La inocencia, cierta pureza que Sergio Larraín veía en Chile (al que había que defenderlo de la modernidad)‏


Chile, por su condición de país pequeño y aislado, 


pensaba Sergio Larraín, había guardado cierta pureza, 
y que había que defenderlo de la modernidad...

Para Gregoria Larraín, la inspiración de su padre 
provenía justamente  "de esa inocencia que él veía en Chile, 
de los niños del Mapocho, de la naturaleza virgen...".

En la identificación que logra con esos niños abandonados 
en las riberas del Mapocho radica la profundidad de su mirada.

La curadora de esta muestra, Agnès Sire, y una de las mayores conocedoras 
de la obra de Larraín en el mundo, destaca que las fotografías 
por las que él será recordado son las de Valparaíso. 

"Sus imágenes del bar Los Siete Espejos, los pasajes y escaleras porteños, 
así como sus personajes, están impregnados de algo que en fotografía 
se llama simplemente magia. He visto cientos de otras imágenes 
de Valparaíso, pero nada se le compara", afirma.

"Sergio Larraín", de 400 páginas, con textos de Agnès Sire y Gonzalo Leiva, 
fue lanzada en Francia en julio pasado, para la inauguración de la retrospectiva en Arlés. 
Ya se han vendido más de 12 mil ejemplares, en diversos idiomas. 
"Debemos reimprimirla, ya que se agotó, pero es lo que esperábamos 
para un autor de su renombre, más encima apuntalado por el éxito que obtuvo en Arlés", 
precisa su editor, el francés Xavier Barral. Está a punto de publicarse en alemán y en chino, 
mientras la versión en español ya se encuentra en librerías chilenas.


Desde el 28 de marzo Completa retrospectiva de su obra llega a Chile:
Sergio Larraín: la sensibilidad y el ojo avezado de un mito de la fotografía

La celebrada muestra que se montó el año pasado en Francia, se trasladó al Museo Nacional de Bellas Artes, incorporando nuevos documentos, escritos, colecciones de libros y revistas. Estos permiten perfilar mejor a este singular artista, sin duda el fotógrafo más destacado y misterioso de Chile, cuya obra por fin podrá ser apreciada por sus connacionales. La retrospectiva incluye 164 fotografías, que integran sus series más famosas, y once dibujos. Itinerará también por regiones, a partir de fines de julio.  

Marilú Ortiz de Rozas 

Diario El Mercurio, Artes y Letras, domingo 16 de marzo de 2014

A más de medio siglo de su última exposición en nuestro país, "Sergio Larraín. Retrospectiva" permitirá al público chileno recorrer los momentos clave de la producción de este artista que fue aclamado en la 44 {+a} versión de "Les Rencontres d'Arles", uno de los festivales de fotografía más antiguos y prestigiosos del mundo. En tanto, en Chile, con la excepción de un puñado de imágenes emblemáticas, el grueso de su obra es desconocida. Y su persona, una leyenda, que se extinguió hace apenas un par de años.

Sergio Larraín Echeñique (1931-2012) no quería ser profeta de la fotografía en su tierra. "Él sistemáticamente se opuso a que su obra fuera exhibida en Chile, e incluso tras la última retrospectiva que hicimos de él en vida, en el Instituto Valenciano de Arte Moderno, en 1999, decidió dejar de exponer del todo, a causa del revuelo periodístico que causó. Es normal que se conozca poco su trabajo en Chile", manifiesta desde París la curadora y gestora de esta muestra, Agnès Sire. Ella es la actual directora de la Fundación Cartier-Bresson, institución que también montó una retrospectiva de Larraín en septiembre pasado, la que ahora itinera por Europa.

Agnès Sire tuvo acceso a la obra de Larraín cuando asumió la dirección artística de la Agencia Magnum, en 1982, y encontró unas cajas con sus fotos. La impactaron por su originalidad y emotividad, por el equilibrio que logra en composiciones "que parecen alucinaciones, a la vez perfectamente construidas", expresa. En ese entonces, él ya se había retirado al interior de Ovalle, en Tulahuén, donde se dedica al yoga, la meditación y la escritura, hasta el final de su vida.

Agnès Sire inició un largo intercambio epistolar con él, convenciéndolo de registrar su trabajo, y a mediados de los ochenta, cuando Magnum moderniza sus archivos, seleccionan en conjunto sus mejores obras. "Yo imprimía las fotos en pequeños formatos y se las mandaba; él contestaba, 'esta sí', 'esta no', y eso configuró también la base para la curatoría que presentamos ahora, en la cual su opinión fue respetada", precisa.

