Don Francisco: una especie de pasamontañas de silicona...‏


CARLA GASIC: La mujer tras las caras de Kramer
por Claudia Guzmán
Fotografías: Sergio López 
Maquillaje: Carla Gasic. Pelo: Mauricio Castro. 
Diario El Mercurio, Revista Ya, 
martes 26 de noviembre de 2013

Maquilladora de las estrellas y caracterizadora estrella. 

Su talento es requerido 
tanto por novias rutilantes como Diana Bolocco 
como por el programa televisivo "Mi nombre es". 

Pero es su trabajo como encargada de los 25 looks 
de "El ciudadano Kramer" lo que la tiene 
en la cima de una carrera labrada a punta 
de exigencia profesional y postergación personal; 
aunque para ella todo parezca ser parte de una infinita diversión.

_________

Cigomáticos mayor y menor, y orbicular. 

Los músculos cercanos a la boca y a los ojos 
se contraen espontáneamente, la irrigación sanguínea 
los tonifica y la carcajada estalla sin poderla refrenar. 

Eso le ocurrió a más de un millón de espectadores 
hace un año con "Stefan vs. Kramer" 
y esa es la meta que tiene "El ciudadano Kramer", 
el segundo filme del comediante que se estrenará 
el próximo jueves 5 de diciembre. 

Pero esta vez, más allá de su talento propio, 
el imitador regresa a la pantalla grande 
asistido tras las cámaras por una mujer 
que sabe perfectamente cómo activar 
y poner en marcha toda esa 
compleja estructura muscular. 

Carla Gasic, maquilladora y caracterizadora, 
aprendió, casi desde la cuna, cómo echarla andar.

-Cuando era niña me gustaba mucho estudiar con mi papá. 

Él es cirujano traumatológico, 
y siempre me contaba 
cómo trabajaba las amputaciones. 

Yo alucinaba, imagínate que cosa más atroz. 

Me contaba cómo unía las venitas aquí, 
cómo ponía un pernito por acá... 

Yo lo encontraba increíble, muy divertido.

Gasic no solo maneja 
los conceptos anatómicos 
que rodean al humor. 

También lo prodiga en su conversación: 
gesticula, recrea diálogos, cambia su voz, 
aletea desesperada y corre de un lado a otro 
probándose pelucas y maquillajes 
cuando llega la hora de retratarla a ella 
y su particular don:

-La verdad es que a nadie en mi casa 
le extraña que yo haga esto. 

Desde chica siempre fui 
la que imitaba a todo el mundo: 

a las tías, a la nana, al profesor... 

Y en las semanas del colegio, 
era yo la que maquillaba al resto. 

Así que supongo que no es raro 
verme así -dice mientras 
se calza una peluca afro y oscurece su piel.

Carla Gasic, mujer de 41 años 
y madre de un hijo de 23, 
vuelve a la infancia 
cada vez que le toca trabajar.

***
Creció al alero
de su padre traumatólogo 
y de su mamá nutricionista. 

No era raro que desde niña 
le interesaran las carreras 
del área de la salud.

-Claro que tenía ganas de ser médico, 
pero quedé embarazada apenas salí del colegio, 
a los 17 años, así que obviamente 
tuve que cambiar de elección. 

Entrar a Medicina significaba 
días y noches estudiando, 
y con guagua eso era cuesta arriba.

Entró a publicidad 
junto al padre de su hijo, 
su pololo de la época colegial. 

Apenas faltó 15 días a clases cuando fue madre 
-"Hasta el día antes jugué fútbol en la universidad", recuerda-. 

Y siempre tuvo el apoyo familiar.

-Viví con mis papás 
hasta que Nicolás tuvo nueve años, 
y ellos siempre estuvieron ahí para mí. 

Pero tampoco me dijeron: 
"ya, hijita, nosotros te vamos a cuidar, 
te vamos a apoyar para que tú 
no te pierdas nada de tu juventud'" 
No, en realidad la conversación fue más bien: 
"Ok, si usted quiere hacer cosas 
de mujer grande, sea mujer grande. 

Imagínese que usted ya no tiene 17, 
ahora tiene 25 o 30 años. 

Sea responsable, estudie y trabaje... 

Nosotros los vamos a acoger 
porque los amamos, pero la guagua es suya, 
así es que sea responsable como mamá". 

Ese rigor hizo que siempre tuviera 
el interés de poder solucionar la parte laboral 
para poder salir a adelante con mi cabro chico.

