da lo mismo quien gane



Alfredo Jocelyn-Holt
Diario La Tercera, sábado 16 de noviembre de 2013
MELISSA NO piensa votar mañana. La flamante presidenta de la Fech, Melissa Sepúlveda, es anarquista y, como todos los anarquistas, un poco búmeran confundida (más temprano que tarde los pillan). A ella la eligieron mediante votos, pero no votará en las presidenciales, ni tampoco apoyaría a Giorgio Jackson o a Camila Vallejo.Salvo tamaña contradicción -lo de “el voto para mí, sí, para el resto no”-, como que le encuentro algo de razón a Melissa.
Desde luego, derrotó a los “autonomistas” (la línea de Francisco Figueroa, Boric y Fielbaum), entre la gente que más daño ha producido a la UCH últimamente. Punto, por tanto, para ella. Aunque también punto en su contra, porque, como Melissa bien dice, da lo mismo quién gane (la cita del título de esta columna le pertenece). En otras palabras, que la izquierda en la principal universidad del país se mueva más a la izquierda y “triunfe” (la lista RetroCEDamos en Derecho tiende quizás a lo mismo), lo único que anticipa es más confusión que la que ya hay de sobra. Se impone una “nueva mayoría”, pero sin que se sepa qué va a pasar post elección. Y es entendible que así sea: lo de ella es una bomba y, por lo mismo, lo que sigue no puede ser sino el desgobierno dentro del bloque general de izquierda.
Eso en la universidad, ¿y en el país? Bueno, ahí, no es descartable que pase lo que siempre sucede con los izquierdistas en el gobierno cuando, con ellos, se impone una “nueva mayoría” electoral. Estos arrugan y se les coopta dejando de ser de izquierdas (los gobiernos de la Concertación). No lo necesito decir yo, lo dice gente como Melissa. O bien, giran más y más a la izquierda y hasta los comunistas se espantan, produciéndose un impasse suicida de proporciones mayúsculas (la UP es el ejemplo obvio). La izquierda chilena, lo sabemos, no tiene vocación de gobierno, sí de derrota. Para ellos, las derrotas son triunfos morales algo perversos. En una de éstas ése es el legado anarquista que siempre ha penado a la izquierda y que, ahora, de nuevo, cual Lázaro, lo desentierran. Las elecciones Fech, por cierto, siempre lo han anticipado. Las gana la izquierda ultra, y el centro (otrora la DC) se vuelca a la derecha. Es decir, Melissa tiene la razón: da lo mismo quién gane.
Suelen, además, sobredimensionarse las elecciones, en especial los triunfos aplastantes. Pasó con Ibáñez el 52 (terminó mal), con Frei el 64 (perdió el control el 67), con Allende el 70 si sumamos los votos de Tomic (el desenlace me lo puedo saltar). Pasa en otras partes. He ahí Obama, el PP en España, Hollande en Francia, y toda vez que el abstencionismo se va convirtiendo en fuerza callada potente. George F. Will (“In defense of nonvoting”, 1983) también tiene la razón. Lo que importa es el consentimiento ciudadano, no hacer más desproporcionado el aluvión de votos. En 1933, un 88,3% de alemanes votó en las elecciones en que arrasaron los nazis. En Venezuela siempre vota un muy alto porcentaje. Lo que de veras pesa es que voten quienes creen tener posición real sobre los “issues” en discusión; el resto sólo contribuye estadísticamente (cita a Sam Ervin, viejo político norteamericano, zorro y sabio). Ganar votos no es lo mismo que qué hacer con ellos.

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