"Tuvo todo para ser uno más de los innumerables presidentes africanos de izquierda que llegaron al poder (... ) y terminaron hundiendo a sus pueblos en corrupción, miseria y violencia. Madiba fue distinto en 3 conceptos que no abundan en la política..."
Con esa mezcla de grandeza, solemnidad y sencillez, que muchos quieren atribuir a su condición de abogado, pero que yo aprecio en los estadistas, se fue Nelson Mandela o Madiba como lo trataban con respeto los suyos. Pasará a la historia como uno de los líderes más grandes del siglo XX, integrando el salón de la fama que completan Churchill, Thatcher y Adenauer. Tuvo todo para ser uno más de los innumerables presidentes africanos de izquierda que llegaron al poder revestidos de popularidad, autoridad y apoyo extranjero (Kabila, Mugabe, Mobutu, etc.) y terminaron hundiendo a sus pueblos en corrupción, miseria y violencia. Madiba fue distinto en 3 conceptos que no abundan en la política.
Liderazgo. Madiba entendió que no lo eligieron Presidente de Sudáfrica para obedecer a la mayoría que lo apoyó, sino que para liderar a todos los sudafricanos hacia un mundo de democracia, tolerancia y prosperidad. Desde el primer día se sintió Presidente de todos y gobernó como tal, no tuvo reparos en desoír a la mayoría cuando su instinto político y su sentido común le enseñaban que su país debía transitar por otro camino.
Perdón y reconciliación. Madiba, teniendo las mejores razones personales e históricas del mundo y gozando de un apoyo gigantesco, no se dejó llevar por el humano deseo de revancha del "ni perdón ni olvido", sino que promovió el "perdón sin olvido". Por conveniencia y convicción entendió que su país necesitaba de todos y especialmente de la minoría blanca mejor educada. Madiba como estudioso de la historia, sabía el efecto devastador que tuvo para la economía y cultura española la intolerancia y posterior expulsión de los judíos; para Turquía la expulsión de los griegos; para los polacos la de los alemanes y sin ir más lejos para Zimbawe la pérdida de capital humano que sufrió por la intolerancia hacia la minoría blanca. Por eso, Madiba impulsó la tolerancia y reconciliación racial y social, evitando revanchismos. A Sudáfrica no le sobraba nadie y él se preocupó de que fuera un hogar multirracial.
Prosperidad. Madiba entendió cuál era el origen del desarrollo y la prosperidad y la resumió en una sola frase: "La riqueza no asegura el éxito, solo la libertad para crearla lo hace". Contra toda recomendación lo primero que hizo fue asegurar derechos de propiedad, recorrió el mundo tratando de atraer inversión extranjera, se preocupó de combatir el crimen creciente y se centró en mejorar la educación de su pueblo. Madiba tenía claro que la riqueza de un pueblo está en la educación, el respeto al derecho de propiedad y generar una economía inclusiva en que todos puedan participar con libertad y sin miedo a ser esquilmados por el poderoso de turno, sea, una casta, el Estado, la tribu vecina o una combinación de ellos.
Hoy está entre los libros más vendidos en el mundo uno que se llama "Por qué fracasan las naciones" (Acemoglu y Robinson). En síntesis, el libro señala que los países prosperan cuando dan libertad a sus ciudadanos para crear y el gobierno les respeta los derechos para prosperar sin expoliarlos. Con innumerables ejemplos muestra el auge y caída de sociedades cuando permiten que unos pocos se enquisten en el poder, restrinjan la libertad del resto para prosperar y se dedican a explotarlos, limitando competencia y debilitando el derecho de propiedad.
Con ese instinto, inteligencia y humanidad que solo aparecen rara vez en la historia, Madiba, intuyó el contenido de ese libro y tuvo el sentido común de reinsertar a su país en el mapa del mundo civilizado, de la democracia, del respeto de los derechos personales y de la promoción de la libertad como motor del desarrollo de los países. Por eso, Madiba puede descansar en paz: vivió, sufrió, lideró y dejó un país mejor del que encontró.
Liderazgo. Madiba entendió que no lo eligieron Presidente de Sudáfrica para obedecer a la mayoría que lo apoyó, sino que para liderar a todos los sudafricanos hacia un mundo de democracia, tolerancia y prosperidad. Desde el primer día se sintió Presidente de todos y gobernó como tal, no tuvo reparos en desoír a la mayoría cuando su instinto político y su sentido común le enseñaban que su país debía transitar por otro camino.
Perdón y reconciliación. Madiba, teniendo las mejores razones personales e históricas del mundo y gozando de un apoyo gigantesco, no se dejó llevar por el humano deseo de revancha del "ni perdón ni olvido", sino que promovió el "perdón sin olvido". Por conveniencia y convicción entendió que su país necesitaba de todos y especialmente de la minoría blanca mejor educada. Madiba como estudioso de la historia, sabía el efecto devastador que tuvo para la economía y cultura española la intolerancia y posterior expulsión de los judíos; para Turquía la expulsión de los griegos; para los polacos la de los alemanes y sin ir más lejos para Zimbawe la pérdida de capital humano que sufrió por la intolerancia hacia la minoría blanca. Por eso, Madiba impulsó la tolerancia y reconciliación racial y social, evitando revanchismos. A Sudáfrica no le sobraba nadie y él se preocupó de que fuera un hogar multirracial.
Prosperidad. Madiba entendió cuál era el origen del desarrollo y la prosperidad y la resumió en una sola frase: "La riqueza no asegura el éxito, solo la libertad para crearla lo hace". Contra toda recomendación lo primero que hizo fue asegurar derechos de propiedad, recorrió el mundo tratando de atraer inversión extranjera, se preocupó de combatir el crimen creciente y se centró en mejorar la educación de su pueblo. Madiba tenía claro que la riqueza de un pueblo está en la educación, el respeto al derecho de propiedad y generar una economía inclusiva en que todos puedan participar con libertad y sin miedo a ser esquilmados por el poderoso de turno, sea, una casta, el Estado, la tribu vecina o una combinación de ellos.
Hoy está entre los libros más vendidos en el mundo uno que se llama "Por qué fracasan las naciones" (Acemoglu y Robinson). En síntesis, el libro señala que los países prosperan cuando dan libertad a sus ciudadanos para crear y el gobierno les respeta los derechos para prosperar sin expoliarlos. Con innumerables ejemplos muestra el auge y caída de sociedades cuando permiten que unos pocos se enquisten en el poder, restrinjan la libertad del resto para prosperar y se dedican a explotarlos, limitando competencia y debilitando el derecho de propiedad.
Con ese instinto, inteligencia y humanidad que solo aparecen rara vez en la historia, Madiba, intuyó el contenido de ese libro y tuvo el sentido común de reinsertar a su país en el mapa del mundo civilizado, de la democracia, del respeto de los derechos personales y de la promoción de la libertad como motor del desarrollo de los países. Por eso, Madiba puede descansar en paz: vivió, sufrió, lideró y dejó un país mejor del que encontró.
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