Partiendo el año 2014‏


por Sergio Melnick 
Diario La Segunda, Jueves 02 de Enero de 2014
http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2014/01/02/partiendo-el-ano-2014.asp
Les deseo a todos de corazón lo mejor para este año, y en particular al país y al nuevo gobierno. Necesitamos más cohesión social y menos pugnas ideológicas. Vamos todos en el mismo barco.
A partir de marzo le veremos la mano a una administración que ha ofrecido tres grandes ejes de trabajo: Constitución, educación y reforma tributaria. La economía mundial repuntará un poco más el 2014, de modo que eso ayudará significativamente a Chile.
Diversos personeros de la DC han dado por muerta la asamblea constituyente, lo que muestra la prudencia de ese sector, y han acotado los cambios a tres temas: los quórums, el tribunal constitucional y el sistema binominal. Cualquiera sea el camino que adopte el nuevo gobierno, es fundamental que entienda que las constituciones, para ser legítimas, requieren un apoyo del 75% o más de la población. Eso es lo que obliga a ponerse de acuerdo realmente y a considerar de manera efectiva a las minorías. Buscar esos grandes consensos es señal de madurez de un gobierno.
La reforma tributaria irá sí o sí, ya que la Nueva Mayoría tiene los votos. Hay que tener presente que esos cambios no son neutros para la economía, más allá del voluntarismo de algunos sectores de izquierda. Nuevamente, la prudencia es fundamental. Jorge Awad, destacado bacheletista DC, ya ha puesto una gota de cordura al señalar en una entrevista de televisión que el cambio del FUT quizás, podría, eventualmente, ocurrir el cuarto año del gobierno, deslizando así que es una muy mala idea. Si leemos entre líneas, lo da por terminado, dando un aire de esperanza a la mediana empresa, que no tiene posibilidad alguna de repartir dividendos por restricciones permanentes de la caja, y sería ridículo pagar impuestos por dividendos no distribuidos.
Piñera entregará el gobierno con las cuentas fiscales ordenadas, habrá corregido casi todo el déficit fiscal heredado de Velasco (4%, según el FMI), y habrá restituido el fondo del cobre, dilapidado también por Velasco, a una cifra en torno a los US$ 23.000 millones.
Por eso, el verdadero partido de Bachelet se juega en la educación, donde está difícil la pista. La Nueva Mayoría cayó un poco en la trampadel populismo al ofrecer tres condiciones que compiten entre sí: calidad, gratuidad y carácter público. Para mí, lo correcto era ofrecer enfáticamente calidad y que nadie quedara afuera por problema de recursos. En efecto, sólo la calidad es el objetivo central y fundamental en la educación, todo el resto es instrumental, ideológico; poner los tres objetivos a la misma promete tempestades.
De las nueve asociaciones estudiantiles, sólo una es liderada por la Nueva Mayoría, y eso es una mala señal para el gobierno. Todos deberemos apoyarlo para tratar de neutralizar esa marea, que en algunos casos se autodefine como anarquista, pues si bien está calificada legítimamente para representar el problema, no tiene ni cerca la capacidad de definir las soluciones. Son sin duda inteligentes, pero aún muy jóvenes, con poco conocimiento y ninguna experiencia en esas ligas. Los políticos deben comportarse como adultos y poner los límites adecuados.
La discusión sobre calidad, que debe ser anterior a la propuesta de cualquier reforma, ni siquiera ha empezado, aunque hoy se trata de un debate a nivel mundial. La clave de la educación en el siglo 21 es el lenguaje post simbólico, que tiene que ver con la nueva sociedad digital, la cual funciona con otros códigos. Lenguaje no es lo mismo que idioma, una diferencia que los estudiantes quizá ni sospechan. Nuestro sistema de titulación universitaria está claramente obsoleto, es muy rígido y obliga a los alumnos a especializarse a los 16 años, lo que es un absurdo. Eso obliga a la PSU, una aberración que transforma toda la educación media en una fábrica para pasar esa prueba, en desmedrodel sentido profundo de la educación. La brecha digital debe ser una prioridad, pues ése es el verdadero analfabetismo del siglo 21.
Pensar que la educación va a mejorar porque pasa de los municipios al gobierno central es un serio error; pensar que se pueden fijar aranceles universitarios comunes para todas las universidades y mantener la calidad es otro. Esperemos que prevalezcan la sabiduría, la cordura y los acuerdos.

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