¿Dulces o...


Mi primer pensamiento fue: “Y ahora, ¿qué comerán los niños?” Pero, después, me los imaginé preguntando a sus ruborizadas madres acerca de las características de estas nuevas golosinas, de marcas y envases tan desconocidos para ellos.


  
...condones? No, no se trata de una nueva frase para Halloween. Más bien es una pregunta que se hizo tía Waverly el otro día al regresar perpleja de sus compras en el supermercado. “Sucede, mijito, que en las cajas esas que llaman rápidas (en verdad, antes se llamaban así; ahora solo indican el límite de productos a adquirir), bueno, en esas cajas —digo—, yo solía deleitarme viendo a los niños deleitarse a su vez con una amplia gama de dulces y golosinas. Sí, junto a esas cajas había una breve góndola, una repisa, no sé cómo se llaman, en la que se exhibían chocolatines y caramelos de todas clases. ¡Y era de ver esas caritas!”
Hasta aquí, todo iba bien, por lo que ?me apresuré a preguntarle a la tía la razón de su perplejidad. “Es que ahora, cabro ?leso, ya no hay más dulces ahí, en esa góndola o repisa, sino todas las marcas y modelos imaginables de preservativos”. “¿Preser… qué?”, pregunté a la tía. “Condones, niño, ¡condones!”.
Mi primer pensamiento fue: “Y ahora, ¿qué comerán los niños?” Pero, después, me los imaginé preguntando a sus ruborizadas madres acerca de las características de estas nuevas golosinas, de marcas y envases tan desconocidos para ellos. ¿Vendrán de China o de algún otro país tan singular para sus cabecitas soñadoras?
En fin, la tía dice que ya ha hablado un par de veces con el jefe de local, pero las cosas siguen ahí, tal cual. Y yo pienso: “¿Será un signo de los tiempos que se avecinan?”. Quién sabe…
B. B. COOPER

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