Sire lo impulsa también a crear dos publicaciones -hoy míticas- de su obra, "Valparaíso" y "Londres", y empezó a trabajar para el gran libro que abordaría toda su creación: "Él decía que se haría después de su muerte", revela. Esta publicación, "Sergio Larraín", de 400 páginas, con textos de Agnès Sire y Gonzalo Leiva, fue lanzada en Francia en julio pasado, para la inauguración de la retrospectiva en Arlés. Ya se han vendido más de 12 mil ejemplares, en diversos idiomas. "Debemos reimprimirla, ya que se agotó, pero es lo que esperábamos para un autor de su renombre, más encima apuntalado por el éxito que obtuvo en Arlés", precisa su editor, el francés Xavier Barral. Está a punto de publicarse en alemán y en chino, mientras la versión en español ya se encuentra en librerías chilenas.

El país bajo el lente de Larraín

La trayectoria de Sergio Larraín se extiende básicamente entre los años 50 y 60, no es una gran producción para alguien que ha alcanzado tal prestigio, por eso se lo compara con una estrella fugaz. "En Magnum se conservan unas setecientas hojas de contacto de 36 fotogramas, con sus correspondientes negativos, y sus últimos envíos datan de fines de los años noventa", revela Agnès Sire.

Gran parte de estas fotografías versan sobre temas, paisajes y personajes chilenos, ya que su país era importante para él y, contrariamente a lo que se piensa, Larraín vivió gran parte de su vida aquí.
"Mi padre siempre decía que existen varios niveles de conciencia, tanto en las personas como en las ciudades y los países. En Tulahuén, donde la naturaleza es radiante, encontraba el nivel más alto que buscaba. Asimismo, comentaba que Chile, por su condición de país pequeño y aislado, había guardado cierta pureza, y que había que defenderlo de la modernidad", revela Gregoria Larraín, hija del artista.
El más largo alejamiento de Larraín de Chile se produjo cuando se incorpora, a partir de 1959, a la Agencia Magnum, siendo el primer latinoamericano de dicho colectivo de fotógrafos. Se radica en París, desde donde es enviado a diversos puntos, para sus famosos reportajes sobre las mafias sicilianas, o sobre el matrimonio del Sha de Irán, entre muchos otros. Entretanto, viene a Chile para cubrir el devastador terremoto del sesenta, y parte al sur, donde "queda horrorizado por las condiciones de vida de sus habitantes", revela Gonzalo Leiva.

Ya en 1964, Larraín regresa a vivir a Chile, ejerciendo de corresponsal para Magnum y colaborando en revistas nacionales, como Vea o Paula. "Él era tímido, no se sentía a gusto en el extranjero, como se aprecia en su correspondencia", explica Leiva.

En su juventud también vivió en Estados Unidos, pues tras el colegio, en 1949, partió a realizar estudios de ingeniería forestal, que abandona. Vuelve a salir al extranjero en 1951, cuando acompañó a su familia durante un largo periplo por Europa y Medio Oriente, emprendido como duelo por la muerte de un hermano del artista. En ese viaje, en Italia, conoce la obra del fotógrafo Giuseppe Cavalli, que lo deslumbra.

A su regreso, comienza a vagabundear por las calles de Santiago y a tomar las primeras fotografías que abren esta retrospectiva: las de los niños pobres, en su mayoría abandonados en las riberas del Mapocho. "En la identificación que logra con estos niños radica la profundidad de su mirada", destaca Sire.
Estas conmovedoras fotos que datan de comienzos de los años cincuenta permitieron a Larraín entrar en contacto con el Hogar de Cristo, a quienes propuso apoyar su campaña de recolección de fondos, en 1953, y colaboraciones posteriores. Pablo Walker, capellán del Hogar de Cristo, revela que guardan las fotografías de Larraín como uno de sus tesoros más queridos y destaca la actitud del artista: "Para retratar con empatía a estos niños, antaño etiquetados simplemente como 'vagos', el fotógrafo a menudo tenía que tirarse al piso, a la misma altura de los niños, en el mismo suelo mojado o muy cerca de sus cuerpos. No los mira desde arriba o desde lejos".

Para Gregoria Larraín, la inspiración de su padre provenía justamente "de esa inocencia que él veía en Chile, de los niños del Mapocho, de la naturaleza virgen...".

