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Diario El Mercurio, Sábado 15 de marzo de 2014


Sebastián:  Aún tengo muchas cosas por hacer. Muchas... y las voy a hacer. Cuatro años no son nada y se pasan volando. No puedo dejar de pensar en Chile. Y le voy a decir una cosa sin falsa modestia: mi deber es forjar y liderar una nueva derecha, pero una de verdad. 

Cecilia: Ya.

Sebastián: Más amplia, tolerante, abierta e inclusiva. No solo para el 2017, sino para el futuro. Ese es el verdadero cambio cultural y político que Chile necesita. 

Cecilia: Bueno, pero podría apagar la luz, que ya es tarde.

Sebastián: La izquierda y la DC no tienen nada que ofrecer en renovación y por eso la Nueva Mayoría es tan seca, agria y opaca. ¿Dónde están las grandes palabras y sueños? Están en la nueva derecha, pero para eso debemos construirla con pasión y convicciones. Mi deber, entonces, es liderar ese proceso. Hinzpeter me lo dijo: tu destino es liderar Chile.

Cecilia: ¿El de Hinzpeter?

Sebastián: ¿Cómo se te ocurre? 

Cecilia: Es que es muy tarde y ya estoy confundida. Apaga la luz, por favor.

Sebastián: Entonces debo prepararme para cumplir con mi destino. No me puedo ir a Nueva York o a un cargo internacional, pero puedo hacer lo que nunca he hecho: descansar y borrarme un poco, pero un poco nomás. En todo caso, mi primera misión es no pensar en tantas cosas a la vez. En tres, seis u ocho. En una nomás. Como Larroulet o Chadwick o la Cecilia Pérez. ¿Qué podría hacer?

Cecilia: Apagar la luz.

Sebastián: Podría pintar, creo que podría. ¿Le dije que no era malo con los pinceles y la témpera en el colegio? Claro que podría. Implica concentración y enfocarse en un lienzo blanco y vacío y crear algo original. Entre medio uno medita, reflexiona, descansa y pinta. Lo del autorretrato de Bangkok, por ejemplo. 

Cecilia: Van Gogh.

Sebastián: Es que lo pronuncié en alemán.

Cecilia: Era holandés.

Sebastián: Eso de pintar con puntitos. Me puedo ir de puntito en puntito y primero el techo y después la casa. Un jardín: puntito verde, puntito verde, puntito verde y así. Un sol: puntito amarrillo, puntito amarillo y puntito amarillo. Me va a tomar tiempo, pero de eso se trata. Y las flores son puntitos de colores. Me iría de puntito en puntito.

Cecilia: Ese movimiento se llamó puntillismo.

Sebastián: Me ayudaría harto, porque en vez de pensar en el país y mi destino, pensaría en un puntito. Por un tiempo, por supuesto. Un tiempo de introspección y pausa, antes de emprender el camino y enfrentarme a mi destino. ¿Le suena muy soberbio o muy arrogante?

Cecilia: No, pero podrías apagar la luz de una vez.

Sebastián: Un ministro es un puntito y un subsecretario una coma. Un Presidente es distinto. Y fundar una nueva derecha y ser reelecto, es la historia con mayúscula. 

Cecilia: ¡Apaga la luz!

Sebastián: Click.

Cecilia: Sigue encendida.

Sebastián: Click.

Cecilia: No se apaga.

Sebastián: Parece que se echó a perder el interruptor.

Cecilia: No lo puedo creer.

Sebastián: Click.

Cecilia: ...

Sebastián: Click, click.

Cecilia: ...

Sebastián: Click, click, click.

Cecilia: Es mi destino.

1 comentario:

  1. La verdad es que no para. Lo descrito acá, con el genio y humor de Liberty Valance es algo perfectamente imaginable.

    La noche que siguió al cambio de mando, la celebración en la casa del ex mandatario en Camino La Viña duró hasta las dos y media de la madrugada del día miércoles 12, con karaoke incluido, generosamente compartido con el entorno que pretendía dormir para levantarse el día siguiente para ir a trabajar como corresponde a las rancias minorías de siempre.

    Más que la invención de Morel, es el destino de Cecilia.

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