Sin embargo, el aporte más revelador alumbra un fenómeno común a varios escritores que permanecieron en Chile después de 1973. Cuando Morales le pregunta sobre la aparición en su poesía del predicador basado en Domingo Zárate Vega, Parra contesta: "Se me hace difícil pensar que sin el golpe militar yo hubiera llegado al Cristo de Elqui. Además yo necesitaba una máscara por razones de supervivencia personal, a través de la cual decir algo. Bueno, y esto ocurrió en Chile no tan solo con mi caso personal. Yo puedo también mencionar el caso de Enrique Lihn. Enrique Lihn descubrió también que era absolutamente indispensable recurrir a un mamarracho tradicional. Él inventó un personaje que es un modernista criollo, chileno, de fines del siglo pasado. Se llama Pompier".
Parra cita a continuación los casos de Enrique Lafourcade, quien inventó la máscara de Monsieur Lafourchette, y de Cristián Huneeus y su personaje Gaspar Delanuit. Hay que precisar, sin embargo, que Lihn creó a Gerardo de Pompier junto a Germán Marín entre 1969 y 1970 como un "monigote" para la revista Cormorán.
Nada más estimulante que contrastar los libros de Pedro Lastra y Leonidas Morales. Los énfasis distintos que sus interlocutores dan a ciertos tópicos; el concepto que tienen de personajes reales (Neruda) o imaginarios; las apreciaciones sobre su propio trabajo poético, así como las concordancias y divergencias respecto de otros parecen confirmar que las Conversaciones , por más que se lean como una transcripción más o menos fiel y espontánea de intercambios orales, son un género literario de ardua composición textual que implica una puesta en escena. En ambos libros el diálogo aflora con más libertad cuando se da lejos del país natal o en situaciones de ostensible marginalidad, como las desenfadadas, anárquicas y sabrosas Conversaciones con Jorge Teillier , de Carlos Olivárez (1993), todavía a la espera de un rescate editorial.
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