Más de lo mismo



QUIENES CREEN que se juega algo trascendental en esta elección y estamos ante un nuevo ciclo, se equivocan. Por mucho que los asesores y publicistas a cargo del montaje “kabuki” le cambien el peinado e inyecten botox ideológico a las actrices del reparto, lo fundamental sigue intacto,familiar, demasiado familiar. Si uno revisa la prensa de los últimos 15 años, desde que Lagos asumió la presidencia -lo que he estado haciendo últimamente- es insoslayable: los estilos y tinturas pasan, las arrugas y canas quedan.
Quizá lo que todavía hay que explicarse, igual que en 2009, sea el porqué Lagos de nuevo no ha intentado, ni atrevido, reelegirse. Sí, en cambio, Bachelet, que en 2005 se perfilaba como “criatura” de Lagos y, aunque ya no lo es, se sigue insistiendo en ella como la “novedad” que va/iba a salvar a la Concertación de su “muerte”. Prolongada muerte, anticipada desde 2003 si no de antes -es cierto-, pero la taxidermia política es viejo arte por estos lados. Concertación no podría haber sin Derecha (el otro lado de “La Moneda”), los únicos dos actores que el sistema reconoce. Dicho en brutal: nadie ha dado con una solución al empate estructural, por eso Jaime Guzmán está más vivo que nunca. También los siempre posibles “díscolos”, los extra-concertacionistas ayudando con escasos aunque todavía útiles votos (llámese “Nueva Mayoría”), la pugna entre complacientes y flagelantes, el “modelo” que gusta/no gusta, los abstinentes… Si hasta persisten quienes rompen lanzas y juran que, esta vez sí que sí, la transición  se acaba. ¿Con dos “hijas de…” y de esos dos papás? Subliminalmente al menos, pareciera que no. “No, we can’t”, y quien diga lo contrario se engaña.

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