Reconociendo la prosa e imágenes de uno de nuestros narradores...‏


De entre este conjunto de narradore(a)s nacionales,
¿a cuál de ellos pertenece los brevísimos fragmentos
de prosa que aparecen a continuación de los nombres?:

A. Roberto Ampuero
B. Marcelo Mellado
C. Roberto Bolaño
Ch. Isabel Allende
D. José Donoso
E. María José Viera-Gallo
F. Mauricio Electorat
G. Diamela Eltit
H. Rafael Gumucio
I. Alejandra Costamagna
J. Gonzalo Contreras
K. Carla Guefelbein
L.  Pedro Lemebel
LL. Pablo Simonetti
M. Darío Osses
N. Antonio Skármeta
Ñ. Marcela Serrano
O. Jorge Edwards
P. Alberto Fuguet
Q. Adolfo Couve
R. Álvaro Bisama
RR. Lina Meruane
S. Nona Fernández
T. Carlos León
U. Manuel Rojas
V. Alberto Blest Gana
W. Elisa Serrana
X. Baldomero Lillo
Y. Hernán Rivera Letelier
Z. Luis Sepúlveda

Es el primer plano que hiere mi corazón.

Somos dos puntos mínimos bajo un cono de luz.

En camisón atraviesa la noche 
y me trae el viento que hacía temblar los paltos.

Los sauces terminan en columpios sobre el río.

La luna luminosa está anclada a merced del viento.

La tarde nos cubrió a todos.

La lluvia cariñosa lavó mi voz con persistencia durante la noche.

Ahí se encontraba mi mirada desolada.

Lo veo protestar en el roncar de las olas.

¿Qué puede aquel que navega en el alba y sueña con la noche?

Aquí vengo a liquidar imágenes.

La luz se cuela dorada entre las celosías.

Mi voz la trituran los émbolos.

Vibran los cristales de las portezuelas.

Los hombres que las habitan son silenciosos
a causa de las habladurías del mar.

Entonces encontró asilo en un barco anclado
en medio del patio y remó mil ensueños,
porque a la navegación libre,
sólo bastan los vientos propios.

La flor en su vaivén 
no atinaba a colocarse en posición firme 
y Miraflores (para quien el apellido ponía
al servicio de ella) se inclinó para arrancarla.

Al girar la cabeza, 
advirtió que en el vértice del abismo
se agitaba como siempre la pequeña siempreviva.

El tiempo de su corazón era otro 
y entre un latido y el siguiente
recordaba cosas y adivinaba otras.
Entréme hoy al amparo de la parodia.

Cuando el mundo se retira,
los pliegues de la cortina cerrada son arenas
y el azul de sus contornos se me vuelve mar
anterior a mi locura.

Significaba viajar con los sueños perturbados
hasta este rincón de monumentales rocas
en que la espuma se desgrana ensordeciendo las playas.

Lo que sí buscaba en estas tierras era desaparecer.

Esto era reposo y también abandono.

La siluetas que modelaban el puente.

Sólo atino a desviarla buscando horizontes nuevos.

Un sopor espeso sopló sobre el bergantín
y las velas flojas colgaban como ropa tendida.

De súbito el autro de esos mares nuevos
dio de lleno en los paños y el bergantín quieto
se ladeó torpe y emprendió viaje.

La mañana esplendorosa dibujaba la costa como una tajada de pan.

Una carcajada sonora se llevaron las gaviotas en las alas.

No podía dejar la vida quien la tenía prestada.

¿Cuándo me hablarás del mar?

Cuidar lo inexistente…no indagues.

Cómo se pulverizan 
las temibles y gigantescas olas
en el silencio de la noche y del día.

Existe más allá de los confines un acantilado salino 
monumental y profundo en donde la costa que es desierto
hunde trozos de tierra como garras en el continuo
ensordecedor que humedece esos muros tan altos
que sólo muestran una guarda mezquina de cielo.

El cordón de pinos oculta parte de la chimenea
y casi por completo el rojo ceniza de los dos pisos
y el balcón que enfrenta la tormenta.

El corazón es una u cerrada como la u de diluvio
y no reemplaza al alma que en su afán de fuga,
talla desde dentro los labios y completa la cara.

A lo más podría hablarte del pájaro atrapado
en las profundas concavidades, su canto golpeado
y abajo debatirse entre la espuma silenciosa.

Le siguió una tarde 
el arabesco de nubes sobre la cabeza
y Elías dio ruedo a su manta 
y bailó hasta girar el mundo entero.

El aplauso es sólo un chubasco sobre el tejado.

Aunque guardan silencio, me estorban.

Como un día 
en que me dio la impresión
que el mundo no seguía.

En este salar que no colinda
con ninguno de los puntos cardinales,
existe un pequeño oasis.

No había estaciones, sólo noches y auroras.

Fue de tal intensidad el vacío, 
como cuando el mar se recoge,
dejando los bordes lejanos.

Así desistió de intervenir en este siglo
y se dio a vagar por las calles estrechas.

Conoció el vuelo nocturno  
y el adentrarse entre los pliegues 
de una cortina expuesta 
a los estragos de la tormenta.

La quebrada tiende a continuar en brumas,
es siempre el peñón cortado por manos
que lo hicieron fuera de los tiempos.

¿Quién, me pregunto, 
no ha tenido en su vida
noche de trenes y sueños dormidos?

La bruma silenciando el mar.

Era un extravertido, 
ajeno a ese pudor que recoge enteros 
a los dueños de una diferencia grata.

Para mí no tenía realidad 
que las estaciones se dispersaran 
a lo largo de la Tierra.

Una dama enteramente de negro, inmóvil,
de la cual sólo resaltaba contra el follaje su cara.

Cuando una relación va a ser duradera, 
el encuentro toma los visos de una fatalidad
y uno no se resiste porque sabe que
a esa persona la ha conocido en el futuro.
____

R: Q

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