Trayectoria electoral de Bachelet


Diario El Mercurio, Martes 19 de noviembre de 2013


Lo anterior deja espacio para reinterpretar el fenómeno electoral que su persona encarna y que se verá desafiado por Evelyn Matthei, en segunda vuelta, de maneras muy distintas de las que enfrentó en la primera...

Michelle Bachelet debutó electoralmente en las elecciones municipales de 1996 como candidata a concejal por Las Condes (por el PS dentro del pacto Concertación, cuando el concejal más votado se erigía en alcalde), obteniendo 2.622 votos (2,35%). Esa magra votación no fue óbice para que el Presidente Ricardo Lagos la nombrara ministra de Salud de su gobierno en 2000. Su labor no estuvo exenta de críticas y mantuvo disputas con los más cercanos asesores al Presidente en esas materias, que finalmente gatillaron su salida de esa cartera en 2002; pero logró una visibilidad mediática importante, que la llevó a mantenerse en el gabinete, esta vez como ministra de Defensa. Su labor en esa cartera tuvo ribetes simbólicos —mujer, hija de general de la Fuerza Aérea dolorosamente fallecido mientras estaba detenido, y socialista—, que catapultaron su figura a nivel nacional, y la llevaron a la Presidencia de la República en 2006.

En esa ocasión obtuvo en primera vuelta 3.190.961 votos (45,96%), que aunque inferior a la suma de los votos de los candidatos de la Alianza, Sebastián Piñera y Joaquín Lavín, le permitió ganar luego la segunda vuelta, al obtener 3.723.019 votos (53,5%). Durante su gobierno, luego de un comienzo lleno de problemas —“la revolución pingüina” y el desastroso proyecto Transantiago, entre otros— que llevaron su popularidad bastante por debajo del 40%, tuvo luego un repunte espectacular, aunque paradójico, pues comenzó cuando se desató la crisis financiera en 2008, y se acentuó especialmente cuando el país cayó en recesión, en 2009. Dejó el gobierno con niveles de popularidad inéditos, de 80%, pero que no pudo transmitir al entonces candidato de la Concertación, Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

Posteriormente, al asumir el cargo de directora ejecutiva de ONU Mujeres, con sede en Nueva York, su popularidad, lejos de caer, se mantuvo, a pesar de la distancia y de las críticas que su gestión presidencial recibió por el 27-F, el Transantiago y el relativo mediocre desempeño económico general de su período, aun excluyendo la recesión de 2009. Ella se tradujo luego en un fenómeno electoral, al conseguir aglutinar a una mal evaluada Concertación, transformada en Nueva Mayoría, en torno a su candidatura presidencial, que obtuvo 72% de las preferencias en sus primarias. Parecía constituir, efectivamente, un “tsunami electoral”.

Sin embargo, los resultados que logró en la reciente elección presidencial muestran una atenuación de esa potencia electoral: no obtuvo la vaticinada mayoría absoluta en primera vuelta —solo el 46,7%, esto es, apenas 0,85% superior al resultado de 2005, cuando su figura todavía no adquiría su talla actual—, lo que se tradujo en 3.070.012 votos, esto es, 120 mil votos menos que en ese año. El que haya habido 9 candidatos no explica, sino más bien ratifica esa atenuación, pues su persona no fue capaz de contrarrestar ese efecto. Asimismo, obtuvo un porcentaje menor que la Nueva Mayoría en diputados (47,73%) y en senadores (50,64%), lo que deja en interrogante la relación causal de logro de votos entre la elección presidencial y la parlamentaria. Además, en las regiones I y II, las con más altos ingresos per cápita, no llegó al 40%, y en la Metropolitana apenas lo superó, sugiriendo que su capacidad de convocatoria sigue patrones distintos de los tradicionales de la geografía económica chilena. Lo anterior deja espacio para reinterpretar el fenómeno electoral que su persona encarna y que se verá desafiado por Evelyn Matthei, en segunda vuelta, de maneras muy distintas de las que enfrentó en la primera. Esta vez sí se contrastarán proyectos, pensamientos, estilos, logros y conocimientos, y se harán esfuerzos por movilizar a nuevos y más jóvenes electores, poniendo nuevamente a prueba esa potencia.

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