¿Desde cuándo desalojar ha devenido una cuestión de principios? / La polifonía cuando no es armónica termina sonando fatal‏



ALFREDO JOCELYN-HOLT, DIARIO LA TERCERA, SÁBADO 31 DE MAYO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/05/31/ALFREDO-JOCELYN-HOLT/LA-SINFONICA-DE-BELLO/1949590

La sinfónica de Bello


LA ELECCION de Ennio Vivaldi a la rectoría de la Universidad de Chile ha sido interpretada como triunfo de la izquierda. Ante las consiguientes avideces del sector, el recién electo ha debido adelantarse y precisar a este diario: “Me reconozco de izquierda, pero no un rector de izquierda”. El que haya tenido que aclarar el punto como que deja entrever que ya se anticipan dificultades.
El rector saliente, Víctor Pérez -con quien ya nadie quiere asociarse- también inició su primer período en son moderado; con el tiempo fue extremando sus posturas. De un tiempo a esta parte todos sus discursos terminan en arengas combativas (“¡Viva la Universidad de Chile libre!”), y eso porque acogida interna y coro no le han faltado. Es más, no hay que ser de la universidad para darse cuenta de que la radicalización de la institución obedece a un complejo cuadro polifónico. Agitan distintas corrientes de estudiantes, desde progresistas a ultras. Dichas corrientes no son autónomas; suponerlo es ingenuo. Ha habido concomitancia entre estudiantes activistas, profesores y rectoría en movilizaciones, tomas, incluso en deposición de algún decano estos últimos cinco años. Cogobierno y triestamentalidad no son aspiraciones futuras con que recién se amenaza; vienen existiendo en el manejo diario hace rato. Faltaría por perfeccionar, extender y consolidar lo ya orquestado. La primera etapa ha sido superada; el desdén para con Víctor Pérez lo confirmaría.
Vivaldi ha sido de esa línea. Ha criticado que los alumnos no participen en la elección de las autoridades del gobierno universitario, se ha manifestado proclive a masificar aún más la entrada a la universidad y ha anunciado que no va a llamar a desalojar en caso de toma. Lo que es raro. ¿Desde cuándo desalojar ha devenido una cuestión de principios? En más de algún caso se ha llegado a pensar ulteriormente que no habría sido insensato haber desocupado; se habrían evitado destrozos y excesos que perjudicaron gravemente la imagen y convivencia interna de la institución. Expulsiones también se desecharon en su momento, y eso que motivos había para decretarlas.
Por lo visto, la Chile presenta un cuadro, amén de agitado, altamente dispar como ente corporativo. Hay facultades poderosas intocables, otras medianas que se baten como pueden según sea la autonomía de sus claustros y fuentes de financiamiento y, por último, las hay también pobres de solemnidad sometidas a los dictados y dádivas de Casa Central, sin los cuales se les ha hecho entender que no pueden funcionar.
De todo ello se deduce que una cosa es ganar una elección, otra bien distinta es hacer funcionar al unísono un aparato al que se presiona, desde dentro y fuera, para que retumbe y estalle. La polifonía cuando no es armónica termina sonando fatal. Los rectores recientes de la Chile no se han destacado como maestros de la orquestación melódica. Bulla ha habido de sobra, ¿y ahora estarían por ensayar “Judit triunfa sobre la barbarie de Holofernes” de Vivaldi?

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