Los nuevos Transantiago que propone Bachelet

OPINIÓN


Los tres ejes de Bachelet (reforma tributaria, nueva constitución y educación gratuita) caen en el clásico error de la izquierda: suenan bien, pero no tienen fundamento. Puro populismo, que nos puede llevar al abismo.

El Transantiago es el símbolo histórico de una pésima política pública, y que demuestra que no se gobierna sólo con buenas intenciones. ¿Quién podría estar en contra de un gran y eficiente sistema de transporte público? Sin duda nadie y sigue siendo prioridad. Sin embargo, el resultado del estropicio está a la vista. Los buenos discursos nunca resuelven los problemas. Ése es exactamente el síndrome de la izquierda: grandes intenciones, buenas ideas, pésima implementación y gestión.
Ahora Bachelet nos propone como grandes innovaciones un conjunto que llama los tres grandes ejes: nueva Constitución, educación gratuita para todos, y una enorme reforma tributaria. Suena genial, pero es un populismo de la peor especie. Éstas son ideas tal como las que dieron vida al Transantiago: generales, utópicas, donde el juego real está en cómo se podrían implementar sin quedar peor de como se partió. Veamos por qué.

Nueva Constitución

A estas alturas del partido, lo que se cuestiona de la Constitución del 80 (corregida por Lagos) no es su legalidad, sino su legitimidad: dos cosas muy diferentes. Para que una nueva carta magna sea realmente legítima requiere la aprobación de una muy significativa mayoría, que yo estimo no puede ser menor al 75%, el que debiera ser el quórum de aprobación. Una constitución debe ser ratificada por una muy amplia mayoría para ser legítima además de legal. Debe respetar a las minorías, que quedan excluidas si la valla es sólo el 50% más un voto.
Me temo que Bachelet jamás ha considerado este punto crucial y por cierto querrá que sea por el 50% más un voto. Eso sería un error histórico de proporciones incalculables, y podría iniciar el pedregoso camino de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina. En otro aspecto, el camino institucional no es simple y deberá necesariamente ser forzado, se deben buscar los famosos resquicios legales que alguna vez conocimos. No sabemos qué daño ni qué precedentes crearía eso. Bachelet ya sentó el precedente, por ejemplo, de sacar legisladores para integrar el gobierno, algo simplemente nocivo para la política. También se sentó el precedente de que los ministros pueden hacer campañas políticas después de las 6 de la tarde, otra costumbre nociva. En otro ámbito, no sabemos quiénes redactarían esa constitución, en cuánto tiempo, en qué condiciones, ni qué ocurriría entre tanto con las leyes y la gobernabilidad. Nada de eso ha detallado la candidata y ésa es la clave. Es evidente que no lo ha pensado y tampoco lo quiere definir antes, porque no tiene idea de cómo hacerlo, y serán sorpresas tipo Transantiago cuando se quieran implementar. Si dijera cómo piensa hacerlo de verdad, entonces perdería muchos votos. Por eso es populista, trabaja con ilusiones.

Educación superior gratuita

En la educación superior gratuita, el tema es igual de complejo o más. ¿Qué pasa con las universidades privadas, por ejemplo la Universidad Católica (la más cara del país) o la Santa María? ¿Van acaso a desaparecer? … esperamos que no. ¿Y quiénes pagarán la cuenta de los estudios? ¿Cómo? ¿Cuánto? ¿Qué pasa con el resto de las privadas? ¿Qué ocurre cuando se fijan los precios? ¿Cómo se garantiza la existencia de la investigación? ¿Qué pasa con los posgrados? ¿Son un derecho también? ¿Qué pasa con los alumnos que se eternizan en la universidad, seguirá siendo gratuita para ellos? Las preguntas son muchas, las respuestas inexistentes, que es el síndrome Transantiago. Si la educación superior es un derecho, ¿qué pasa con el transporte, la mantención, los insumos, los libros y alimentación que requieren los estudiantes? Y ¿cuál sería la duración de las carreras, o los sistemas de títulos? Así siguen infinidades de preguntas que son la clave real de las políticas públicas. Estas respuestas hay que tenerlas antes, de otra manera se transforman en nuevos Transantiago.
La discusión realmente importante (antes que sobre la gratuidad del sistema universitario), es acerca de la calidad de la educación en el siglo XXI, de otro modo habremos puesto la carreta delante del buey. Esa definición sobre qué es la calidad ni siquiera se ha insinuado en nuestro país. Igual que el Transantiago, no basta decir que queremos un buen sistema de transporte público, sino saber cómo hacerlo.
Nuestro desafío nacional para el desarrollo es llegar a 2 millones de educandos en educación terciaria, desde ahí debemos enfocarnos a la definición de calidad. Es obvio que no todas las universidades deben ser como Harvard, y tampoco sabemos cuál es la composición óptima entre sección universitaria y técnica. Uno esperaría cosas concretas y no generalidades como las que propone Bachelet.

Reforma tributaria

Finalmente, la reforma tributaria que propone la supuesta “Nueva Mayoría” es exactamente igual a las propuestas anteriores. Es fácil decir que se subirán los tributos, pero hay que señalar también los inconvenientes, de lo contrario podríamos proponer cualquier cifra. Los temas son conocidos: ¿afecta el crecimiento? Claro que sí y eso baja la recaudación tributaria, lo que es un círculo vicioso. ¿Favorece la evasión? También y eso baja la recaudación, otro círculo vicioso. Todo eso disminuye el empleo y es otro círculo malo. ¿Perjudicará a las pyme? Bachelet dice que no, Arenas dice que sí. Si afecta a las pyme las complicará aun más, básicamente en el capital de trabajo; si no las afecta, el problema de las definiciones y del control es simplemente increíble y la elusión aumentará tremendamente. Otro círculo de aquéllos. El tema del FUT es pirotecnia política, tiene muy poca realidad económica. Tratar de tributarlo ahora, sería otro Transantiago más. El IVA –que es el más regresivo– no se toca. Timbres y estampillas, que finalmente se logró bajar, se volvería a subir con un impacto severo a la clase media y las pyme. En fin, puro populismo y mito de Robin Hood. El Estado chileno sigue siendo grasoso y despilfarra cuantiosos recursos. Hay entidades que sobran, otras que faltan. Hay algunas que debieran ser autónomas y no lo son. La real modernización del Estado es previa a cualquier discusión tributaria, sino se echarán recursos en un saco roto.
En suma, en una elección esperamos no sólo ideas generales, que son pasta del populismo de una población que no le interesa mirar la evidencia ni los datos, sino ideas concretas e implementables. Lo que interesa es la buena idea, y especialmente el cómo. Hasta aquí, Bachelet, cuando se llega a las cosas concretas, simplemente pasa. Me temo que seguirá así, ya que, al menos yo, no veo posible realmente el poder conciliar a ocho partidos tan disímiles como el PS, PPD, DC, PR, PC, MAS, PRI, IC, y que además necesitan para la segunda vuelta al PRO, a Parisi, Claude, Roxana y Sfeir si quieren ganar. No quiero ser pesimista, pero el pronóstico pinta para nublado. •••

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