Axel Buchheister
Conforme con la encuesta CEP, a un 44% de los chilenos “le gustaría” que Michelle Bachelet sea el próximo Presidente y sólo a un 12% que lo fuera Evelyn Matthei. Expuestas así las cosas, no hay nada más que conversar: la candidata de Nueva Mayoría arrasará en noviembre.
Pero no es tan así. Desde luego, el contexto en que se tomó la encuesta fue anómalo, porque su trabajo de campo se inició cuando el candidato de la Alianza todavía era Pablo Longueira y durante otra parte del mismo Matthei no era candidata única; eso sólo estuvo claro cuando fue ratificada por el consejo general de RN, dato que tomó un tiempo para que fuera aquilatado. Más aún, la pregunta abierta “quién le gustaría”, no es sinónimo de “por quién votará”: tal vez a muchos en la UDI o RN no les gusta que Matthei sea la candidata, pero votarán por ella.
Incluso el propio CEP tuvo que eliminar las preguntas cerradas, esto es, “por quién votaría usted si la elección es el próximo domingo” y la confrontación de la alternativa Matthei vs. Bachelet. Si por razones técnicas no era correcto hacer la pregunta directa, nada se puede concluir con rigor de una pregunta indirecta. De hecho, no se entiende bien por qué ésta se mantuvo, cuando cualquier intensidad de preferencia (incluso el mero gusto) es influenciada por el hecho que alguien sea o no claramente candidato; por algo hay un alto 20% que no sabe quién le gustaría que fuera.
Además, cuando se revisan las cifras se concluye que las cosas no son tan malas para Matthei, sobre todo teniendo presente que todavía no era candidata a firme. Al revés, hay motivos para que el comando de Bachelet esté atento: la evaluación positiva de ésta cae en poco más de un año de 83% a 64%; y en la pregunta “quién le gustaría que fuera Presidente” cae en el mismo lapso de 51% a 44%. Indices que la favorecen, pero que marcan una tendencia a la baja. Por otra parte, mientras los que creen que ella será la próxima Presidenta son un 79% cuando el candidato medido era Longueira, de inmediato bajan al 75% cuando apenas se insinúa la candidatura de Matthei, lo cual demuestra potencialidad por el solo nombre.
Una cifra que aparenta ser adversa para la candidata oficialista es el 39% de rechazo, mayor que el 32% de aprobación. Pero ello no es más que la consecuencia de una candidata de carácter fuerte, que expresa opinión y toma posición, aunque algunas veces se excede en su “elocuencia”, lo que puede constituir un activo, cuando quizás muchos pueden estar hartos del escapismo de los políticos, como indica la baja apreciación que hay de ellos. Ese 39% es un voto duro concertacionista que jamás votará por la centroderecha. Lo que importa es lo que harán los demás y eso está por verse.
Si alguna cifra es negativa para Matthei, es ese 75% que cree que ganará Bachelet, que refleja pesimismo en su propia base, porque no puede sino incluir votos suyos. Ahí están los que piden perdón -nadie sabe bien de qué- y los que organizan actos para conmemorar el “golpe militar”, que lejos de mostrar una nueva cara de la centroderecha, validan la cancha predilecta de la Concertación y conforme a la cual ellos son por completo inocentes y los demás culpables de todo. Mejor “no me ayude usted compadre”.
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