Mientras que algunos buscan que se declare fuera de riesgo de vulnerabilidad en Valparaíso, desde la Conaf dicen que en su ambiente natural sobreviven menos de 100 mil ejemplares.
por Richard García
Diario El Mercurio, lunes 28 de abril de 2014
http://diario.elmercurio.com/2014/04/28/ciencia_y_tecnologia/ciencia_y_tecnologia/noticias/85D04750-9B11-452F-8720-F633DAB7FAC5.htm?id={85D04750-9B11-452F-8720-F633DAB7FAC5}
Apenas cuatro días antes del gran incendio de Valparaíso, otro siniestro de menor magnitud arrasó con 1.216 de las palmas chilenas ( Jubaea chilensis ) del palmar El Salto, de Viña del Mar, que con sus 6 mil ejemplares es el tercero más grande de Chile.
En 2012 el fuego había afectado a 3.900. "No sabemos si están muertas. Todas sus hojas están quemadas, y si se les quema el meristema apical, que es donde se concentra el crecimiento de las hojas nuevas, mueren", explica Homero Gallardo, encargado de humedales y recursos naturales de Conaf, región de Valparaíso.
Las palmas chilenas demoran mucho en morir, dice. "Puedes ver una planta quemada el año 2012 o ahora en 2014, y recién en 2020 empezará a evidenciarse su muerte", comenta.
Si el fuego no ha sido tan intenso y ha pasado por debajo, logran sobrevivir, porque tienen una corteza muy resistente y pueden regenerarse muy bien.
La población de El Salto está entre la decena de palmares nativos que quedan en Chile y que se distribuyen en la cordillera de la costa, entre las provincias de Choapa y Talca. Los más importantes son los de Ocoa (en la región de Valparaíso) y Cocalán (en O'Higgins), que concentran 60 mil y 20 mil ejemplares, respectivamente. El resto se distribuye a través de palmares aislados entre el río Limarí y el Maule. Es decir, quedan no más de 100 mil ejemplares, frente a los millones que se estima había antes de la llegada de los españoles.
No es raro que tanto el libro rojo de la flora terrestre de Chile de 1989 como el nuevo reglamento de calificación de especies que hizo el Ministerio de Medio Ambiente calificaran a la especie como vulnerable.
Desde el año 1995 que la Fundación para la Recuperación y Fomento de la Palma Chilena está tratando de aumentar la población a través de su plantación, distribución en colegios, convenios con municipalidades y otros organismos. "En estos 20 años hemos producido más de 2 millones de palmas y las hemos distribuido por todo Chile", afirma Mauricio Moreno, director del organismo.
En su vivero, en la reserva ecológica Oasis de La Campana, al lado del parque nacional, hoy tienen 300 mil palmas chilenas. "Estamos preparando un estudio para solicitar formalmente que la palma chilena sea declarada fuera de riesgo de vulnerabilidad en la región de Valparaíso, y esperamos en 20 años más decir lo mismo para todo Chile".
Sin embargo, en Conaf no son tan optimistas. "Una cosa es que una institución produzca palmas chilenas y otra cosa muy distinta son las palmas que quedan en estado silvestre. Esas son las que valen para los efectos de la clasificación y categorización como vulnerable", dice Gallardo.
"Los dos incendios de El Salto revelan que, al contrario, en vez de aumentar las palmas, en los sistemas silvestres se está produciendo un decrecimiento de la población".
El problema no solo se aprecia en el palmar viñamarino. Ocoa, el más grande y que se considera mejor protegido, ya que está inserto dentro del Parque Nacional La Campana, enfrenta varias amenazas, incluyendo los hurtos ilegales de semillas (el coquito de palma), los incendios forestales y el ganado. "Todo eso hace que ese palmar esté senescente; es decir, viejo y sin mucha regeneración natural, porque apenas nace una palma infantil con 2 o 3 hojas, es ramoneada por el ganado vacuno o equino, y muere".
La muerte también puede ocurrir si la palma es desarraigada por un desprendimiento de cerro o al ser explotada para sacar la miel de palma.
Afortunadamente, salvo casos excepcionales que cuentan con plan de manejo, la miel de palma ya no se explota en Chile.
"Antes de que se hiciera más extendida la caña de azúcar, se exportaba miel de palma a Perú y a otros países de la región, especialmente durante la Colonia. Incluso en esa época ya existían decretos que prohibían o regulaban su corta", cuenta el botánico de la Universidad Católica Andrés Moreira-Muñoz, para quien la gran merma en la población fue gatillada por esta actividad.
Respecto de la reinserción de la especie, el experto opina que es un buen avance, pero debe hacerse con cuidado. "Puede existir variabilidad genética. Si se replanta con ejemplares del sur al norte, o viceversa, se estaría haciendo una mezcla genética no muy deseable. El ideal es restaurar con semillas del mismo sitio o lo más cercano posible".
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