El rol de los centros de pensamiento


Los centros de pensamiento cercanos a la centroderecha se encuentran obligados ya no solo a defender la racionalidad técnica de sus propuestas, sino a confrontar formas diferentes de aproximación a la realidad...


El senador Andrés Allamand (RN) ha planteado la necesidad de que los centros de pensamiento cercanos a la centroderecha hagan un ejercicio de autocrítica, pues la reciente derrota política del sector habría sido, en parte, una derrota cultural. De acuerdo con su cuestionamiento, la labor de dichos centros debería considerar la elaboración y articulación de un conjunto de ideas coherentes que, representando los principios de ese sector, y atendiendo a los temas y problemas que recorren la sociedad actual, sirvan de pauta para presentar a la ciudadanía una propuesta política atractiva y moderna.

Tal diagnóstico, en términos generales certero, requiere algún matiz. Los centros de pensamiento realizan una tarea sustentada en la calidad de su trabajo intelectual y en el prestigio de sus investigadores. Eso exige una labor meticulosa en lo metodológico, cuyas conclusiones pueden resultar conceptualmente complejas y por tanto difíciles de entender por la ciudadanía. Ciertamente, han de realizar un esfuerzo por llevar los resultados de su investigación a un lenguaje comprensible en el debate público, pero también a los políticos del sector corresponde una responsabilidad crucial en la construcción de propuestas atractivas y en la comunicación de esas ideas.

Por otra parte, desde una perspectiva histórica, el regreso de Chile a la democracia coincidió con la caída de los socialismos reales, momento en que quedaron en evidencia los fracasos de la planificación centralizada, en contraste con el dinamismo, creatividad y capacidad de crear riqueza de las economías de mercado. Los principios y políticas característicos de estas pasaron a ser preponderantes en el mundo. En cierto modo, se produjo un consenso implícito en cuanto a que las metodologías de análisis, y la forma de descomponer los problemas y de elaborar las soluciones, debían basarse en conceptos como incentivos, cálculos de costo/beneficio o focalización del gasto.

Hoy ese consenso se ha debilitado. En parte porque, ante problemas en la forma de operar del modelo advertidos luego de la gran crisis mundial de 2008, han emergido con fuerza otros planteamientos, como el de los derechos sociales garantizados universalmente. La lógica de análisis que estos suponen -y que lleva, por ejemplo, a defender la gratuidad de la educación superior para todos los grupos sociales, incluyendo a los más pudientes- es completamente distinta. Así, los centros de pensamiento cercanos a la centroderecha se encuentran obligados ya no solo a defender la racionalidad técnica de sus propuestas, sino a confrontar formas diferentes de aproximación a la realidad. Eso, al tiempo que los políticos del sector deben reformular, en un lenguaje moderno y cautivante, las ideas de libertad, autonomía individual responsable, diversidad de opciones y otras, que pertenecen a la rica tradición de su pensamiento.

Puede afirmarse que durante los últimos años, tal como los centros de estudios no siempre supieron advertir los cambios culturales, los políticos del sector tampoco marcaron una diferencia con sus adversarios. Al contrario, sin entender la diferente matriz de ciertos planteamientos, muchos se sumaron con entusiasmo a consignas como la condena al lucro; apoyaron las ideas de gratuidad universal apenas relativizándolas, y se hicieron partidarios de los bonos como política social.

La tarea futura de los centros de pensamiento cercanos a la centroderecha ha de involucrar la revisión crítica propia de todo trabajo intelectual, y contribuir a la elaboración de propuestas que, en concordancia con sus principios, se hagan cargo de la demandante realidad actual. Esto, mejorando al mismo tiempo su capacidad de comunicación, labor en que el aporte del mundo político resulta determinante. Todo ello se dará en un contexto en que formulaciones como la de los derechos universales, reivindicadas por el nuevo gobierno, deberán enfrentar la difícil prueba de la realidad.

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