ÓSCAR LANDARRETCHE, DIARIO LA TERCERA, VIERNES 7 DE MARZO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/03/07/OSCAR-LANDERRETCHE/SAMBENITO-DE-LA-DESACELERACION/
Sambenito de la desaceleración
Cada cierto tiempo, la política chilena tiene a bien convertir las cifras en parte de la conversación. Nunca salen muy bien de esos trajines las pobres. En ese proceso, cada leñador tiene su hachita que afilar, lo que hace que el público se confunda, sea arrastrado a interpretaciones por afinidad política o, presa del cansancio, deje de oír. No lo culpo, después de un tiempo de escuchar a actores públicos que insisten obscenamente con el sambenito este de que todo lo bueno (ej. el empleo) se debe a ellos y todo lo malo (ej. el crecimiento) a sus adversarios, uno se va fatigando y volviendo escéptico. La realidad, sin embargo, no siempre corresponde al teatro de sombras de la política.
Chile es una de las economías más abiertas del planeta. El tamaño relativo de nuestro comercio exterior o de los flujos de nuestra cuenta financiera comparado con el PIB, es de lo más alto que hay entre economías emergentes comparables. Esto, en conjunto con nuestro énfasis en la exportación de materias primas, baja diversificación y vocación por la inversión extranjera, nos expone en forma directa a los frentes climáticos de la economía global.
El escenario internacional para los exportadores de commodities se ha ido deteriorando desde el 2011. El indice de Mercados Emergentes del HSBC ha caído sostenidamente, acumulando en enero un tercer mes a la baja. Este indicador se deriva de encuestas a gerentes de compras sobre planes de gasto e inventarios; la posible reforma tributaria difícilmente podría afectarlo. Tanto no pesamos.
No es sorprendente constatar la enorme simetría que hay entre este índice y el precio del cobre, que también se encuentra en tendencia a la baja desde el 2011.
Por ende, no hay tanto misterio en que una economía con los niveles de apertura de la chilena crezca aceleradamente en los años en que las economías emergentes andan mejor (2010-2012) y desacelere con ellas (2012-2014).
Excepto por algo: podría ser muy diferente si un grupo de reformas estructurales hubiera cambiado considerablemente las condiciones locales. Pero no hubo de esas reformas, no digo de las que me gustan a mí, sino de las que les gustan a los empresarios. Para muestra, ahí están el problema laboral y energético, vivitos y coleando. Lo que sí hubo es un nivel de gasto público generoso muy justificado por la reconstrucción, sobre todo en los primeros años de la administración saliente, que hizo que el crecimiento de Chile en esos años siguiera las “formas” de los emergentes, pero fuera un poco mayor. Una vez terminado eso, volvimos al redil del desempeño emergente global.
Piénselo así: ¿Por qué debiera ser de otro modo? Para eso tendríamos que haber hecho políticas que eleven en forma importante la productividad de los trabajadores, la imaginación de los profesionales o la creatividad de los empresarios. Nada de eso ha ocurrido. Hoy, la línea retórica de los gremios empresariales es, por supuesto, resistir la reforma tributaria y atribuirle toda suerte de maleficios. Como no. Pero ellos saben que la verdadera razón de que la trayectoria de crecimiento de Chile esté convergiendo a la del mundo emergente, es la ausencia de reformas estructurales de un gobierno que les prometió hacerlas.
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A ver cómo la va al nuevo gobierno cuando tome la guitarra,
y que los comentaristas afines no bajen ahora la vara...
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