La sutil ironía y el refinado sentido del humor de los correctores ortográficos...‏


Uno no se puede descuidar
con la tecnología.

Errar es humano,
pero para complicar virtualmente la cosa,
basta un corrector ortográfico activado.

Me imagino, lo que podría ocurrir
en un documento diplomático
en el que una palabra inapropiada
puede hacer estallar un conflicto bélico.

Recientemente, transcribiendo
un fragmento de un artículo
del escritor Carlos Franz acerca de Proust,
publicado en el cuerpo cultural del diario El Mercurio,
ocurrió algo inesperado que hizo
este programa activado "por default",
haciendo parecer el surgimiento
de una especie de "the ghost in the machine",
dotado de una forma refinada de humor,
una sutil ironía involuntaria.

Cuando releí el segmento transcrito
en lugar de reproducir lo digitado:

"…las situaciones cómicas
transmitidas con delicadeza proustiana…"

bajo mis propios ojos y sin preguntarme
el programa "se tomó la libertad"
de cambiar una palabra, por otra más familiar:

"…las situaciones cómicas
transmitidas con delicadeza prusiana…"

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