Camisa de once varas que le quedó como poncho‏



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Diario El Mercurio, Sábado 15 de febrero de 2014

Renoir, el pintor y la modelo

"El cineasta Gilles Bourdos construye este mundo con una sensibilidad arty, que cumple con los lugares comunes de lo que muchos, quizás demasiados, creen que es el arte, una especie de turismo de los sentidos..."


Camisa de once varas. Hay pocas otras maneras de llamar a un proyecto que se mete al mismo tiempo con dos genios del arte, uno de los baluartes del impresionismo en la plástica, Auguste Renoir, y un maestro del realismo en el cine, Jean Renoir, además de una familia cargada de vocaciones expresivas, como las del actor Pierre Renoir y la actriz Catherine Hessling.

Esta es la camisa. La medición de la talla comienza en 1915 en el balneario de Les Collettes, en la Costa Azul francesa, donde el veterano Auguste Renoir (Michel Bouquet), castigado por una artritis mortificante, intenta multiplicar su producción pictórica. Hasta allí llega, buscando un empleo como modelo, la joven pelirroja Andrée Heuschling (Christa Theret). Y también regresa, herido de la Primera Guerra Mundial, el hijo del medio, Jean (Vincent Rottiers), que no ha decidido qué hacer con su vida.

Andrée, luego Dédée, encaja más allá de lo previsible con la pasión del Renoir tardío por el rojo, la carnalidad femenina y la sensualidad de Tiziano. También seduce los sentidos del joven Jean, a quien va convenciendo, no solo de casarse con ella, sino incluso de dedicarse al cine en conjunto. No hay seña alguna de lo que podría querer expresar Jean con sus obras. La norma, el canon, lo que debería ser el arte, está enteramente depositado en la inteligencia intuitiva y erótica del veterano.

En esto se solaza la película: un Renoir cargado de ideas y lecciones, otro sin decisiones y una joven que es un perfecto vacío. El cineasta Gilles Bourdos construye este mundo con una sensibilidad arty, que cumple con los lugares comunes de lo que muchos, quizás demasiados, creen que es el arte, una especie de turismo de los sentidos.

Y entonces, según estos lugares comunes, ¿cómo podría ser una cinta sobre Auguste Renoir? Debería tener referencias al paisaje vegetal, a las mujeres deliberadamente engordadas por el pincel, al "Desayuno en la hierba", a "Las bañistas", a "Maternidad". ¿Y sobre Jean Renoir? Algunos guiños hacia las futuras Nana, La perra, el oficial alemán de La gran ilusión y, por supuesto, su propio Desayuno en la hierba.

Todo esto pone Bourdos en la camisa de su Renoir. Su película quiere convertir a Dédée en una víctima emocional de dos gigantes del arte. El viejo pintor pronuncia sentencias que Dédée no alcanza a comprender, como no alcanzaría nadie. El espectador es ubicado en la posición de Dédée, en una encrucijada de la que no podrá salir indemne.

La verdad histórica es un poco diferente. Jean Renoir se casó con Dédée -que era morena- y la convirtió, bajo el nombre de Catherine Hessling, en la protagonista de cuatro de sus primeras películas. En 1930 se separaron después de agrias diferencias acerca de su colaboración en el cine. El hijo igualó, o quizás superó al padre en eminencia artística, con una carrera que ha modelado por cien años todo lo mejor del cine francés.

Pero nada de eso está en la camisa de once varas, que apenas se la puede con una pequeña idea de la dependencia emocional.

RENOIR.
Dirección:Gilles Bourdos.
Con: Michel Bouquet, Christa Theret, Vincent Rottiers, Thomas Doret, Laurent Poitrenaux.
111 minutos.

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