Discurso de Carlos Alberto Délano Abbott


Best Old Georgian 2013

Amigos del Saint George,

Lo primero que quiero decirles, 
es que nunca recibí un premio, 
en los 12 años que estuve en el colegio.

Tampoco fui “Honor Roll”, y por eso, 
les agradezco inmensamente, 
que me hayan escogido 
como “Best Old Georgian”. 

La verdad es que nunca soñé 
con recibir un premio como éste, 
que es el que más me gusta.

En las premiaciones escolares, 
siempre miraba a mi alrededor, 
y pensaba que todos mis compañeros 
los merecían más que yo.

Hoy, miro nuevamente a mi alrededor, 
y sigo pensando lo mismo, 

¡Salvo en el fútbol!.- 
En la historia del Saint George, 
fuimos los primeros 
campeones interescolares de fútbol, 
en la categoría superior.

Y aunque nunca soñé con diplomas, 
ni tampoco los recibí, 
guardo del Saint George el mejor recuerdo 
y el más grande agradecimiento 
porque fui tremendamente feliz en este colegio.

Yo era un palomilla (medio rubio/medio colorín, 
y por eso me pusieron Choclo…) 
y seguramente en la actualidad 
me habrían diagnosticado déficit atencional, 
y más que seguro, me habrían recetado Ritalín.

En esos tiempos yo sólo era un pelusa 
que en vez de salir a las 4.15 de la tarde, 
junto con el resto del colegio, 
me tenía que quedar aprendiendo poesías, 
hasta las 5.15, o haciendo tareas, 
en la oficina del gran Father Whelan, 
mientras él preparaba sus clases para el día siguiente.

Era de esos “pinganillas” 
que veían pasar una mosca 
y ya se estaba riendo. 

Un experto en calentar exámenes 
a partir de los imbatibles resúmenes 
que me hacía mi mamá 
para sacar una buena nota 
en el examen de final de año.

Era de esos “palomillas” 
que se avergonzaba 
del pan con membrillo 
que le mandaban de colación 
y que llegó a tener el escritorio 
con más panes que cuadernos.

Un alumno, que tenía la cabeza 
llena de pelotas de fútbol, 
y que tuvo que ser derivado 
-por un año- a otro colegio 
con el objetivo que madurara.

Así y todo, debo decirles 
que siempre encontré justos 
los castigos las salidas tardes, 
y las poesías que tenía que aprenderme. 

Nunca me los cuestioné, 
porque me sentía acogido 
y muy querido por mis compañeros 
por mis profesores y por los queridos curas.

- Porque me sentía parte 
de un gran colegio con tradición 
que era admirado y respetado 
por los otros colegios.

- Porque estar en el Saint George 
me agrandaba como persona, 
me hacía sentir orgulloso.

Comprenderán ustedes, 
que no salí del Saint George 
con un gran promedio, 
pero sí egresé 
con la autoestima bien alta 
y sin las alas rotas.

Nunca recibí el mensaje 
que el colegio era solo de los aplicados. 

Todos cabíamos en él. 

Era un colegio diverso, 
en el sentido más amplio de la palabra.

Cuando entré Ingeniería Comercial 
de la Universidad Católica, 
rodeado de excelentes alumnos 
de distintos colegios, al poco tiempo, 
me di cuenta que el Saint George 
me había entregado las bases 
para ser también un buen estudiante, 
y terminé la carrera siendo un alumno distinguido.

Por eso al recibir este premio 
que, de modo paradójico, 
lo recibo como ex alumno, 
quisiera modestamente formular 
un llamado a los colegios 
a los profesores y a los padres actuales, 
diciéndoles que: los buenos alumnos 
no pueden ser los únicos 
que se sientan felices yendo al colegio; 
que los aplicados no pueden ser los únicos 
que se sientan queridos y reconocidos 
en el colegio y en sus familias.

Los inquietos y los desordenados, 
deben salir del colegio 
con una buena autoestima 
y con la convicción de que ellos 
también pueden llegar lejos y triunfar en la vida.

Los colegios hoy en día, 
parecen obsesionados y exigidos 
por los Rankings PSU y SIMCE. 

Me parece excelente que se premie 
y se reconozca a los mejores, 
pero soy un convencido 
que los colegios deben abrir sus ojos 
-y en sus mediciones- 
darles también un espacio a los creativos, 
a los desordenados, a los distraídos, 
a los que tienen diferentes capacidades, 
y así descubrir el potencial que hay en ellos, 
en vez de tratar de modelarlos infructuosamente 
o intentar derivarlos a otros colegios, 
con un menor prestigio académico.

El mundo está lleno de “palomillas” 
que fueron exitosos en distintas áreas, 
porque éstos en general 
tienen una cuota de rebeldía, 
de intuición, de audacia, 
que el resto no tiene, 
porque se han equivocado tantas veces, 
porque saben ponerse de pie, 
y se atreven a correr riesgos.

Por eso, quiero agradecer 
a mi querido colegio Saint George 
porque, como ya se lo dije, 
fui inmensamente feliz en él 
y porque me dio las herramientas 
para salir adelante en la vida.

Sobre todo, porque me dio 
¡¡¡ ALAS PARA VOLAR !!!

Termino agradeciendo 
a la Fundación de ex Alumnos 
por este reconocimiento, 
una fundación que se acaba de formar 
con el objetivo que ningún Georgians 
se sienta solo a lo largo de su vida, 
que ningún palomilla 
se sienta solo y triste en la vida.

Gracias Pablo Ayala 
por tu genial idea 
al crear esta Fundación.

Este premio, lo guardaré 
en un lugar importante de mi corazón 
y será el primero que colgaré 
en el muro de mi oficina.

Este premio, lo recibo 
queriendo expresarles 
a todos los Old Georgians, 
que cuenten conmigo, 
como si fuera su compañero de curso.

Muchas gracias al gran Father Whelan, por creer en mí.

Muchas gracias a mis padres, 
que a Dios gracias todavía están conmigo, 
por haber elegido este colegio, 
y por toda la paciencia que tuvieron, 
con este hijo palomilla.

Muchas gracias a todos mis compañeros 
por este reconocimiento, en especial, 
a mi querido amigo Mario Livingstone 
por explicarme tantas materias, 
mientras practicábamos 
distintas jugadas para los partidos de fútbol.

¡¡ Viva la Holly Cross.!!
Vivan sus profesores.
Vivan todos los Georgians y los Old Georgians.
Viva el Colegio Saint George.

Santiago, 20 de Noviembre de 2013

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