Las Cosas en su Justo Orden


El Domingo día del Señor - Años XXXIX, N˚2.046
Octavo Domingo del Tiempo Ordinario  - 2 de marzo de 2014

“¿Se olvida una madre de su criatura?”, pregunta hoy el profeta (Primera lectura). ¡No! Y aunque lo hiciese, Dios nunca se olvida de sus hijos e hijas. Jesús lo refrenda en el evangelio de hoy:“No se inquieten por su vida”.

¡Qué bien nos puede hacer esta       Palabra de Dios a fines de verano! Marzo es el mes de las preocupaciones, sobre todo de las económicas: matrículas, uniformes, cuotas, libros… Todo parece girar en torno a precios y a nuestra capacidad adquisitiva. ¡Todo parece tener precio…!
En este domingo Dios nos recuerda que a los pájaros nada les falta, porque él se lo da. Que la vida vale más que el alimento y el vestido. Que los lirios del campo visten mejor que los reyes sin preocuparse de hilar ni de coser. Que es él quien se ocupa de que ninguna de sus criaturas pase hambre, frío o necesidad. Que lo primero es el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás nos será regalado.
¿Un llamado de Dios a una despreocupación irresponsable, a renunciar a ser previsores en lo material? No: un llamado a poner la confianza donde está la verdadera certeza, y no en los bienes materiales, que se nos pueden transformar en ídolos y terminar sustituyendo a Dios en el corazón creyente. Un llamado a confiar en la providencia y en la primacía de Dios en la vida de los cristianos. Un llamado a poner lo primero en primer lugar y lo demás después: primero, Dios, luego los demás y finalmente yo.
Nada ni nadie debería sustituir al Reino y su justicia en el corazón creyente. Obrar así no significa renunciar a la libre colaboración en la edificación del Reinado de Dios que Jesús hizo irrumpir en su venida histórica. Tampoco significa poner en duda la autonomía de lo temporal. Significa, simplemente, poner las cosas en su justo orden. La fe nos lo dice, la Palabra de hoy nos lo refrenda.
Comisión Nacional de Liturgia

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