Carla se separó del padre de su hijo 
cuando éste tenía dos años de edad 
y trabajar se volvió más que nunca un imperativo, 
aunque la presencia paterna nunca se perdió. 

Dos agencias de modelos 
fueron la primera experiencia empresarial 
que Carla montó una vez fuera de la universidad. 

Luego dos amigas que llegaban de Argentina 
la convencieron para abrir la peluquería Evas, 
que, instalada en un departamento de El Bosque Norte, 
se hizo célebre por ser la primera 
en traer extensiones de pelo al país. 

Eran mediados de los años 90, 
su nombre comenzó a circular 
por los sets de televisión, 
su trabajo ya estaba en boca de figuras 
como Vivi Kreutzberger y Margot Kahl.

-En la peluquería empecé 
a hacer trabajo manual por primera vez. 

Juntaba pelo, trenzaba, mezclaba colores; 
era como juntar las venitas que veía con mi papá. 

Nos entrevistaron en la tele, 
y ahí conocí a Jorge Hidalgo, 
un tremendo maquillador, 
y le pedí que me hiciera clases. 

Él me enseñó lo básico, 
el trabajo de luces y sombras. 

Él era un tremendo artista, muy teatral. 

Y con esos conocimientos, empecé a practicar. 

Llamé a mis amigos publicistas de la universidad 
y les dije: "ahora, soy maquilladora". Así empecé.

Carla quería participar 
en producciones editoriales o audiovisuales 
que la llevaran a viajar, a encaramarse 
en una montaña nevada con arnés 
para maquillar a un modelo de un comercial. 

Ella quería probar de todo. 

Y si había algo que no sabía, lo podría inventar.

-Siempre que me preguntaban 
si sabía hacer algo, yo decía que sí. 

Después me las arreglaba 
para aprender en el camino; 
practicaba y practicaba, 
hasta que llegaba lista 
al día de la filmación. 

Me acuerdo que cuando me llamaron 
para los comerciales del Banco de Santiago, 
con Fernando Larraín, y me pidieron 
hacer mi primera caracterización. 

Yo partí a Alo Fiesta, 
compré un bigote, lo corté, lo mojé, 
lo texturé y lo trabajé, 
hasta que me gustó como quedó.

Con padres profesionales de salud, 
tan acogedores como exigentes. 

Y con juegos de infancia marcados 
por una tía pintora que la ponía 
junto a sus primas a decorar retablos 
o a pintar pátinas sobre patos de cerámica, 
Carla fue descubriendo la senda que quería seguir.

-Y el camino lo fui haciendo sola. 

Porque antes no había nada así acá. 

A eso súmale que siempre fui deportista, 
cuando chica competía en gimnasia rítmica y deportiva, 
ganaba campeonatos, tenía la costumbre de entrenar, 
de ponerme metas, de la superación... 

Entonces fue como a los 25 años que dije: 
"ya, esto es lo que quiero hacer 
y solo me queda perfeccionarme 
para cumplir esa meta que era 
mi éxito como profesional y como madre".

-¿Y como mujer?

-Es que cuando uno tiene 
un quiebre en la vida como el que yo tuve, 
de separarme del papá de mi hijo, 
de no poder realizar esa idea de tener una familia, 
de sufrir por eso, uno pone un freno bien duro 
a esa parte de la realización... 

Yo me acuerdo 
de haber dicho en algún momento 
"nunca más quiero que me pase esto", 
y cerré las puertas no más.

En 2006 Carla partió a Los Angeles 
a estudiar a la Make-up Designory School 
diseño capilar de época 
y efectos de maquillaje para personajes. 

Su hijo se quedó viviendo 
con el padre esos meses, aunque ella, 
en un arranque de soledad, 
partió a la embajada 
a firmar los papeles necesarios 
para que el entonces adolescente 
la pudiera acompañar unos días allá.

-Antes de viajar 
estuve un año perfeccionando mi inglés 
para poder entender bien. 

Allá estudiaba en las noches 
las palabras que veríamos el día después. 

Fue agotador para el cerebro. Atroz. 

Te juro que a las seis de la tarde 
rogaba porque alguien me dijera un garabato... -ríe-. 

Pero en esos meses me di cuenta 
de que realmente tenía talento para caracterizar.

-¿Después de la carrera que ya había hecho sentía inseguridad?

-Es que como uno no lo planeaba... 

Era algo que estaba subterráneo, 
algo que finalmente emergió. 

Y hoy creo que si hubiera estado 
en pareja o con familia, 
no habría podido hacer 
este camino profesional.

