Los sorprendentes usos que le damos al mítico lápiz BIC‏


por Paulina González
Diario Las Últimas Noticias, miércoles 20 de noviembre de 2013

Cerbatana, palillo para el pelo, bombilla, 
cámara fotográfica, rascador, nave espacial y medidor.

Todos hemos ocupado, alguna vez en la vida,
este famoso bolígrafo para un propósito diferente,
ya sea mascándolo porque estamos estresados 
o para rebobinar el casette.
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Está en el mercado desde 1950
y con los años se convirtió
en una leyenda de uso y diseño.

Su creador, el francés Marcel Bich,
comercializó los derechos en Europa
del bolígrafo creado por los hermanos Biro,
con el objetivo de crear una revolución.

[Molesto por los trastornos que le ocasionaba 
su pluma fuente cuando esta se le atascaba 
en medio de un reportaje, el húngaro Ladislao Biro 
y su hermano Georg, quien era químico, 
lograron una tinta que era muy útil 
para la escritura a mano, 
pero que tenía el inconveniente 
de que no podía utilizarse 
con la pluma pues se trababa al escribir. 

Pero Ladislao ideó como resolver 
este último inconveniente 
observando a unos niños 
mientras jugaban en la calle 
con bolitas que al atravesar un charco 
salían trazando una línea de agua en el piso seco: 
se dio cuenta de que en vez de utilizar 
una pluma metálica en la punta, 
debía utilizar una bolita. 

La dificultad de trasladar ese mecanismo 
a un instrumento de escritura 
residía en la imposibilidad 
para desarrollar esferas 
de un tamaño suficientemente pequeño. 

Ladislao Biro patentó un prototipo 
en Hungría y Francia en 1938, 
pero no lo llegó a comercializar. 

Ese mismo año, Agustín Pedro Justo, 
quien pocos meses antes había dejado de ser 
Presidente de la Nación Argentina, 
le invitó a radicarse en su país 
cuando de casualidad lo conoció 
en momentos en que Biro 
estaba en Yugoslavia haciendo notas 
para un periódico húngaro. 

Agustín Justo lo vio escribiendo 
con un prototipo del bolígrafo 
y maravillado por esa forma de escribir 
se puso a charlar con él. 

Biro le habló de la dificultad 
para conseguir una visa y Justo, 
que no le había dicho quien era, 
le dio una tarjeta con su nombre.

Biro no se decidió en ese momento 
a viajar a la Argentina, 
pero en mayo de 1940, 
al comenzar la Segunda Guerra Mundial, 
él y su hermano emigraron a la Argentina 
junto con Juan Jorge Meyne, 
su socio y amigo que le ayudó 
a escapar de la persecución nazi 
por su origen judío.

Tiempo después 
su esposa Elsa y su hija Mariana 
desembarcarían también en Buenos Aires. 

En ese mismo año formaron 
la compañía Biro Meyne Biro 
y en un garage con cuarenta operarios 
y un bajo presupuesto perfeccionó su invento, 
realizando el 10 de junio de 1943 
una nueva patente en Buenos Aires. 

Lanzaron el nuevo producto al mercado 
bajo el nombre comercial de Birome
(Acrónimo formado por las sílaba
s iniciales de Biro y Meyne). 

Al principio 
los libreros consideraron 
que esos «lapicitos a tinta» 
eran demasiado baratos 
como para venderlos 
como herramienta de trabajo 
y los vendían como juguetes para chicos. 

Al respecto, en su última entrevista 
antes de fallecer, Biro afirmó: 
"Mi «juguete» dejó treinta y seis millones de dólares 
en el tesoro argentino, dinero que el país 
ganó vendiendo productos no de la tierra sino del cerebro".

Cuando comenzaron a promocionarse 
se les llamaba esferográfica 
y se hacía hincapié 
en que siempre estaba cargada, 
secaba en el acto, permitía hacer copias 
con papel carbónico, 
era única para la aviación 
y su tinta era indeleble.]

Lo curioso es el nombre del lápiz BIC.

