«Todo lo natural en Chile es una maravilla
y en general lo que ha hecho el hombre es un desastre».
Juan Grimm
Ergo, lo escrito por Nicanor Parra,
que no somos un país, apenas un paisaje,
no sólo se quedó corto, porque
este último lo estamos perdiendo
a pasos agigantados, sino que
también es un malentendido.
Un paisaje es más que un entorno
que concentra o congrega belleza escénica.
En dicha belleza hay una armonía interna
que incluye la relación orgánica
de componentes vivos que constituyen
la trama de la vida y el despliegue
en el que confluyen la disposición geográfica
el historial geológico, la dimensión
evolutiva de la Tierra y de la Vida,
la contigencia meteorológica
y las percepciones y sensibilidades
del observador.
Normalmente la intervención antrópica
rompe con los equilibrios
y armonía existentes en el entorno natural.
Ello debería generar en el hombre
la necesidad de reparar esas heridas,
vinculando el quehacer humano
con la arquitectura existente
y con el paisaje, en una especie
de sutura fina que posibilite
un nuevo equilibrio
en el corazón mismo
del paisaje humano.
A traves de una idea,
de un gesto, que la naturaleza
será la encargada de desarrollar,
para regenerarlo todo
con su perenne vitalidad
y hacia una nueva armonía.
Juan Grimm dice
que lo primero que hay que hacer
es capturar el orden interno
de ese entorno,
que está lejos de ser secreto,
aunque sí es íntimo,
porque implica una disposición del alma.
El orden orgánico
de ese territorio natural
definirá el jardín que creará.
Y si a eso se suma la edificación
que deberá estar en sintonía con el paisaje,
tenemos la música que se genera
en una casa integrada al paisaje.
El énfasis en cada uno de los proyectos,
esencialmente jardines privados en Chile y Argentina,
está puesto en su relación con el Paisaje Natural,
ya sea por la incorporación del entorno,
el aprovechamiento de vistas lejanas,
o la creación de un espacio abierto
que tiene como inspiración
el paisaje que le corresponde.
Lo natural no tiene modas ni estilos,
es por esto que lo esencial
para entender cómo tiene que ser
una obra de paisajismo se vive
como una búsqueda constante de la perfección
que sólo se ha encontrado en la naturaleza,
así como la personal necesidad de entenderla,
de revivirla, de retenerla,
de permitir que se regenere,
de encontrarse con ella
y de permanecer en esa relación.
Es esa empatía la que conduce
a trabajar en el campo
de la arquitectura paisajista,
aunque la formación de Juan Grimm
haya sido la de un arquitecto.
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