Como maquilladora, Carla Gasic 
fue elegida como la mejor de 2012 
y fue nombrada embajadora internacional por Maybelline, 
que la llevó a trabajar al Fashion Week de Nueva York. 

Como caracterizadora, 
fue reclutada por Canal 13 
para sacar adelante "Mi nombre es", 
que por estos días emite 
una exitosa temporada 
transformando a personas 
comunes o famosas 
en sus ídolos de la canción.

-¿Qué hace a una buena maquilladora?

-La observación y la empatía. 

Es sacar lo mejor del otro, 
en el caso de la belleza. 

Y en el de las caracterizaciones, 
es poner en el rostro de otro 
las cosas que están en tu imaginería 
y que al juntarlas te hacen construir un personaje. 

Es observación, mucha observación, 
y también hacer sentir bien al otro, 
porque esto es muy personal: 
toco la cabeza, la boca, los ojos. 

Es un trabajo muy íntimo, muy delicado.

En estos años ha crecido su renombre 
y, junto a ella, se ha ido abriendo el mercado local:

-Cuando llegué de Estados Unidos 
había poco espacio para trabajar. 

Hoy eso cambia cada día más. 

Por ejemplo, puse una escuela 
y vi cómo explotó el tema 
del maquillaje, del automaquillaje; 
la mujer cambió su percepción. 

El maquillaje ya no es una máscara, 
no se asocia necesariamente con una mujer fácil, 
porque no hace mucho tiempo se pensaba todavía 
que la mujer elegante no se maquillaba 
y que la menos elegante se maquillaba más. 

El nivel de vida de la mujer chilena ha aumentado, 
y también la importancia que tiene la imagen, 
pero no solo en superficial, también en lo profundo. 

Cuidar tu imagen tiene que ver 
con que tengas los ojos brillantes o una linda piel. 

Ya no pasa por un palo de flaca ni por tener ojos azules. 

Tiene que ver con eso que te decía de saber sacar lo mejor de ti.

Carla cuenta, eso sí, que en su escuela los cursos 
de caracterización nunca lograron prender:

-Pero creo que eso también tiende a cambiar. 

Cuando empezamos con "Mi nombre es" 
éramos Mauricio Castro en el pelo y yo, 
más dos asistentes del canal. 

Al año siguiente fuimos cuatro, después ocho. 

Hoy somos 13 trabajando en la caracterización. 

Entonces, es cosa de atreverse a jugar, de querer soñar... 

Por ejemplo, este Halloween 
me llamó gente que quería que los maquillara.

Pero a esas alturas del año, 
Carla ya no tenía espacio 
para otro compromiso más. 

Ella que trata de no rechazar nada, 
ni siquiera la preparación de novias 
-"Siento que me conectan con el maquillaje profundo, 
con toda la emoción de ese día, 
con hacerlas sentirse realmente feliz"-, tuvo que decir "no". 

Los dulces y travesuras de este año, 
Carla los vivió en medio 
de su mejor experiencia laboral 
al interior de un set de filmación.

***

Fue durante las grabaciones 
de "Mi nombre es", en junio, 
que Carla fue contactada por Stefan Kramer. 

Él necesitaba alguien que ocupara 
el rol de su maquilladora estable, 
que partía en viaje de perfeccionamiento. 

¿El resultado? un video 
para el show en vivo de Kramer, 
sobre algunos candidatos 
de las primarias pasadas, terminó en película.

-Es increíble todo esto: 
hicieron un video viral 
con el trabajo que hicimos, 
con las primeras pruebas, y funcionó. 

Kramer dijo 'esto hay que compartirlo 
con todo el mundo, no con los 
que pueden pagar por ver el show. 


Hay que hacer una película sí o sí'. 

Yo estaba ocupaba hasta el 20 de septiembre 
con "Mi nombre es", y el 21 empecé a trabajar con él...

Terminamos de filmar hace una semana y ya vamos a estrenar.

Lo insólito de "El ciudadano Kramer" para Carla Gasic 
no es solo el plazo de filmación, sino que todo lo que esta implicó:

-A mí me recomendó Eduardo Saavedra, 
el protesista que había trabajado toda la vida con Kramer, 
y el día en que empezamos a grabar el teaser de la película, se murió. 

Imagínate lo que era eso, 
fue la pérdida de un amigo, 
de un hombre clave, 
que se fue a los 36 años, por un cáncer... 

Hubo que volver a empezar, de cero, 
porque todos lo moldes
que tenía quedaron en su familia. 

Fue agotador. 

El trabajo de 8 años y medio 
que había hecho él con Kramer, 
se tuvo que rehacer 
en tres meses y medio nomás. 