Proviene de su apellido, 
pues su asesor personal
le aconsejó que le sacara la H,
porque era muy parecido a la palabra "bitch"
(en español, prostituta).

"Marcel Bich tuvo que desarrollar 
su propia maquinaria,
ya que no encontraba máquinas 
que le permitieran
lograr la esfera perfecta.

Finalmente en 1950,
el lápiz pasta BIC
salió al mercado,
con un nombre acortado
del apellido del inventor",
explica Vincent Parachini,
gerente general de BIC Chile, S.A.

De allí en adelante
el sencillo diseño provocó
que el negocio se disparara.

Y que el lapicito con la capucha
se convirtiera en ícono cultural.

¿Y por qué?

Aparte de su sencillez, 
bajo precio y eficacia en escribir, 
este bolígrafo se ha transformado
en una herramienta para hacer
un montó de actividades
que van más allá de su función original.

1. Rebobinar cassettes: es un clásico
de los años 80 y 90.  Para muchos,
incluso, un recuerdo nostálgico
que los niños de hoy no entienden.
El lápiz BIC, específicamente su
forma hexagonal, era el arma perfecta
para optimizar la vida útil de las pilas
del Walkman y escuchar los éxitos
del momento.  La misión no era nada
de fácil y muchas veces nos dejaba agotados.
"Siempre tenía uno en la mochila por si acaso
y muchas veces me pasó que el casette salía volando,
porque agitaba el lápiz en el aire, así por fuerza centrífuga",
dice entre risas el ingeniero Christian Riemann.

2. La cerbatana de la muerte: fuimos víctimas o victimarios,
pero era normal que en la sala de clases se crearan
cerbatanas cuando se le sacaba el tubo de tinta al lápiz.
Daba lo mismo de qué material estaba compuesto el proyectil,
si cáscara de naranja, hoja de cuaderno, pedazo de goma o arroz,
con tal de disparar lo más lejos posible y ojalá en dirección
a las chicas con pelo más largo.  "En primero o segundo medio,
con mi compañero Andrés, llevábamos naranjas al colegio,
las comíamos en clase y luego enterrábamos la parte trasera 
del lápiz en la cáscara para lanzárselas a las compañeras
más chasconas", asegura Roberto Albornoz, diseñador
en comunicación visual.

3.  Pedicure express: es poco glamoroso, pero en ocasiones
no queda otra no más que sacarse el esmalte de uña 
con la tapa del lápiz, en especial si tenemos una reunión.
También sirve para echar hacia atrás la cutícula.
"Estaba full estrés y no me di cuenta que tenía las uñas picadas.
Es horrible, súper flaite, y tenía que ir a una audiencia,
por ende se iban a ver mucho mis manos y es súper importante
tenerlas presentables.  Cuando llegué al tribunal, me di cuenta
que no tenía cómo sacarme el esmalte, así que lo raspé con la
tapa y me funcionó bien", confiesa la abogada Catalina Zambelli.

4. Limpia oídos: es algo que no muchos confesarían, pero para
qué estamos con cosas, a veces simplemente no hay algodones.
"La forma de la tapa es ideal para hacerse limpieza profunda de oídos.
Guardo un BIC en el velador hace más de dos décadas,
para mí no existen los cotonitos", confiesa Cristián, ingeniero
de 40 años. Pero cuidado, que se use no significa que su
otorrino lo permita.

5. Salvavidas: se ha visto en algunos programas de televisión
que un doctor, para salvar una vida, ocupa un lápiz
para realizar una traqueotomía de urgencia.
En teoría funciona y hay casos documentados,
pero obviamente no es recomendable.
"Se puede usar el lápiz, tras realizar una abertura,
para mantenerla abierta.  Si logras abrir el espacio
cricotiroideo con un bisturí o algo así, se puede
dejar puesta así una férula hueca cualquiera",
explica el jefe de Urgencias de la Clínica Indisa,
Leonardo Ristori.

