La casa en que aprendimos a medir los pasos...‏


El primer hogar es una especie 
de escenario psicológico definitivo. 

Ni el colegio ni el barrio ni la clase social 
nos constituyen de un modo 
tan estructural como lo hace la casa 
en que aprendimos a medir los pasos.

Ahí reside "el adentro" que rayamos 
en nuestros primeros dibujos garabateados: 
un reducto generalmente anexado 
a un camino sinuoso que iba a dar al campo.

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Extracto de una reciente columna de Roberto Merino
Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 18 de agosto de 2013

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