Yo estaba con ansiedad, con pena, con jaqueca. 

Corría entre las filmaciones 
a supervisar el trabajo de modelamiento. 

Soñaba todas las noches con los personajes.

Las jornadas de trabajo de la película 
rondaban entre 14 y 16 horas. 

Más que nada porque tanto ella 
como Stefan Kramer llegaban horas antes 
para maquillarlo y luego echar a andar la filmación.

-Cuando nos tocaban personajes 
como Longton o el Negro Piñera, 
que requieren menos trabajo, 
nos tomaba una hora y media no más. 

Pero en los que requieren 
más prótesis, como Camilo Escalona, 
llegamos a las cuatro o cinco horas.

En el iPhone de Carla se guardan imágenes 
que no llegarán a la pantalla 
pero que son dignas de admiración: 
Kramer duerme sobre el sillón de maquillaje 
mientras sobre sus mejillas actúa el pegamento especial 
que sostiene las largas mejillas de silicona 
que luego Carla maquillará y texturará 
para darle el look de Carlos Larraín. 

En otra, el comediante se ve atrapado 
dentro de una especie de pasamontañas de silicona 
que sirve para transformarlo en Mario Kreutzberger.

-La verdad es que Don Francisco 
es el único que hicimos así, 
como una máscara total, 
porque como él tiene 
ese volumen de cabeza que conocemos, 
no había otra forma 
de darle sentido a su corporalidad.

En su teléfono también hay secretos 
que no puede revelar, 
como el look que le dieron 
junto al comediante 
a Michelle Bachelet y Evelyn Matthei.

-En esta pega estás al filo 
de burlarte de la gente y de perjudicarla. 

Para mí era muy importante no ridiculizarlos; 
entonces, con Stefan decidimos llevar la caracterización 
al realismo máximo, al hiperrealismo... 
porque yo también soy perfeccionista; 
entonces todo lo hicimos con respeto. 

Y, en el caso de las mujeres, 
traté de que se mantuviera la feminidad, 
que no pareciera un travesti disfrazado de mujer. 

Por eso, siento 
que hay una diferencia 
entre la primera película y ésta; 
antes todos los personajes 
eran casi pura nariz, peluca y dientes. 

Ahora tenemos párpados, 
bolsas, cachetes, papadas... 
mejores materiales, 
una silicona que se mueve con la piel.

Carla resume el trabajo:

-Fueron muchas horas, 
mucho sacrificio, no solo de nosotros, 
sino que de todo el equipo que nos tenía que esperar. 

Pero valieron la pena los kilos que bajamos, 
los granos que nos salieron... 

Estar en esta película, 
haciendo 25 personajes con un actor, 
creo que es una experiencia 
que no podría tener ni a nivel internacional.

-En un mercado tan reducido, ¿le queda algo por hacer?

-Me encantó hacer cine, 
quiero seguir haciéndolo 
porque es venir a divertirse. 

Es genial. 

Quiero volver a enseñar, 
sueño con tener mi propia línea de maquillaje 
y, como no escupo al cielo, 
creo que todavía puedo aprender más... 

Me gustaría viajar a hacer 
un curso de postizería 
para hacer pelucas, barba, bigotes... 

La idea es que uno sea cada vez mejor. 

O sea, si yo sintiera que lo hago la raja, 
¿qué me queda para después?

-¿Buscar pareja? 
Buscar esa realización que postergó.

-Para mí era importante crecer y mejorar, 
y sentir que tengo camino por recorrer. 

Me gusta sentirme libre, 
me gusta el silencio, 
la familia, la soledad... 
pero, claro, ahora que siento 
que quizás ya he logrado 
gran parte de lo que me propuse, 
quizás sea el momento 
de encontrar un compañero.

Carla Gasic planifica lo justo 
y lo necesario lo que vendrá. 

Le gusta jugar, dejarse llevar. 

Pero, como pocas mujeres, 
ella sí tiene la capacidad 
de visualizar cómo sus músculos faciales 
-cigomáticos mayor y menor, y orbicular - envejecerán. 

Y, lejos de dramatizar sobre el punto, 
para ella también eso es parte de la diversión.

-Obvio que imagino cómo seré. 

Lo he probado 
maquillándome con luces y sombras, 
pero con prótesis de párpado caídos, 
de bolsas en los ojos, no lo he llegado hacer... 

Ojalá tuviera más tiempo para jugar. 

Es que con tanto trabajo he tenido poco tiempo para jugar.

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