Los productores de la muestra, Verónica Besnier y Luis Weinstein, revelan que el trabajo de Larraín con el Hogar de Cristo será presentado en una vitrina especial, a la vez que dan a conocer un concurso de fotografía sobre la temática de la pobreza (bases en www.exposicionsergiolarrain.cl).

"Satori", Valparaíso y mensaje final

En la exposición, que se organiza cronológica y temáticamente, se incorporan también fotografías maravillosas de un viaje a Chiloé, que alternan con estampas de Bolivia y Perú, y las brumosas calles, pubs y parques de Londres. La célebre serie siciliana no podía estar ausente, así como algunas postales de París, de Santiago, finalizando con las conocidas imágenes de Valparaíso y algunas fotos de su período final, los "satori", como las llama.

"Si bien no son tan impactantes como sus trabajos anteriores, incluimos algunos "satori" en la muestra porque para Sergio Larraín eran muy importantes, y los últimos años de su vida como fotógrafo los dedicó a estas imágenes muy simples, de situaciones cotidianas, que para él aluden a 'momentos de intensa presencia en el mundo'", afirma Agnès Sire.

Gregoria Larraín explica que en los "satori" o "iluminación mística", su padre intenta representar un estado de gracia en una fotografía, un dibujo o una pintura. "Son la mezcla de un despojo total y de un goce absoluto", sostiene.

Sin embargo, la curadora de esta muestra, y una de las mayores conocedoras de la obra de Larraín en el mundo, destaca que las fotografías por las que él será recordado son las de Valparaíso. "Sus imágenes del bar Los Siete Espejos, los pasajes y escaleras porteños, así como sus personajes, están impregnados de algo que en fotografía se llama simplemente magia. He visto cientos de otras imágenes de Valparaíso, pero nada se le compara", afirma.

Larraín trabajó entre diez y doce años en esta serie, siendo la ciudad donde más se involucró profesionalmente. Él mismo considera que es su mejor obra, y luego de concluirla, inicia su búsqueda espiritual. Se une a la Escuela Arica, fundada por Óscar Ichazo, de donde sale en 1972. Tras el golpe de Estado busca refugio entre Viña y Zapallar, para concluir su autoexilio en Tulahuén, donde parte con su hijo Juan José, a fines de los setenta.

Su alejamiento de la fotografía fue progresivo. Escribe en una carta a Henri Cartier-Bresson, en 1965: "Creo que la presión del mundo periodístico -estar listo para saltar sobre cualquier historia, en todo momento- destruye mi amor y mi concentración en el trabajo". Precisa que a él le interesa abordar "solamente lo que es importante para mí (...) con el ritmo lento, que me es necesario".

Según su hija, al final, la fotografía no le bastaba para expresar todo lo que necesitaba entregar. "Dedicó sus últimos años a escribir mensajes para el mundo, además de impartir cursos de pintura y de yoga", revela Gregoria Larraín. Al principio sus libros eran escritos a máquina, y él los cosía y compaginaba a mano. Después, hizo algunas publicaciones, con Lom ediciones, las que nunca firmó, así como tampoco sus pinturas.

La muestra incluye algunos de estos ejemplares, parte de la colección de libros y revistas pertenecientes a Alejandro de la Fuente, que permiten conocer otras facetas de Larraín. "Colecciono sus fotos desde hace treinta años, pero como en Chile eran tan escasas por el veto de Sergio a su divulgación, empecé a estudiar su obra en publicaciones de su época activa", revela De la Fuente.

Por su parte, Roberto Farriol, director del Museo de Bellas Artes, confiesa que esta exposición "viene a cumplir un anhelado sueño para todos", y destaca el ojo atento y sensible de Sergio Larraín. "Es sorprendente su tremenda capacidad de asombro ante la simpleza de las cosas y las situaciones más cotidianas de la vida. Sus fotografías son una magistral expresión de esa dimensión de lo incierto que transgrede los límites de realidades y tiempos", concluye.

 Larraín a lo largo de Chile


La retrospectiva, que se extiende hasta el 15 de julio en el Museo Nacional de Bellas Artes, recibió el apoyo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería, el Instituto Francés de Chile, LarrainVial, Sodexo, Magnum Photos y la Universidad Alberto Hurtado, que ofrecerá seminarios sobre su obra. "Posteriormente, la exposición irá a la Pinacoteca de laUniversidad de Concepción , al Museo Regional de Magallanes, en Punta Arenas , y al Museo Histórico Gabriel González Videla, en La Serena ", afirma Verónica Besnier.

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