6. Accesorio peluquero:  los hombres no van a entender,
pero a veces las mujeres necesitamos amarrarnos el pelo
y cuando buscamos desesperadamente un colet,
sin tener suerte, un BIC nos viene como anillo al dedo
y nos da lo mismo si no es un palillo de madera.
"Soy profesora y generalmente ando con estuche,
pero nunca con colet. Al tener el pelo crespo 
me permite que, al darme una vuelta con el lápiz,
me queda como un tomate
entre chascón y ordenado,
lo que me libera mucho del calor",
cuenta Camila Apraiz.
"Es más común, porque siempre
ando con mi estuche. 
La gente está acostumbrada
a verme así.  Además,
el moño queda súper choro
y no es la típica cola de caballo", acota.

7. La medida perfecta: para muchos,
la sal se convirtió en un verdadero problema.
¿Cuánto le echamos al plato de comida?
Según la página web de la Clínica Alemana,
la persona hipertensa debe tener como referencia
que se debe consumir dos gramos de sal al día.
Para graficarlo, esto equivale a una tapa de lápiz BIC.
Tal cual.

8. Nave espacial: se necesita imaginación,
pero usted con cuatro tapas de lápiz BIC
puede crear su propia nave espacial
y jugar hasta que se aburra.

9. La cámara perfecta: aunque no lo crea,
en tiempos de la Guerra Fría el capuchón
o tapa del lapiz BIC fue ocupado como una cámara.
Los espías ponían en el agujero un microfilm
que, en condiciones ideales de oscuridad,
e iluminando adecuadamente con una linterna,
conseguían fotografiar documentos.
"Era una forma muy antigua donde el papel fotográfico
reaccionaba con la luz y se podía sacar la fotografía.
Se ponía en la tapa de los BIC el rollo fotográfico
y al estar oscuro no se velaba, pero al darle
un golpe de luz, se impregnaba la imagen",
explica Ian Yutronic, de La Casa del Espía.

10: Antiestrés: es típico en las pruebas o cuando 
simplemente estamos medio estresados en la pega.
Nos ponemos a mascar la tapita como si fuera
un pedazo de carne.  Tal como el movimiento
de la pierna, nos relaja inmediatamente 
y botamos la tensión. "Siempre me pillan
haciéndolo y después me da vergüenza
cuando me piden un lápiz, porque está
todo feo mordido", dice Catalina Zambelli.
Muchas veces, los más obsesivos y compulsivos
lo dejan en estado tan lamentable,
que la capucha queda inservible, 
la tapita del otro extremo 
se termina escupiendo cuando parece
ya un trozo diminuto de chicle,
y el mismo tubo de plástico hexagonal 
es más corto que el tubo interior
que contiene la pasta.

Bonus Track:

Los múltiples usos del BIC no terminan aquí.
También funciona regio para hacer burbujas,
como matacolas (de porro de marihuana),
para sacar esas manchas con relieves imposibles en las mesas,
también como bombilla, lámpara,
para realizar tremendas obras de arte,
para rascarse la espalda
e incluso como arma de defensa
si se topa con un pato malo.

Ojo, que también se ocupa
como chiste homofóbico:
¿Por qué le dicen lápiz BIC
Porque no le conocen mina".

Si no le gusta la talla,
use el BIC para rayar.

También es un lapiz.

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Datos curiosos

• Se venden en el mundo 
25 millones de lápices BIC al día,
aseguran en BIC Chile.

• Escribe más de 2 kilómetros.

• 345 cartas de amor.

•  233 cartas A4 escritas a mano.

• Mide 14,7 cm de largo, 
  8,3 mm de diámetro
  y pesa 5,8 gramos.

• Es parte de las colecciones permanentes
  del Museo Pompidou (París) 
  y del MOMA (Nueva York).

• El nuevo modelo BIC Cristal Stylus Tech
  puede utilizarse en tablets y smartphones.

"El diseño del Lápiz BIC Cristal es inalterado.
Lo único que ganó con los años 
fue el orificio en la punta de la tapa
para evitar que se sofoquen los niños
en caso de que lo ingieran",
asegura Vicent Parachini.

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