Allende y Bachelet


Diario El Mercurio, Domingo 15 de septiembre de 2013

"Una interpretación benigna de las actuaciones de Bachelet estos días nos diría que ella ha hecho lo que no podía dejar de hacer: loas a Salvador Allende que alimenten el mito de que fue un gran Presidente..."

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Por algunos días, pareciera que el país ha vuelto la mirada cuarenta años atrás para remontarse al 11 de septiembre de 1973. Michelle Bachelet ha sido protagonista en este ejercicio y ha pronunciado discursos en el seminario internacional Salvador Allende celebrado el 7 de septiembre y en la conmemoración que la Nueva Mayoría realizó en el Museo de la Memoria, luego de rechazar la invitación al acto que convocó el Presidente de la República.

En ambas ocasiones, la candidata vertió elogiosos conceptos hacia Allende, lo que considerando la ocasión era perfectamente esperable.

Hasta aquí, estamos en el terreno de la memoria, de lo simbólico y, de alguna manera, de lo retórico.

Pero más relevante desde una perspectiva de futuro es si la candidata presidencial de la Nueva Mayoría suscribe el proyecto para Chile que tenía Salvador Allende.

Algunas de sus palabras parecen indicar que sí. Señaló que Allende y su pensamiento siguen presentes, no solo en el recuerdo, sino que hoy el contenido social y humano que florece en nuevos proyectos se nutre de la acción de quien buscó convertir en realidad los sueños de un pueblo.

Dijo que Allende eligió siempre y sin condiciones el camino de la democracia como el único posible para construir una sociedad mejor y la Constitución como marco jurídico de la transformación social. Omitió decir que en entrevista con Regis Debray, publicada el 16 de mayo de 1971 por Punto Final, Allende señaló que había firmado el pacto de garantías constitucionales por una necesidad táctica para lograr el poder. Tampoco reparó Bachelet en que la Cámara de Diputados manifestó, el 22 de agosto de 1973, en una declaración aprobada por Patricio Aylwin y redactada por quien fuera luego su ministro del Interior, Enrique Krauss, que el gobierno de Allende había incurrido en un “grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República”.

Expresó también Bachelet que Allende fue un Presidente que buscó integrar y articular miradas políticas diferentes en un mismo proyecto y que estimaba que el respeto a los demás, la tolerancia hacia el otro, era uno de los bienes culturales más significativos con que contábamos. No dijo, empero, que Allende en el ejercicio de su cargo señaló que él no era Presidente de todos los chilenos.

Uno podría pensar que las omisiones de Bachelet se explican por la ocasión, dominada por el recuerdo y la emoción, y por lo tanto estamos siendo demasiado estrictos. Abonaría a esta tesis el que la candidata de la Nueva Mayoría señale, a continuación, que hay lecciones tremendamente duras y que “hoy no vamos a cometer los mismos errores como nación”. También el que en ese mismo discurso señale que “hoy sabemos que un adversario no puede ni debe ser jamás un enemigo”.

En otras palabras, una interpretación benigna de las actuaciones de Bachelet estos días nos diría que ella ha hecho lo que no podía dejar de hacer: loas a Salvador Allende que alimenten el mito de que fue un gran Presidente, acercarse a su mística y su estética logrando de esa manera aumentar su caudal electoral.

El problema es que luego de su fuerte reivindicación de la obra de Allende se le hace más difícil, frente a muchos de quienes la apoyan, especialmente los jóvenes, realizar en el evento que gane un gobierno con ideas y propuestas muy diferentes.

Más aún, en el mismo discurso en que reconoce los errores cometidos, desliza una frase que nos hace pensar. Dice Bachelet: “Hoy, a pesar de nuestras legítimas diferencias, reconocemos un proyecto común, amplio e integrador cuando decimos Nueva Mayoría”.

¿Cómo puede leerse eso? Los errores habrían estado en las diferencias al interior de la Unidad Popular, no en tratar de imponer a rajatabla al resto de los chilenos una revolución socialista que no querían. Los contornos de su eventual gestión como Presidenta estarían dados por la Nueva Mayoría, que no sería otra cosa que la Unidad Popular más la Democracia Cristiana.

Si Bachelet de verdad cree que Allende fue un gran Presidente y pretende emularlo, malos tiempos vendrían para Chile si ella llega a la Presidencia.

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