Mario Vargas Llosa recuerda
que su compatriota, el escritor Luis Loayza
-en su juventud- contrajo una curiosa alergia
contra todo lo feo que se encontraba
al paso en este mundo.
Una desagradable exposición de pintura,
una mala película, un poema vulgar,
un bípedo antipático,
y empezaba a ponerse pálido,
se le hundían los ojos
y le sobrevenían incómodas arcadas...
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